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LONDRES, 10 de marzo.- Corría el año 96 cuando Heidemarie Schwermer decidió vivir sin dinero. En Alemania, y en el resto de Europa, su gesto se percibió más bien como una excentricidad. La típica "rareza" que salta a la última página de los periódicos y luego se olvida. El gesto inútil de rebeldía en plena época de las vacas gordas. A vivir que son dos días.
Pero son ya 17 años y ahí sigue. Primero vivió sin marcos y ahora sin euros. Su "experimento" se ha convertido más bien en una filosofía de vida: "Gib und Nimm" ("Da y Toma"). La experiencia dio pie a un libro y ahora a una película: 'Living without money' ('Vivir sin dinero'). Cumplidos ya los 70, Heidemarie huye de los protagonismos pero se esfuerza en demostrar que vivir sin dinero es posible.
El 'experimento' de Heidemarie Schwermer es ya su forma de vida.Ver Cancelando el dinero, seremos realmente libres.
"Empecé a hacerlo por la situación del mundo. Porque me parece injusto que haya gente que muera de hambre mientras nosotros derrochamos a diario la comida. Yo llevaba una vida acomodada, pero sentí la necesidad de hacer algo diferente. Ahora mi mensaje es más relevante si cabe. La gente me toma más en serio porque sienten que algo debe cambiar".
La crisis está golpeando también en Alemania, advierte Heidemarie, y la gente está lanzándose a explorar estilos alternativos de vida. Ella misma arrancó en 1994 con el primer grupo de intercambio de Dortmund, Da y Toma, allanando el camino a los bancos de tiempo y a las redes de trueque que ahora proliferan por la Eurozona como respuesta a la renqueante economía oficial.
"Para mí, el grupo fue una buena manera de empezar a actuar de un modo diferente", reconoce Heidemarie. "Pero la idea es ir más allá. El cambio -con o sin dinero- ha de comenzar con uno mismo, a la altura de la conciencia. Creo que la filosofía de "dar y tomar" puede aplicarse fácilmente a la vida "normal". Cuando cambiemos de mentalidad y descubramos que hay vida, más allá de lo que podamos comprar por dinero, será realmente cuando acabe de tomar cuerpo eso que ahora llamamos la "economía compartida".
Ha llegado quizás el momento de recordar que Heidemarie Schwermer llevó una vida "normal" hasta los 53 años. Nuestras compañeras Ana Alonso y Rosalía Sánchez glosaron antes para EL MUNDO su trayectoria vital: madre trabajadora con dos hijos, profesora desencantada con el sistema educativo, psicóloga y terapeuta gestáltica que llegó a vivir a cuerpo de reina y con más de un coche en la puerta. "Una vida dominada por el tener y no por el ser" (en palabras propias).
Tras probar con el grupo de intercambio, la idea de vivir sin dinero le fue rondando la cabeza. Decidió probar por un año, a modo de experimento. Vendió su casa, canceló la cuentas del banco, repartió el dinero entre sus hijos, regaló muebles a vecinos y amigos, hizo donaciones a los más necesitados. Ella misma se vio de la noche a la mañana 'sin techo', obligada a llamar a las puertas de amigos y conocidos para comer y pernoctar. Eso sí, siempre presta a ofrecer sus servicios (cocinando, regando plantas, recogiendo a los niños, paseando a los animales) a cambio de la generosidad ajena.
Al principio se sintió "liberada" al desprenderse de todas sus posesiones. Pero después fue difícil, reconoce. Más de un día pasó hambre, o tuvo que hacer noche en el centro cultural Wissenschaftsladen de Dortmund, que siempre le abrió sus puertas. Con el tiempo, sin embargo, la ley de 'Gib und Nimm' acabó surtiendo efecto. El 'dar y tomar' se convirtió en su respuesta humana a la moneda de cuño.
A veces se ha llegado a ver en situaciones extremas, pero su "ley" nunca falla, o eso asegura: "Hay aprender a trabajar con el miedo y a vivir en el momento presente. También hago previsiones y calculo que nada me falte, pero más de una vez me ha ocurrido que no tenía nada para comer, y de pronto me llaman unos amigos que me invitan ese mismo día. Viviendo así te das cuenta de que muchas de nuestras preocupaciones en la vida diaria son absurdas, y muchas de ellas están relacionadas con el dinero".
Heidemarie tiene computadora y teléfono (regalados). Su ropa también la consigue así, y prácticamente todas sus necesidades básicas. Con su curioso sistema consigue gratis hasta entradas para la ópera (a cambio de sus servicios como psicóloga en un conflicto familiar). Sus hijos y sus nietos se sienten "orgullosos" de ella, aunque siguen apegados a sus posesiones. Su pretensión, asegura, no es que todos empecemos a vivir sin dinero, sino más bien que reflexionemos sobre "lo que realmente somos y lo que tenemos".
Su red de amigos se extiende ya por varios países, sobre todo en Italia, donde le concedieron el premio Tiziani Terzani en 2008. Y si la invitan, viaja donde haga falta para hablar de su experiencia, sola o arropada por la cineasta noruega Line Halvorsen, la directora de 'Viviendo sin dinero' (la película).
"Hemos tenido 350 proyecciones en 30 países hasta la fecha, y el interés ha sido muy grande en Estados Unidos, Grecia, Italia o España", admite Line, afincada temporalmente en la Costa Brava. "La crisis económica ha forzado sin duda a la gente a pensar de una manera diferente y a ser más creativa. El ejemplo de Heidemarie no te deja indiferente: hay gente que la critica y hay gente que la admira. Unos y otros salen de la proyección haciéndose la misma pregunta: ¿Llevamos realmente la vida que queremos? ¿Estamos contentos con el sistema económico? ¿Podemos buscar alternativas y trabajar juntos por otros estilos de vida?".
Siguiendo día a día con la cámara a Heidemarie, Line Halvorsen admite que ella misma pasó por momentos de duda: "Tenía realmente dificultades para entender su reto personal. Pero el tiempo que pasamos juntas me permitió ser su amiga y apreciar aún más su ejemplo. Ella me ha hecho mirarme a mí misma y cuestionarme mis propias actitudes hacia la vida, el dinero y las posesiones. Me sigue sorprendiendo su capacidad para estar en el momento, para perderle el miedo a la vida y tener fe en lo que ocurra".
"Y su mensaje en sin duda más relevante en tiempos de crisis. Creo que está surgiendo un movimiento muy poderoso de 'economía compartida', al margen de la economía oficial. Es un mundo que quiero explorar en un portal en la red y en un nuevo documental sobre el crecimiento económico en un planeta finito. Ahora mismo estoy en España, siguiendo el ejemplo de Heidemarie, y viviendo fundamentalmente de la generosidad de mis amigos. Creo que todo lo que está ocurriendo nos va a servir en el fondo para 'recuperar la economía', para reforzar los lazos sociales y descubrir que una vida feliz va más allá de los bienes materiales". (EL MUNDO)