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Cesar es portero de un edificio de departamentos. Se encarga de recibir y despedir a todos los inquilinos, repartir correspondencia y reparar algunos desperfectos de plomería y electricidad. Pareciera un hombre tranquilo pero esconde una enfermedad mental. Cesar es un sociópata (odio exacerbado hacia la sociedad), depresivo y acomplejado. Lo único que logra darle sentido a su vida es hacerles daño a los demás, pues encuentra placer en el sufrimiento ajeno. Esta es la anécdota sobre la cual se desarrolla la película española Mientras duermes, dirigida por Jaume Balagueró.
Después de las exitosas Rec y Rec2, Balagueró se aleja del género fantástico y opta por el terror psicológico. En Mientras duermes se nota un director más maduro en su oficio. El trabajo de dirección de cámaras es impecable, tanto en sus emplazamientos como en la creación de atmósferas. El manejo de los espacios y su funcionamiento dramático es tan vigoroso que nos remite a El inquilino de Roman Polanski.
La historia es protagonizada por Luis Tosar (Te doy mis ojos), quien nos brinda probablemente su mejor trabajo desde Celda 211. Su interpretación de Cesar consigue introducirnos en el desequilibrado mundo interior del personaje. Un hombre cuya filosofía de la vida es "si yo no soy feliz, nadie más puede serlo".
La trama se centra en la obsesión de Cesar con Clara (Marta Etura), una inquilina. La joven es la antítesis del protagonista: es alegre, optimista y enfrenta con una sonrisa cualquier dificultad. Esa actitud positiva irrita a Cesar, tanto que decide destruir la vida de Clara a toda costa. Aunque Cesar es representado como un desquiciado, su padecimiento no es exclusivo de la ficción. Desgraciadamente, en el mundo real hay personas que gozan con el sufrimiento ajeno. En mayor o menor medida, esta enfermedad nos aqueja como sociedad y Balagueró nos revela su funcionamiento a niveles escalofriantes.
Las acciones privadas de Cesar van dándole fuerza a la trama, porque el suspenso se genera en función de la información que el espectador conoce pero el personaje afectado ignora. Con influencia de Alfred Hitchcock, Balagueró construye un thriller que evita fórmulas y convencionalismos, plagado inteligentes vueltas de tuerca.
A todo esto hay que sumarle una eficaz banda sonora que nunca recurre a facilismos como ruidos abruptos y ensordecedores para asustar al espectador. La música se mueve con perspicacia elegante y se limita a servir como apoyo emocional.
Lo más significativo en Mientras duermes es el planteamiento de situaciones cotidianas pero revestidas de perversión y maldad. Jaumé Balagueró consigue la película más redonda de su aún breve filmografía. Se introduce, a través de un personaje desequilibrado, al complejo tema del sadismo y la envidia. Para Balgueró, algunos seres humanos se alimentan de desgracias y gozan con el sufrimiento ajeno.
No se puede negar que todos los seres humanos tenemos cierta tendencia a deleites malsanos. No es gratuito que los antiguos romanos disfrutaran de ver como los leones devoraban vivos a los gladiadores en el Coliseo. Ni que en el Siglo XVI y XVII las ejecuciones por ahorcamiento o decapitación fueran concurridos espectáculos públicos. Y menos que en la actualidad programas televisivos como el de Laura Bozo y Rocío Sánchez Azuara tengan elevados niveles de audiencia. Dentro de cada uno de nosotros hay un pequeño Cesar esperando ver la desgracia del vecino para sentirse más reconfortado. Por eso es importante aprovechar estos tiempos de reflexión, desarrollar más nuestra compasión y doblegar esa parte negativa que todos cargamos.
Lo mejor: la dirección de Jaume Balagueró es impecable y su guion desarrolla situaciones intrigantes y personajes complejos.
Lo peor: como dice un amigo "estos thrillers españoles de situaciones sórdidas y finales desesperanzados se están volviendo un cliché". ¿Será?