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CIUDAD DE MÉXICO, 21 de enero.- “La Cruzada Nacional contra el Hambre no es un maratón de distribución de comida o de reparto de despensas”, asegura la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), dependencia que encabeza la estrategia contra la pobreza que anunciará este lunes en Chiapas el presidente Enrique Peña Nieto.
De acuerdo con un documento de la Sedesol, del cual El Economista tiene copia, la Cruzada es una estrategia con cuatro vertientes: convocatoria nacional para que se unan a la estrategia la Iniciativa Privada (IP), Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y gobiernos locales; donación en especie y apoyo de bancos de alimentos; un fondo de trabajo solidario y asociación civil, así como la creación de un comité de expertos que diseñen estrategias contra el hambre y la desnutrición.
Peña Nieto firma hoy el decreto que crea la Cruzada Nacional contra el Hambre, con la que prevén atender a 7.4 millones de personas en pobreza extrema; para consolidarla se signará el Acuerdo para el Desarrollo Social Incluyente.
Es decir, se pretende celebrar una alianza con estados y municipios, y la creación de consejos y comités en estados, municipios, colonias, pueblos o barrios que le den seguimiento a la Cruzada.
Para la estrategia ya trabaja una coordinación intersecretarial y una coordinación intergubernamental. El esfuerzo lo encabezará la Sedesol, pero participarán todas las secretarías, incluso la Marina y Defensa Nacional.
Entre los objetivos que se buscan se encuentra “cero hambre a partir de una alimentación adecuada de los mexicanos en pobreza extrema y con carencia alimentaria severa”.
También “eliminar la desnutrición infantil aguda y mejorar los indicadores de crecimiento de niños y niñas en la primera infancia”.
También busca “aumentar la producción y el ingreso de los campesinos y pequeños productores agrícolas”.
Para ello se contemplan cinco ejes de la estrategia, la principal es la de ingresos, es decir, generación de empleos para que las personas con escasos recursos puedan recibir una remuneración mensual; aunado a la seguridad social universal y la entrega de apoyos del Programa Oportunidades.
El segundo ejes es el aumento de la oferta de alimentos, para lo cual se pretende no sólo distribuir comida sino venderles a las familias pobres los alimentos a menor precio.
Los ejes restantes son: acceso a los alimentos, inclusión productiva y movilización y contraloría social, con lo que se completa la atención a las familias.
“La estrategia es el enfoque integral que refiere la atención de otros componentes: salud, educación, vivienda, saneamiento, acceso al agua, sobre todo lo relacionado con la economía campesina”, refiere la Sedesol, institución a cargo de Rosario Robles.
Este lunes en el municipio de Las Margaritas, en Chiapas, Peña Nieto anuncia de manera formal la Cruzada Nacional contra el Hambre, en un lugar abierto y ante aproximadamente 1500 personas, entre ellas gobernadores y representantes de las empresas.
Cabe destacar que la Iniciativa Privada se suma a la estrategia con distribución de alimentos, apoyos de fundaciones para el reparto de comestibles y, probablemente, creación de empleos.
La semana pasada, la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, se reunió con Daniel Servitje, director general de Grupo Bimbo, para delinear el apoyo a la estrategia; no obstante, fue el Coordinador de Asesores de Rosario Robles quien se encargó de diseñar la Cruzada Nacional.
La Cruzada no cuenta con recursos distintos a lo destinado a los programas sociales. En primera instancia, la Sedesol se enfocará en programas como las pensiones para adultos mayores de 65 años, seguro de jefas de familia, Liconsa y Diconsa.
Cabe destacar que el anterior titular de la Sedesol, Heriberto Félix Guerra, comenzó a coordinarse con los bancos de alimentos para rescatar miles de toneladas de comestibles en buen estado que son desperdiciados en los centros de abasto.
Los alimentos en buen estado que se desperdician servirían para dotar de insumos básicos a 3.7 millones de familias en comunidades de alta marginación, de acuerdo con el exfuncionario.
Félix Guerra comentó que en los estados y en el Distrito Federal se desechan diariamente 30,000 toneladas de alimentos en buen estado.
Mientras, según López Obrador (Morena), la Cruzada contra el Hambre será una herramienta para la compra de voluntades.(EL ECONOMISTA / MILENIO)
Cecilia Soto para EXCELSIOR
Esta semana sabremos un poco más acerca de la política social del nuevo gobierno, específicamente sobre su Cruzada contra el Hambre. Es posible que por ello también conozcamos las Zonas de Atención Prioritaria (ZAP) que la Ley General de Desarrollo Social obliga a definir anualmente a la Sedesol pues, entre otros parámetros, el común denominador de estas zonas es la pobreza alimentaria.
