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Dos enormes personajes de la IglesiaCatólica de nuestro tiempo, han vuelto a separar sus posicionesdoctrinales y reafirmar que, en la ruta que cada quien escogió, nohabrá posibilidad de que los caminos se junten. Por más que así loquiera Dios.
Joseph Ratzinger y Hans Küng, los dosteólogos más jóvenes del Concilio Ecuménico Vaticano II, de 1962 a1965, hoy en día los de más edad y, "los únicos aún completamente enactivo", están de nuevo enfrentados sobre el futuro de la Iglesia y lamanera en que la curia romana está respondiendo a esta etapa de enormedesprestigio para el catolicismo, manchado centralmente no sólo por losabominables y documentados casos de pederastia clerical, sino tambiénpor la enorme, brutal, red de complicidad y ocultamiento de esoshechos, de los que el caso Marcial Maciel es el mayor ejemplo.
Ratzinger es hoy El Papa BenedictoXVI, y Küng, un sacerdote católico, profesor emérito de teologíaecuménica en la Universidad de Tubingen, en Alemania. No tienen lamisma jerarquía, me dirán los detractores del segundo, pero no podránnegarme que en ellos se entraña la división doctrinal contemporánea másimportante de la Iglesia Católica que se coloca en el mismo nivel. Tanes así que, la prensa vaticanóloga se dividió prácticamente en dosgrandes pools de cobertura mediática cuando el cónclave del colegiocardenalicio eligió a Joseph Ratzinger como nuevo Papa de la IglesiaCatólica.
Un grupo de reporteros estaba enRoma, al lado de la chimenea de la capilla Sixtina, por la que salióel humo blanco. El otro se trasladó hasta el poblado de Tubingen, dondeHans Küng, el teólogo suizo que desde 1979 se había enfrentado con elnuevo Pontífice, hasta ser incluso suspendido por él, para el ejerciciode la enseñanza católica, leía un pequeño texto en el que dio su puntode vista.
Contrario a lo que muchos pensábamosque sucedería, Kúng no arremetió en contra de quien fuera su gran amigoy compañero perito de los proyectos y los debates conciliares, pero queluego con el paso del tiempo se convirtió en su más decididoperseguidor. Aunque se mostró decepcionado, Hans Kúng tuvo palabras dealiento y esperanza para el nuevo jefe de la Iglesia: "Hay que darletiempo", "démosle una oportunidad", fueron las frases que sedestacaron en las notas informativas complementarias al nombramientopapal. Propuso que, "Habría que conceder a los nuevos Papas 100 días,igual que se hace con los presidentes de EE UU", y desde entonces marcólos retos del nuevo pontificado: "De lo que no cabe duda es de quetendrá que acometer tareas descomunales que su predecesor no haresuelto y que llevan mucho tiempo estancadas. Entre ellas, fomentaractivamente el ecumenismo de las iglesias cristianas, implantar lacolegialidad entre el Papa y los obispos así como esa descentralizaciónde la dirección de la Iglesia y garantizar la igualdad de derechosentre hombres y mujeres dentro de la Iglesia".
Hans Kung basó su esperanza en que alser nombrado Papa, el cardenal Ratizinger actuaría como padre, quealberga y da cobijo a todos sus hijos. "La experiencia nos enseña queocupar el lugar de Pedro en la Iglesia católica de hoy en día supone unreto capaz de transformar a cualquiera: se puede llegar al cónclavecomo cardenal progresista y salir convertido en Papa conservador(Montini-Pablo VI), o bien llegar al cónclave como cardenal conservadory salir convertido en un Papa progresista (Roncalli-Juan XXIII)", fuela explicación y la apuesta que hizo por el milagro transformador, omejor dicho, por el milagro de devolver al cardenal Ratzinger a susposiciones reformadoras originales.
Ese gesto comprensivo, sin duda fue loque propicio que ambos personajes se reencontraran de nuevo, pues desde1979 no habían vuelto a cruzar palabra personalmente, pues fue cuando aKüng se le privó del título de profesor de teología católica pordiscutir, entre otras cosas, la infalibilidad papal y la doctrinasexual de la Iglesia. Mediante la publicación de un libro titulado"¿Infalible?, una pregunta", Hans Küng rechazó la Infalibilidadpontificia y alzó también su voz para criticar lo que considera «faltade libertad» dentro de la Iglesia.
De esta manera Kung tocó uno de losejes del dogmatismo católico, por virtud del cual se ejerce unadisciplina que, de entrada, acepta la restricción de la libertad depensamiento, y en ello, el principal mecanismo de control como podereclesial.
La infalibilidad del Papa es explicadapor la Iglesia Católica como efecto de una especial asistencia que Dioshace al romano pontífice cuando éste se propone, por un acto definitivoy solemne, definir y enseñar como cierta y divinamente revelada unadeterminada doctrina sobre la fe o la moral.
