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Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz, Rector del Templo Expiatorio a Cristo Rey, antigua basilica de Guadalupe, mencionó que especialmente en estas fechas cobra particular relevancia conocer que el amor de Dios es fuente de luz y calor que ilumina nuestras vidas.
Comentó que las palabras hogar y hoguera tienen la misma raíz que significa fuego. En la antigüedad y aún en nuestros días, especialmente en los días de frío, las familias, en algunas poblaciones, se reúnen en torno a la fogata de la que reciben, luz y calor, lo que les permite estar cerca uno de otro, poder verse el rostro y dialogar.
Agregó que en las grandes ciudades vivimos en casas o departamentos, quizá amplios y lujosos o quizá pequeños y pobres y cada uno de estos lugares puede ser realmente un hogar y lo es en aquellos hogares donde está vivo el fuego del amor de Jesús. Desafortunadamente no todos lo son y no a causa de condiciones económicas, sino por ausencia de la hoguera del amor de Dios, encarnado en su hijo Jesús.
Jesucristo, de quien celebramos su nacimiento el próximo 24 de diciembre, es el fuego que nos reúne, para darnos su luz y su calor. Solicitó dejar que todos los días sean Navidad en nuestras vidas y llevar a nuestros hogares, amigos y compañeros la presencia de Jesús, fuego que ilumina nuestras vidas y alegra nuestros corazones con el calor de su amor.
II.- VER - JUZGAR - ACTUAR
VER
Subrayó que la pérdida de las buenas formas en el trato de unos para con otros, la falta del cuidado en el uso de palabras altisonantes, ante mujeres, ancianos y niños, la ausencia de caballerosidad y otros usos que se denominaban buenas costumbres, es algo habitual y todo esto ha sido cambiado por formas groseras y falta de cortesía y consideración.
Expresó que algunos dicen que esto es necesario porque hay que romper con tabués y ser libres. Si esto fuera bueno, los hechos lo demostrarían, sin embargo vemos más bien, como el entramado social se va desintegrando y va en aumento la violencia en los hogares y en las calles.
JUZGAR
La reflexión que haremos no va sobre si rescatamos tradiciones o buenas costumbres: ellas volverán y se comprenderá su sentido y potencial para construir un mundo mejor, si centramos nuestra atención en el origen de toda buena acción, que es el amor a Dios y al prójimo, reiteró.
Afirmó que los católicos se esfuerzan en ser cada vez mejores y de esa forma ayudan a que el mundo mejore. Esto como una expresión de su ser más íntimo que experimentándose amado por Dios, tiene necesidad de amar a los demás.
Subrayó que la Navidad ya próxima nos invita a orar de manera individual, pero también en familia. Añadió que ojalá entendiéramos que la alegría de la noche de Navidad no se reduce a los regalos y a la cena, sino que se extiende a toda la reunión familiar, donde todos, niños, enfermos, ancianos, adultos y jóvenes, nos reunimos para amarnos en Jesús. Agregó que ojalá entendiéramos que esta felicidad y paz, no es para unos días, sino para toda la vida y por lo mismo, debemos mantener vivo el fuego del amor de Dios en todos los instantes de nuestra vida y compartirlo con todos los que nos rodean.
La Navidad ya próxima, nos invita a amar, a ser mejores, a servir y a ser alegres. Esforcémonos para que todos los días sea Navidad en nuestro corazón y en nuestro hogar, finalizó.