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El único poder de los medios de comunicación se desprendería de la capacidad que tienen de diseminar entre grandes cantidades de personas información de cualquier tipo.
Cualquier otra forma de poder por información no basada en la estricta verdad sería abuso de poder y, en alguna forma, debería quedar sujeto a la rendición de cuentas.
La libertad de expresión, sin embargo, es algo tan “sagrado” en las democracias y en los tiempos modernos que, en nuestro país, la difamación, incluso con calumnia, dejó de ser delito penal para pasar a ser únicamente una “falta civil”, castigable mercantilmente, mediante un juicio muy complejo y casi imposible de ganar.
En Yucatán, le duela a quien le duela, históricamente hubo un medio dedicado a vigilar los intereses de la sociedad. Con su información, ese medio logró que el ciudadano de esta zona de México, en una alta proporción —mucho mayor a la de la media nacional— tomara conciencia de lo que los gobiernos estatales y municipales estaban haciendo mal.
Ese despertar de la sociedad —sobre todo la concentrada en los centros urbanos, principalmente Mérida— generó movimientos civiles que fueron canalizados a través un partido político —el PAN. El ciudadano independiente se confundía con el panista —un ciudadano independiente, también— y juntos lograron resultados sujetos al escrutinio histórico —cualquiera puede corroborarlos— que significaron mejoras indiscutibles en Mérida y en Yucatán.
La victoria del PAN en 1990 provocó respuesta del sistema PRI-Gobierno: el medio independiente yucateco necesitaba urgentemente un “contrapeso” —así razonaron. Para ello se “contrató” a un miembro de la misma familia de ese gen de periodistas yucatecos y nació, así, un diario que ha demostrado ser experto en convertir mentiras en verdades y viceversa.
La existencia de esos 2 medios provoca en el joven observador de hoy una visión simplista y muy lejana de la realidad: “uno apoya al PRI y el otro apoya al PAN”. ¡Genial! Pero totalmente falso. No es un simple apoyo, sino un contrato ilegal del medio creado oficialmente —violando la libertad de expresión y generando peculado— para combatir la independencia civil, junto son su valor, de esta región de México.
En días pasados, como resultado de la reunión internacional de la SIP en Mérida, se publicó abiertamente que en Yucatán “había un medio que estaba haciendo solo el trabajo”, y que, todos los demás, eran “títeres del dinero oficial del gobierno estatal de Yucatán”.
Artículo 7 levanta enérgica protesta: no se trata de uno sino de, por lo menos dos, los medios que no están sujetos a los “favores” de un gobierno, sino únicamente a proveer información veraz a sus lectores. De esto, hay miles de testigos. ¡Buen día, lector!