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Fotos: Mauricio Marat (INAH)
México, D.F., 22 de noviembre de 2010.- Durante años la ciudad maya de Dzibanché estuvo oculta bajo la selva indómita de Quintana Roo, hasta que en 1987 el arqueólogo Enrique Nalda (1936 - 2010) arribó a este sitio prehispánico, cercano a Belice, para revelar a lo largo de 20 años los secretos guardados por siglos bajo la espesa vegetación, y mostrarlos al mundo junto con la belleza arquitectónica de sus edificios.
En la tercera Noche de Otoño, que presenta todos los miércoles el Museo Nacional de Antropología, el próximo 24 de noviembre el público podrá conocer la investigación desarrollada en esa antigua ciudad maya, que dio por resultado importantes descubrimientos en dos décadas de exploración dirigidas por Nalda.
Los signos ocultos de Dzibanché es el título del documental producido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), en el que el arqueólogo narra los años de intenso trabajo en el sitio, incluidos los principales hallazgos registrados.
El arqueólogo Nalda refiere que el sitio fue descubierto por Thomas Gann en 1927, y después Peter D. Harrison hizo un mapa sencillo del área; cuando él llegó en 1987, Dzibanché era una ciudad perdida porque la selva la había vuelto a ocultar.
En este lugar, Nalda buscó una razón científica del colapso de la cultura maya en el periodo Clásico (250-1050 a.C.), suceso que estaba envuelto en un halo de misterio porque se creía que había sido simultáneo en todas las ciudades importantes de las Tierras Bajas de Quintana Roo. Y precisamente esa fue una de las aportaciones más importantes de sus estudios: refutar la idea de que la cultura maya tuvo un declive generalizado.
Como resultado de las excavaciones llevadas a cabo, Enrique Nalda descubrió que en Dzibanché se produjo una ocupación relativamente intensa en el Posclásico Tardío (750-1050 a.C.), "la gente vivía en Dzibanché en ese periodo: entonces esta ciudad no corresponde con el colapso generalizado de las ciudades mayas durante el Clásico".
Entre los descubrimientos arqueológicos que muestra este documental, producido por la Dirección de Medios de Comunicación del INAH, está el de las estelas de Los cautivos: "Durante la primera temporada, desarrollada en 1993 y 1994, en el interior del Edificio de Los Cautivos encontramos 21 bloques de piedra grabados con la escritura más antigua del área maya relacionada con prisioneros de guerra que se ha descubierto hasta ahora: 17 de los bloques recrean imágenes de hombres desnudos, atados de pies y manos; despojados de toda investidura que diera señal de su jerarquía.
"Se trata de individuos convertidos en prisioneros producto de una confrontación bélica. Los cautivos están identificados por su nombre con textos glíficos y los acompañan registros del enfrentamiento", detalla Nalda.
En agosto de 1994, las exploraciones en el Templo del Búho conducirían a otro descubrimiento singular: el entierro de un personaje importante en el interior de ese edificio.
El entierro del Templo del Búho fue localizado en una cámara, al pie de una escalera interior que comunica la parte más alta del edificio con el nivel en que se encuentra la cámara, a la altura de la Plaza Xibalbá. Ahí quedaron al descubierto los restos de una mujer que portaba un collar de cuentas de concha con tres pendientes de jade, un par de orejeras y otra cuenta colocada en la boca, elaboradas de la misma piedra.
Sus dientes lucían incrustaciones y, a modo de pectoral, una bella concha con un par de perlas naturales, grabada y con incrustaciones de jade, acerina, pirita y concha nácar. Este ornamento es considerado una de las piezas mayas del Clásico más bellas que se han encontrado, actualmente se puede apreciar en la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología.
La ofrenda también contenía vasijas, navajas de obsidiana verde, un collar de 25 caracoles, un disco-espejo y una tablilla de madera estucada con dibujos tipo códice. Uno de los recipientes tiene plasmada en su agarradera la figura de un búho con las alas desplegadas. Es el elemento que dio nombre al Edificio I: el Edificio del Búho.
El trabajo viodeográfico también da cuenta de los descubrimientos de Nalda durante la última temporada de exploraciones que realizó en el sitio: un conjunto de figuras de estuco que advierten sobre la relación entre la iconografía maya y teotihuacana.
El video da cuenta de la estrategia de exploración con que se investigó el sitio, labor en la que el trabajo científico y espíritu aventurero de Nalda permitió revelar edificios y amplias plazas de una ciudad enigmática que hoy es posible apreciar, lo mismo que los mensajes escritos en su arquitectura.
Hoy se sabe que la ciudad está integrada por cuatro conjuntos arquitectónicos comunicados entre sí por sacbes o caminos: Dzibanché, Kinichná, Tutil y Lamay, de los cuales sólo los dos primeros están excavados. El área más grande es la de Dzibanché, donde se encuentran cuatro edificaciones importantes: los edificios de los Dinteles, los Cautivos, los Cormoranes y el del Búho. Las exploraciones y descubrimientos en cada uno de estos cuatro están registradas en este trabajo documental.
Luego de ver el video, que será exhibido este miércoles 24 en el Auditorio Tláloc, a las 18:00 horas, el público podrá pasar a la Sala Maya para observar de cerca ese pectoral de concha, que tanta admiración ha despertado en los especialistas de arte maya.
O bien pasar a la Sala de las Culturas Indígenas donde aún se puede recorrer la exposición Rostros de la divinidad, la cual reúne algunas de las máscaras funerarias mayas descubiertas por Nalda en la antigua ciudad de Dzibanché.
Una de ellas se encontró como parte de la ofrenda funeraria de la Cámara 203, en el Templo de los Cormoranes; la máscara esta formada en su mayoría por teselas (fragmentos de piedra) de crisoprasa, una variedad de piedra de calcedonia, de color verde.
La tercera velada de las Noches de Otoño en el Museo Nacional de Antropología, se llevará a cabo este miércoles 24 de noviembre a partir de las 18:00 y hasta las 22:00 horas. Entrada libre. Boletín del INAH.