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Abimael Cruz Migoni es parte del equipo de investigadores que encontró la toxina que hace mortal la “bomba de tiempo de Vietnam” (melioidosis), una enfermedad muy temida en los países que siembran y dependen del arroz, que también asesina en Australia y que llegó oculta en el organismo de soldados a Estados Unidos.
“Estados Unidos está preocupado porque alguien la utilice como arma biológica”, dice el ingeniero biotecnólogo del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
“Empezó a llamar la atención del gobierno estadounidense porque los veteranos de la guerra de Vietnam empezaron a presentar síntomas de melioidosis. No se explicaban cómo era eso posible, siendo una enfermedad localizada en países pobres de Asia, no existía en EU. La hipótesis es que adquirieron la bacteria hace años y se mantuvo escondida, la inhalaron, pues vive en el suelo y el agua”, explica.
Abimael Cruz en su trabajo. El análisis de la proteína, denominada BPSL1549, reveló similitudes estructurales con el factor necrotizante citotóxico 1 producido por la bacteria Escherichia coli. Los investigadores determinaron a continuación que la BPSL1549 es en sí misma una poderosa toxina que inhibe la síntesis protéica en las células, lo que a su vez deriva en muerte celular.
Los síntomas pueden aparecer en un par de días o muchos años después. Van desde nudos debajo de la piel, hasta dolores severos e infecciones pulmonares fulminantes. La enfermedad alcanza una tasa de mortalidad de 40 por ciento por choque séptico hasta en 48 horas. Países como Estados Unidos y Reino Unido están interesados en conocer cómo funciona la bacteria por cuestiones de bioseguridad.
Lo común era detectarla entre trabajadores del arroz, cuando tienen cortadas por el trabajo que hacen, en esas heridas es fácil que la bacteria Burkholderia pseudomallei penetre.
“Hay un experimento muy importante, que me impactó. Pusieron la bacteria en agua pura, sin ningún nutriente, y cerraron el envase. Después de 10 años abrieron el contenedor e hicieron cultivos y creció. Tiene un mecanismo que le permite quedarse latente por muchos años sin nutrientes”.
"El siguiente paso es que con una forma inactiva de la proteína se pueda crear una vacuna contra la melioidosis o un fármaco que nulifique la acción de la toxina", dijo el doctor Cruz Migoni. Explicó que el descubrimiento podría también usarse en el tratamiento de células cancerosas, atacando directamente a las células malignas para detener su crecimiento desmedido.
La melioidosis, junto con el VIH y la tuberculosis, es una de las tres causas de muerte por enfermedades infecciosas en el sur de Asia. Es muy difícil de diagnosticar. Además de heridas, puede aprovechar el polvo para meterse en los pulmones. Y su composición no se parece a nada de lo que existe en este planeta. Por esas causas, es un problema complejo de la medicina.
“La investigación de esta bacteria lleva más de 30 años en Malasia. Muchos grupos en Asia se enfocan en estudiarla. Llevan años trabajando en esto, es una materia casi obligada en los centros de investigación, siempre hay algo relacionado con esta bacteria”, dice Cruz Migoni vía telefónica desde Leeds. “Aunque hay mucha literatura científica, no se conoce muy bien cómo ataca, sus mecanismos o cómo produce la enfermedad… eso es un territorio virgen”.
“Este proyecto es parte de una colaboración que se inició con el grupo de la universidad de Sheffield en 2005, aproximadamente. Malasia, Tailandia y Singapur, donde es un grave problema esta enfermedad, empezaron a buscar colaboración con grupos alrededor del mundo. Al profesor David Rice le plantearon si quería formar parte de este proyecto. No tenían infraestructura para determinar la estructura de las proteínas. Yo me incorporo en 2006, como estudiante de doctorado”, recuerda vía telefónica desde Gran Bretaña. “Yo nunca había escuchado de la enfermedad en México”.
La pasión de Abimael Cruz son las proteínas. Explica que forman el cabello, la piel, están en todo el cuerpo.
“Empecé a estudiarlas cuando estaba en la carrera, en la UPIBI (Unidad Profesional Interdisciplinaria de Biotecnología). Terminé ingeniería biotecnológica y decidí hacer la maestría en el Cinvestav (Centro de Investigación y Estudios Avanzados). Me concentré en proteínas. Después decidí realizar mi doctorado. Quería especializarme en biología estructural y aproveché el programa del Conacyt de becarios en el extranjero. Aquí en Inglaterra se descubrió la estructura del ADN, siempre han tenido tradición en la investigación en estructura de proteínas. Son muy fuertes en esa área, por eso decidí Inglaterra, Sheffield, cristalografía de proteínas”.
Revela que hicieron varios estudios bioquímicos, utilizando técnicas sofisticadas. Fue una sinergia entre varias disciplinas, por iniciativa de naciones necesitadas de ayuda.
