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Vaclav Havel, ex primer mandatario de la República Checa, falleció este domingo tras una enfermedad respiratoria. Havel encabezó aquella extraordinaria muestra de poder popular que derrocó al régimen comunista gobernante.
El mundo observó con asombro cómo, en cuestión de semanas, aquel dramaturgo disidente se convertía en presidente. De la noche a la mañana, grandes multitudes de anticomunistas coreaban su nombre.
Vaclav Havel nació en 1936. Su padre era un ingeniero exitoso y, según él mismo confesó, el joven Vaclav era un niño mimado de una familia rica.
Sin embargo, cuando los comunistas llegaron al poder, su familia perdió todo.
El nuevo gobierno decidió que el joven Havel era "demasiado burgués" como para recibir educación secundaria.
Pero él se las arregló para estudiar en la escuela nocturna, mientras trabajaba como técnico de laboratorio durante el día.
Los valores que Vaclav Havel transmitió "son universales: se trata del individuo enfrentado al poder y cómo éste moldea las conciencias", un tema que sigue siendo de actualidad hoy,"sometidos como estamos a la presión del poder económico y a la dictadura de los mercados", dijo a Efe la traductora del fallecido presidente checo, Monika Zgustova.
El año 1968 vio nacer la Primavera de Praga, encabezada por Alexander Dubcek. Fue el primer atisbo de reforma y de esperanza para Checoslovaquia.
Havel, que ya era un dramaturgo exitoso, criticó abiertamente a los estalinistas de la vieja guardia y los satirizó en el teatro. Fue aclamado en todo el mundo de inmediato.
Sin embargo, la invasión soviética de Checoslovaquia aplastó los sueños de Havel y su generación. De repente, su obra fue prohibida en su país natal.
Entonces, Havel contraatacó con una serie de obras en un acto que se representarían en viviendas particulares.
Su teatro subterráneo estaba impregnado de política, y sin embargo, Havel negaba ser otra cosa que un artista.
La revolución de terciopelo, que lideró Havel, fue el movimiento pacífico por el cual el partido comunista de Checoslovaquia perdió el monopolio del poder político en 1989.
"Nunca quise ser un escritor político", dijo una vez. "Creo que los buenos escritores y el buen arte y, en particular, el buen teatro, siempre son políticos, pero no porque los escritores y los directores quieran ser políticos sino porque es algo inherente a la esencia del teatro".
Unos años más tarde ayudó a fundar el movimiento para el cambio democrático Carta 77. Para ese entonces, Vaclav Havel se había convertido en el disidente más famoso de Checoslovaquia.
Encarcelado por el presunto delito de "actividad antiestatal", se lo mantuvo bajo vigilancia constante por parte de la policía secreta, incluso después de salir de la cárcel.
Sin embargo, a finales de 1989, Havel se sentó a discutir el futuro de la nación con la misma gente que lo había enviado a la cárcel. El Partido Comunista se estaba desintegrando y la democracia tomaba su lugar.
Después de 18 días de manifestaciones pacíficas y huelgas conocidas como la Revolución de Terciopelo, el gobierno comunista cayó.
En un servicio solemne en la catedral romana católica de Praga en diciembre de 1989, Havel fue designado jefe de Estado. El prisionero devenido en presidente dijo que nunca se había sentido tan absurdo.
A diferencia de los anteriores líderes de Europa del Este, su gestión fue refrescante y abierta. Algunos dirían excéntrica: en ocasiones recorría su enorme palacio en una moto de niño.
Era amante de la música rock y nombró al músico estadounidense Frank Zappa embajador cultural honorario. También era fan de los Rolling Stones.
"La vida de Vaclav Havel se parece verdaderamente a una obra de arte", dijo de él su compatriota, el novelista Milan Kundera.
Pero el cuento de hadas pronto se acabó. Los nacionalistas eslovacos hicieron campaña a favor de la independencia y la ganaron. El querido país de Havel se dividió en dos, y como consecuencia recibió protestas y abucheos.
"Después de toda fiesta hay una resaca", dijo Havel al renunciar a la presidencia, sólo para ser reelegido líder de la nueva República Checa unos meses más tarde, en enero de 1993.
Presidió la dolorosa transición del comunismo al capitalismo. La industria fue privatizada en masa. Las empresas extranjeras como Volkswagen comenzaron a ganar terreno y Havel criticó la corrupción que invadía la venta de enormes activos estatales.
En sus últimos años, Vaclav Havel fue acosado por problemas de salud. Se le extirpó parte de un pulmón por cáncer y tuvo una serie de ataques graves de neumonía.
Tras abandonar al final de su segundo mandato como presidente en 2003, dedicó sus días a apoyar a los activistas de derechos humanos en todo el mundo.
En 2003, por ejemplo, creó el Comité Internacional para la Democracia en Cuba, desde el que reivindicó la democracia para la isla.
Havel también volvió a escribir y publicó una nueva obra, "A punto de partir", que se estrenó en 2008. En 2011, a la edad de 74 años, hizo su debut como director de cine al adaptar esa obra para la pantalla grande.
Excluido de la política, siguió siendo muy admirado en todo el mundo como embajador cultural de su país.
Havel se sentía incómodo con la pompa y ceremonia que lo rodeaba. Quería volver a escribir a tiempo completo. Ese era el motivo, quizás, por el que su gente lo quería y respetaba.
Después de todo, no sólo fue el hombre que ayudó a derribar al régimen comunista, sino que lo logró sin derramar una gota de sangre.