855 palabras
El día en que se escriben estas líneas, fue el día en que al entrar a mi clase de Análisis del Discurso, caí en cuenta que no podía dejar pasar la oportunidad de escribir sobre tan memorable documento. Me refiero a la joya casi didáctica que nos regaló el PRI hace pocos días con motivo de un foro ciudadano donde se llamó a cuestionar el gobierno de Ivonne Ortega, sobre las cuentas y las contradicciones implícitas. Y digo didáctico porque definitivamente ilustra a los ciudadanos de qué está hecho el PRI de hoy. En el citado texto, convergen todas las artimañas ideológicas que en primera instancia le permitieron conservar el poder por más de 70 años.
Esta verdadera joya del pensamiento priísta nos permite desnudar con cierta exactitud el profundo temor, y no sé si odio, que la clase en el poder en nuestra entidad le tiene a las manifestaciones ciudadanas. Por vez primera, durante el gobierno de la nueva mayoría, el priato yucateco no tuvo reparo en mostrar su verdadera cara, y con tal revelación augurar un regreso autoritario bien anunciado.
Oligarcas, frenos del desarrollo, enemigos del estado, son palabras que en el discurso de un poder del estado sólo se pueden interpretar como autoritarismo, el mismo que es reacio y yo diría antes que incongruente, contradictorio.
En dicho escrito, el PRI abraza a una "verdadera ciudadanía" (la nueva mayoría ciudadana) que no existe ni en términos ideológicos ni prácticos porque es del interés de toda la ciudadanía, panista o priista, pobre o rica, "oligarca" o de "la nueva mayoría", saber en qué se invierte el dinero público. Sumado a lo anterior, soslaya valores fundamentales del quehacer democrático en nuestro país como lo es la participación ciudadana y la rendición de cuentas por parte de la función pública.
La parvada de Ivonne Ortega, que hace del ejercicio periodístico un remedo, no podrá negar más lo que muchos actores ciudadanos han señalado con respecto al gobierno de la primera. Porque en este comunicado está explícitamente un "no nos interesan los ciudadanos, hagan o piensen". Y ya no podrán confundir a la ciudadanía, ya no podrán decir que quien piensa diferente es un delincuente, un oligarca o un enemigo de Yucatán. Ni el más servil de los vasallos podrá sostener lo insostenible.
Y el cuestionamiento obligado no debe ser para el poder oligarca que representa —paradójicamente— el autoproclamado gobierno emanado de una ideología revolucionaria. Esa que nos espetan cada vez que pueden. La pregunta debe voltear hacia nosotros mismos : ¿En qué sentido, un grupo de ciudadanos que se reúnen, más allá de su preferencia partidista, religión, raza, condición económica o preferencia sexual, representa una amenaza para el estado? Esto, ¿justifica de alguna forma llamarlos entre otras cosas, enemigos del estado? ¿Dónde más hemos visto esta reacción gubernamental?
En el transcurso en el que escribí esta opinión, algunos compañeros fueron muy claros y me dijeron que en realidad este documento no aportaba nada nuevo sobre el PRI de Ivonne. Coincido plenamente. Yo añadiría a lo anterior que con este comunicado sólo se expresan de manera no explícita dos cosas: El gobierno de Ortega ya no tiene la capacidad de dar respuesta eficiente a las demandas ciudadanas, y la "señora", ni el interés en hacerlo.
La primicia está en que el mito se nos contó hoy de la manera más cínica y desvergonzada. El PRI al más puro estilo fascista, nos dijo que ellos son los únicos depositarios de lo que hace, piensa y cree "la verdadera ciudadanía", y que dicho sea esto, no existe alguna otra. Por encargo de la gobernadora le advirtió a afines y no afines que quien no piensa como ellos, no es considerado ser pensante y que por lo menos para el gobierno que representa su partido, no merece tal trato. No sé qué piense Usted, pero, por un momento sentí haber leído un documento redactado por algún asesor de Chávez en Venezuela.
Nos dejó en claro que el "proyecto social" más grande que tiene este partido en el gobierno es "ganarle" a la "extrema derecha" las contiendas electorales. Cueste lo que cueste.
Más allá de aparentes influencias partidistas, este discurso, hecho sólo de odios, pretende desarticular el ejercicio ciudadano de exigencia de rendición de cuentas. Trata de desacreditar lo legítimamente constituido en cualquier sociedad medianamente democrática que es ser oposición, violentando el lenguaje escrito, polarizando o como genuinamente reza dicho texto, radicalizando.