“A veces los científicos somos muy celosos, protegemos casi como secreto nuestras investigaciones, que no se enteren los demás. Pero la ciencia es colaboración, para poder avanzar”, reflexiona y guarda silencio unos minutos. “Imagínate, muchos grupos de investigación dejaron de trabajar, porque no es un organismo que podamos cultivar en laboratorio. Es algo muy difícil de manipular”.
La pregunta era, de inicio, por qué es tan efectiva la bacteria. Qué relación tiene con otras bacterias.
“Todavía más complicado, porque nos dimos cuenta de que muchos de sus genes son de función desconocida, es decir, los comparas y no hay similitud con nada. Son genes que no hay en otras bacterias". Se puede decir que es una maquinaria especial, perfeccionada durante milenios.
“Cuando comenzamos a estudiar esta toxina, de entrada el gen no nos decía que era toxina. Cuando determinamos la estructura de este gen, encontramos que se parecía a un factor tóxico de la bacteria Escherichia coli. La tenemos en el estómago, es benigna. Pero es maligna también, aparece en infecciones urinarias. Se parecían estructuralmente. Por eso es importante conocer las estructuras de las proteínas”.
Siguieron revisando bases de datos y no se parecía a nada. Dice que en realidad, lo que ligaba la de la “bomba de tiempo de Vietnam” con la Escherichia coli eran unos residuos.
“Fue el único indicio”, recuerda. “Se inyectó en ratones, a los 14 días fallecían. Se inoculó en células del sistema inmune, también morían. Nos enfocamos después en estudios bioquímicos para enfocar en qué proteínas estaba teniendo acción”.
“Esta toxina pudiera servir para el desarrollo de una vacuna, podría ser el inicio”, dice Cruz Migoni. “Esto es reciente, el artículo en Science se publicó el 11 de noviembre”.
Burkholderia pseudomallei, patógeno causante de la melioidosis, "no es una bacteria común, sino que tiene dos cromosomas y sus genes son de función desconocida". Al remover el gen de la bacteria que codifica la proteína, la capacidad infecciosa se redujo 100 veces, lo cual permitió establecer que "es una toxina importante para la bacteria y cómo actúa".
—¿Por qué es esto tan importante?
—Es el segundo paper en Science de la Universidad Nacional de Malasia, en toda su historia. Están muy contentos, no tanto por el artículo, que pone la investigación que se publica a un nivel muy elevado, tiene impacto en todo el mundo de la ciencia y es de interés para la comunidad científica. Pero lo más importante es que abre una puerta para el desarrollo de algún fármaco, y abre el panorama para entender la enfermedad.
—¿Qué tanto ruido hizo?
—Estamos en toda la prensa de Asia, en Malasia, en Australia ha sido un suceso, porque también ahí, por ejemplo, afecta esta enfermedad. En Tailandia.
—¿Cómo beneficiará esto a México?
—Cada país tiene sus prioridades, pero Malasia es un ejemplo, con esta enfermedad, de colaboración científica. Llevan décadas estudiando el mal, y no se ponen una meta de dos años para tener resultados. No, lo pensaron a largo plazo. A veces con las enfermedades que tenemos en México también podríamos pensar en buscar colaboraciones, comenzar a crear una red para empezar a atacarlas.
La melioidosis es una enfermedad silenciosa, se puede confundir con neumonía o tuberculosis, es resistente a los antibióticos y el mecanismo de cómo infecta sigue siendo una incógnita. Sin embargo, se sabe que los factores de riesgo son diabetes mellitus, insuficiencia renal y un sistema inmune debilitado.
—¿Vives solo?
—Tengo a mi esposa y mi hija acá, la bebé nació acá. Mi esposa es egresada del Poli también, es ingeniera ambiental.
—¿Regresarás a México?
—Esa es la idea. Estoy revisando las convocatorias que tienen las instituciones mexicanas, pero te piden doctorado y experiencia posdoctoral, y en eso último estoy.
—Debe ser difícil sobrevivir como estudiante en Europa...
—La verdad es que sí, es complicado. En el norte de Inglaterra, que es donde estoy, es un poco más barato que la parte sur. Pero tampoco alcanza. Además, en estos tres últimos años los precios y todo ha subido, hospedaje y comida, se siente el impacto de la crisis, es difícil.
—¿Con este gran logro, ya eres millonario?
—Ja, ja, ja, ja, ja, no. Terminé apenas mi doctorado en junio de 2010 y ahora me moví a un instituto que está en Leeds, a 40 minutos de Sheffield. Está más enfocado a la investigación del cáncer. En encontrar nuevos fármacos. Ahora estoy tratando de continuar con mi preparación. Con esto me titulé.