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Forjar conciencia ciudadana es una de las tareas más áridas que puede tocarnos en suerte. Implica sensibilizar a los demás integrantes de la comunidad de la importancia y trascendencia de la participación social, de la necesidad de involucrarnos en el seguimiento y vigilancia de los acontecimientos de orden público.
Forjar conciencia ciudadana, es apelar al más alto sentido de civismo para propiciar la intervención del ciudadano, más allá de los partidos, en la política para acompañar, supervisar, aconsejar, sugerir y recurrir a la autoridad en todo cuanto concierne a la búsqueda del bien común. Es decir, implica hacer política, pero política de la buena, no ser un actor adicional añadido a las ya perversas y harto conocidas formas de grilla, para perjudicar a alguien o lograr algo en específico. Si todos participamos, cuestionamos y proponemos es más probable que la autoridad cumpla los compromisos adquiridos; y menos factible, que incurra en corrupción o desviaciones.
Desafortunadamente en nuestra patria las cosas siempre se han dado tendiendo a desalentar la participación cívica, más allá del régimen o partido en el poder. Es un hecho que los mexicanos por cuestiones de carácter atávico tendemos al autoritarismo y que nos aburren o nos parecen complicaciones o pérdida de tiempo, los cabildeos y cónclaves tan familiares a otras naciones y que emplean continua y recurrentemente para tomar acuerdos. Los mexicanos amamos y privilegiamos las determinaciones tomadas con carácter vertical.
El ejercicio de escuchar a todos y sumar opiniones, puede ciertamente parecer laborioso y hasta resultar cansado, pero es un hecho que cuando se adopta como táctica y se sistematiza, proporciona a las decisiones una solidez a toda prueba y hasta el proceso resulta más ligero. Como todo en la vida, es solo cuestión de acostumbrarse.
La toma de conciencia ciudadana se fundamenta en los valores de la generosidad, la solidaridad, la subsidiariedad y la búsqueda del bien común, toda vez que descarta connotaciones egoístas y trata de tomar en consideración todos los pareceres respecto a un mismo tema. Implica en consecuencia respeto a la dignidad humana, en su concepción individual y no con un enfoque sectorial como plantean algunos tratadistas, que solo conceden trascendencia e importancia al ser humano cuando se considera en cuanto a que resulta un engranaje más en el complejo mecanismo colectivo.
Por supuesto, insuflar conciencia a los habitantes de una comunidad, significa ser reiterativo en cuanto la importancia de la toma de acuerdos y la dinámica de negociación, se traduce en remarcar la importancia de acordar pacíficamente, rechazando todas las formas de confrontación y conflicto.
Ciertamente no es algo que se encuentre de la noche a la mañana, pero vale la pena intentar las cosas por vías diferentes y distintas a las tradicionalmente acostumbradas para la solución de diferendos y para la adopción de métodos en cuanto a un rubro en particular.
Formar conciencia ciudadana es la ruta más expedita a la concordia y una forma segura de forjar sociedades plurales, tolerantes e incluyentes, en contraposición a lo que se habitúa en la actualidad. El compromiso que de esto se deriva, es empoderar al individuo, restándole atribuciones al estado. Así se busca que se sobreponga la persona real respecto de la teórica o ficticia.
Forjar conciencia ciudadana nos hace crecer individual y colectivamente y es una manera segura de procurar que nuestra comunidad se convierta en una gran casa, donde todos sus habitantes puedan hablar en voz alta sin temor alguno.
Dios, Patria y Libertad