Se ha hecho énfasis en el aumento de 3.2 millones más de pobres al final del sexenio que acaba de terminar. Es entendible que todo cambio de gobierno y más cuando éste es de un partido a otro, genere una especie de contagio general de dureza para juzgar al que se va y esperanzadora permisividad para juzgar los anuncios del nuevo gobierno. Por ejemplo, se ha hecho énfasis en el mencionado aumento del número total de pobres, pero no se ha mencionado que con una excepción, disminuyó el número de indicadores de pobreza padecido por este sector de la población, de 2.7 a 2.5 carencias, de entre las seis que mide el Coneval. O que la población que padece alguna carencia disminuyó de 36.1% a 26.6 por ciento. O, más importante todavía, que no aumentó el número de mexicanos en pobreza extrema, pues se mantuvo en 3.7 millones de personas.
La carencia que sí aumentó es precisamente la alimentaria, como consecuencia directa de la crisis de 2009 y del aumento internacional de los alimentos, lo que se tradujo en una importante caída del ingreso que se encuentra en los niveles de 1992. Con un aumento pírrico de los salarios mínimos, pérdida de empleos bien remunerados y seis de cada diez trabajadores en la informalidad, no es de extrañar el aumento de la pobreza en 3.2 millones de personas.
Lo interesante está en observar que a pesar de la caída de 6% del PIB en 2009 y del crecimiento apenas modesto de la economía, la pobreza extrema no aumentó. Y en el aumento registrado en la pobreza moderada no se incrementó el número de niños en pobreza. En las Zonas de Atención Prioritaria, la pobreza extrema se redujo de 34.8% a 32.5 por ciento.
Ello significa que la estrategia de focalizar tanto la oportunidad —cuando se trata de emergencias coyunturales— como el sector al que van dirigidos los programas sociales rinde resultados.
En ese sentido, cualquier estrategia dirigida a disminuir la pobreza alimentaria debe tener como prioridad las familias en situación de pobreza con niños menores de hasta cinco años y las mujeres en situación de pobreza en edad reproductiva.
La última Encuesta Nacional de Nutrición, en 2006, encontró tasas de anemia de 23.7% en niños de entre 12 y 23 meses y de 16% entre los de cinco y los 11 años de edad. No sabemos cómo evolucionó hasta 2012 este indicador, ni el de peso y talla que expresa si frente a carencias de nutrición, el cuerpo de los menores sacrificó altura y peso para preservar los órganos esenciales.
Aunque nadie debe quedar excluido, la prioridad debe estar en los más pequeños. Invertir prioritariamente en la madre gestante y en las familias con niños de hasta cinco años garantiza beneficios para toda la vida y potencializa los efectos de otras inversiones en esos niños. Las inversiones en educación, deportes, salud, etcétera, rinden sus mejores frutos en menores mejor alimentados.
Esto puede significar mayores transferencias de ingresos a familias en situación de pobreza con niños de hasta cinco años, por ejemplo, vía Oportunidades. Esa modalidad de discriminación positiva ya se da, al aumentar ligeramente las transferencias para las familias con niñas, como una forma de incentivar que permanezcan en la escuela y de desalentar los matrimonios excesivamente tempranos, especialmente entre las jóvenes indígenas.
Un aumento de las transferencias aunado a políticas específicas para garantizar el acceso a una canasta alimenticia variada y adecuada, a través de iniciativas como los desayunos escolares, los comedores populares y otras puede ser la combinación más eficiente. Un análisis más detallado de las estadísticas puede demostrar que pobreza extrema no equivale directamente a hambre. No todos los pobres extremos padecen hambre ni todos los pobres moderados comen suficientemente. En el caso de la pobreza extrema, las redes sociales y familiares explican la discrepancia entre pobres extremos y personas con hambre. En el caso de la pobreza moderada, la facilidad con la que se obtienen alimentos de mala calidad (carbohidratos sobre todo) y la dificultad para el abasto de una canasta rica en proteínas, frutas y verdura, hace que las cifras de anemia sean desproporcionadamente altas en comparación con las cifras de pobreza extrema o moderada.
El nuevo gobierno ha resaltado la dispersión de los programas sociales reportada por Coneval en su análisis de los programas sociales. Hay 273 programas y acciones federales y dos mil 391 programas y acciones estatales y municipales. Es cierto que con los mismos recursos, racionalizándolos, evitando repeticiones, actualizando los padrones, se pueda hacer un uso mucho más eficiente de los recursos. Pero hay un incentivo perverso para la pulverización de los programas sociales, especialmente en los municipios: la no reelección, precisamente detenida por el actual partido en el poder. Por no tener el incentivo de la reelección, tanto en política social como en demasiados temas, todo se hace y se rehace cada tres años, como el paño de Penélope. Y para saber qué opinan de los anuncios en política social, nos encontramos en Twitter: @ceciliasotog