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Leí con interés el artículo publicado por Eduardo Méndez, viejo y estimado amigo de las ya lejanas épocas juveniles en que ambos soñábamos sobresalir como cantantes.
Me parece, con todo el respeto que se merece su punto de vista, que Eduardo fue injusto con mi otro amigo, Luis Jorge Montalvo Duarte. Considero que a Eduardo le ganaron los afectos, más que eso, quizá sus más respetables todavía, convicciones y preferencias personales.
Expresar que Xavier era el ungido por Patricio, es solamente hacerse eco de una imputación hecha al ex gobernador por una cáfila de personalidades notoriamente opuestas a su proyecto político, de incierta fiabilidad.
Considero que hay que ser más objetivos. Para gustos se hicieron colores, pero el análisis de la realidad política se hace a partir de hechos tangibles y no desde perspectivas que se nos antojen halagüeñas o atractivas. De tal suerte, es innegable que Patricio cometió errores. Humano dejaría de ser si así no fuera. Pero también es innegable que Patricio introdujo a los usos y costumbres de la administración estatal una serie de prácticas, que a ese nivel no se acostumbraban: la modernización, la eficacia, la transparencia y la rendición de cuentas. Eduardo deja entrever, que la administración de Patricio Patrón cargó con el estigma de la corrupción y de la ineficiencia y eso es completamente injusto y falso. Buenos y suficientes parámetros tenemos hoy día para atrevernos a afirmar semejante cosa.
Por otro lado, aunque Campoamor sentencia en sus Doloras, que todo es según el color del cristal con que se mira, considero muy poco ético, muy poco digno y mucho menos merecedor de encomio, traicionar los colores que por años se defendieron y que además concedieron beneficio y fama, para pasarse de inmediato al bando contrario, a denostar aquello que tan caro nos resultó un día, en aras nada más de la insatisfacción de las ambiciones personales. La mezquindad, el egoísmo, la ruindad, nunca provocarán motivos de elogio.
Ana Rosa se dejó llevar por su temperamento, por la fuerza volcánica de sus pasiones, cosa que se constituyó en denominador común de su desempeño, como cuando le sugirieron que no fuera al mercado, donde la hicieron víctima de toda clase de violencias. A mí me declaró que si bien ella fue causante de la derrota del PAN en 2007, ese mismo año, tampoco pudo acceder a ser gobernadora al no obtener la candidatura por el blanquiazul, por lo que a su juicio, consideraba estaban a mano. Me parece que la frase la retrata de cuerpo entero, con una soberbia monumental, muy lejos de la generosidad consustancial a los panistas.
Si bien es cierto que otras circunstancias se combinaron para configurar el triunfo opositor, también lo es que si Ana Rosa no hubiera dividido y desalentado el voto panista, los yucatecos y en especial los meridanos, no estaríamos padeciendo ninguna de las calamidades que hoy nos toca soportar. Coincido con Luis Jorge en afirmar que Ana Rosa es la gran causante de los males que nos aquejan hoy día como sociedad. Por tanto, entiendo que lo único que pretendía la dos veces ex alcaldesa, ex senadora y ex directora del DIF, era volver al panismo para satisfacer sus ansias revanchistas. Considero que la negativa que obtuvo es la única respuesta que merecía. Ignoro cómo se le ocurrió solicitar su reingreso. Después de la traición, el retorno no tiene cabida. Por lo visto Eduardo nunca consideró estos detalles.