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LA CORUÑA, España.-Rafael Álvarez 'El Brujo' se enfrenta estos días en solitario al público del teatro Rosalía con su obra 'Las mujeres de Shakespeare'.
—¿Cómo es posible que se le ocurriera en el Caribe la idea de una obra sobre Shakespeare?
—Porque me fui de vacaciones a la Riviera Maya y Cuba, y me llevé el libro 'Shakespeare. La invención de lo humano', escrito por un gran sabio, el profesor Harold Bloom. Me lo leí ahí, relajado, y se me ocurrió que tenía que hacer un espectáculo sobre las mujeres de Shakespeare, porque estaba muy a gusto, leía y veía el Caribe, las palmeras, y las mulatas balanceándose delante de mí (risas).
—¿Ese ambiente relajado contribuyó a que se decidiera a abordar sólo la producción cómica de Shakespeare?
—Pues sí. Tenía la intención de hacer algo sobre Shakespeare desde hace mucho tiempo, y con esa intención me llevé el libro, pero mi idea era hacer algo sobre Hamlet, Macbeth o los bufones que aparecen en sus piezas, sobre la profundidad de su obra, la sabiduría y el conocimiento que hay dentro de todas esas tragedias. Pero de repente, leyendo ese libro, descubrí que sus mejores personajes femeninos están en las comedias, y sus mejores personajes masculinos, en las tragedias.
—¿A qué cree que se debe?
-La tragedia en Shakespeare está relacionada con el poder, la ambición que genera y la complejidad de las confrontaciones del hombre consigo mismo y con los demás. De ahí vienen Hamlet, el Rey Lear y Macbeth, que son príncipes y reyes que sufren, pero con el poder siempre de por medio. En el mundo del poder político de la época que refleja Shakespeare, las mujeres están en segundo plano, incluso Lady Macbeth, pese a que ella teje todas las intrigas. En cambio, en las comedias, no. Ahí la mujer es la protagonista, como en 'Como gustéis' o 'La doma de la bravía'; la mujer está siempre en el primer término, y yo diría que casi también en 'Romeo y Julieta'.
El actor y dramaturgo andaluz Rafael Álvarez ‘El Brujo’.
-Se trata entonces de una división entre el ámbito público y el doméstico, de acuerdo con el contexto social de esa época.
-Exacto. Y en las comedias el personaje femenino toma un vuelo que deja al hombre a la altura de una zapatilla en ingenio, rapidez de respuestas y carisma.
—Al preparar la obra, ¿sacó alguna conclusión sobre la personalidad de Shakespeare?
—Mi conclusión es que Shakespeare era un genio (risas), porque presenta a las mujeres como lo que realmente son, como seres que están emocionalmente muy por encima de la capacidad del hombre, y a veces también intelectualmente. El hombre, emocionalmente, tiene una limitación, no comprende el mundo de una manera tan emotiva. Comprender el mundo con el intelecto y el corazón es una operación de conocimiento maravillosa, y la evolución de la raza humana ha hecho ahí una virguería (algo extraordinario, quiere decir), porque nosotros sólo en momentos de mucha inspiración podemos tener ese vislumbre. Esto lo he leído en estudios psicológicos, que dicen que cuando las mujeres hablan de cosas de mujeres, están regenerando los tejidos celulares del cerebro.
El libro que inspiró a 'El Brujo'.
—¡Qué me dice!
—Sí, cuando están hablando de frivolidades, que nosotros decimos "mira que gilipolleces" (risas), cuando entran en una tienda de moda y ven trapos, y se los prueban, y no se compran ninguno, están haciendo un ejercicio de regeneración de sus mecanismos nerviosos y cerebrales. Me pareció muy curioso. Pero lo que sí es cierto es que, cuando se ponen, están más capacitadas... a no ser que asuman el papel de tontita. Si viene un fontanero y te hace un presupuesto te puede engañar, pero si está ahí tu mujer, no va a ser capaz (risas). Es algo instintivo y emotivo, y se implican en las emociones pero no se hacen tontas. El hombre o se implica en la emoción y se hace tonto, o no se implica y permanece frío, y se pierde el mundo emocional.
—¿Reaccionan igual mujeres y hombres ante la función?
—Las mujeres se ríen más, y comprenden muy bien lo que está sucediendo sobre el escenario, porque tienen un mayor sentido de la ironía. Están más capacitadas para el pensamiento paradójico. (Entrevista de Luis P. Ferreiro para laopinioncoruña.es)