La enseñanza de la infalibilidadpontificia no sostiene que el Papa no se equivoque en cualquiermateria; tampoco sostiene que el Papa sea infalible cuando da suopinión particular sobre algún asunto; ni que el Papa esté libre detentación ni de pecado.
De este modo la Iglesia entiende quees preciso que Dios preserve a la Iglesia, y al Papa que es su CabezaSuprema, de cometer error en materia de fe o de moral, a fin de quepueda guiar correctamente a los pastores y los fieles y de que todostengan seguridad de que la doctrina enseñada por ella es cierta.
No sólo Hans Kung ha postulado unaobediencia racional al sumo pontífice. El entonces Cardenal Ratzinger,hoy Benedicto XVI, escribió en 1968: "por encima del Papa se halla lapropia conciencia, a la que hay que obedecer incluso en contra de loque diga la autoridad eclesiástica".
La respuesta del Vaticano sólo vino encontra de Hans Küng, en 1980, porque fue dada precisamente porRatzinger, que en ese momento era Prefecto de la Sagrada Congregaciónpara la Doctrina de la Fé, quien le prohibió seguir enseñando teología.
Pasaron treinta años para que sevolvieran a encontrar. En la residencia veraniega de Castengandolfo sereunieron los dos teólogos por más de cuatro horas en septiembre de2005. Hubo un escueto boletín que dio cuenta de un diálogo cordial ysincero, y el reinicio de sus conversaciones sobre las diferenciasdoctrinales en diversas posturas de la Iglesia.
Pero hace tres semanas parece haberculminado esa tregua que ambos se dieron para dialogar, y la espera queKüng recomendó a la feligresía católica, que por supuesto duró más que100 días. Al cumplirse el quinto año del pontificado de Ratzinger, elfundador del Foro para una Nueva ética mundial, ha llamado mediantecarta abierta a todos los obispos católicos a que se animen a promoverla convocatoria para un nuevo Concilio, o por lo menos, un sínodo deObispos representativo, ante lo que el advierte es "la peor crisis decredibilidad de nuestra Iglesia, desde la Reforma".
Dice: "Mis esperanzas, y las de tantoscatólicos, de que el Papa pueda encontrar su manera de promover larenovación continua de la Iglesia y la reconciliación ecuménica en elespíritu del Segundo Concilio Vaticano desgraciadamente no han sidocumplidas. Su pontificado ha dejado pasar cada vez más oportunidades delas que ha aprovechado: se perdieron las oportunidades para elacercamiento con las iglesias protestantes, para la reconciliación alargo plazo con los judíos, para un diálogo con los musulmanes en unaatmósfera de confianza mutua, para la reconciliación con los pueblosindígenas colonizados de Latinoamérica y para el suministro deasistencia al pueblo de África en su lucha contra el sida. También seperdió la oportunidad de hacer del espíritu del Segundo ConcilioVaticano la brújula para toda la Iglesia Católica".
La dolencia que más irrita a Hans Kúngen el presente, es la pederastia clerical: "hoy, además de estas muchascrisis, surge una serie de escándalos que claman al cielo: larevelación de que varios clérigos abusaron de miles de niños yadolescentes en todo el mundo. Para empeorar las cosas, el manejo deestos casos ha dado origen a una crisis de liderazgo sin precedentes ya un colapso de la confianza en el liderazgo de la Iglesia. Lasconsecuencias para la reputación de la Iglesia Católica sondesastrosas. Importantes líderes de la Iglesia ya han admitido esto.Numerosos pastores y educadores inocentes y entregados a su labor estánsufriendo bajo el estigma de sospecha que ahora cubre a la Iglesia".
Luego el reto: "Ustedes, reverendosobispos, deben hacer frente a la interrogante: ¿qué pasará con nuestraIglesia y con sus diócesis en el futuro?".
Lo interesante sería saber que opinan los obispos mexicanos de esta invitación.
P.D. El secuestro de Diego Fernándezde Cevallos, que se dio a conocer al momento de concluir estacolaboración, consterna a la Nación completa porque, además de lacobardía y la injusticia intrínseca del plagio, señala lavulnerabilidad en la que se encuentra la sociedad en su conjunto frentea la acción del crimen organizado.
Nadie está a salvo, es el duro mensajeal país que mandan las mafias, para sembrar el terror entre lapoblación y la confusión en el Gobierno, precisamente cuando la luchacontra el narco toca momentos cruciales. Así fue en Colombia, cuando elEstado empezó a ganar la batalla: se ensañaron en crueldad lasejecuciones, se secuestraron a personajes con un alto nivel de famapública, y continuaron con líderes ligados a la política y a políticosen el Gobierno. Que Diego esté con vida y las autoridades puedanrescatarlo, es mi más profundo deseo.