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Tres estrellas
La calidad técnica de Ridley Scott es un asunto que no está a discusión. Desde sus primeros trabajos "Los duelistas" (1977) y "Alien" (1979) se reveló como un director prodigio. La consolidación llegaría con obras maestras que han dejado una huella imborrable: "Blade runner" (1982) y "Thelma y Louise" (1991). Pero la última década ha servido a Scott para recalcar su perfeccionada técnica. "Gladiador" (2000), "La caída del halcón negro" (2002) y "American gangster" (2007) son ejemplos de la pulcritud formal del cineasta. Sin embargo, el cine de Riddley Scott ha ganado en forma lo que ha perdido en propuesta.¿Será que los directores llegan a cierta edad donde sienten que ya no tienen nada que probar? La pregunta surge al ver como las carreras de grandes figuras del cine se han vuelto complacientes con las masas. Tal parece que este síndrome no es exclusivo de Scott, hay que ver lo que también ha ocurrido con James Cameron o Steven Spilberg. Sus productos son perfectos en forma, nadie lo duda, pero carentes de propuestas a nivel contenido. Películas de fórmula, ajustadas cabalmente a los géneros que manejan, cintas hechas para satisfacer a las grandes audiencias.
Lo anterior es confirmado por la decepcionante versión de "Robin Hood" recién estrenada. Esta nueva cinta sobre el famoso arquero es impecable en su diseño de producción. Por lo único que merece la pena pagar el boleto es por ver los escenarios, las vestimentas de los personajes y todos los elementos de utilería. Un verdadero espectáculo es esta acertada revisión histórica ejecutada a lo grande. El segundo pilar del filme es su elenco. Ver a Russell Crowe, Cate Blanchett, Max Von Sydow y William Hurt juntos es un deleite histriónico.
Es la historia del arquero al servicio del rey Ricardo Corazón de León, llamado Robin Longstride. Al morir el rey Robin regresa al reino para devolver la corona pero ursurpando la identidad de un noble llamado Robert Loxley. Hood se compromete a ayudar a la familia de Loxley no está atravesando por un buen momento. Robin, acompañado por tres amigos, asiste a la rápida coronación de Juan, hermano de Ricardo, y luego al pueblo de Nottingham, donde conoce a la familia de Loxley. Pronto queda enamorado de Marion, viuda de Loxley. La invasión francesa y la guerra civil ensombrecen la vida de los protagonistas.
En sus primeros minutos uno espera grandes cosas de "Robin Hood", pero conforme la trama transcurre la decepción aparece. Es un guión mediocre cargado de clichés y el resultado es un drama previsible y torpe. Aún con sus buenos momentos, el filme es tan pobre que es recalentado de lugares comunes extraídos de "Gladiador".
Ridley Scott quiso vender esta cinta como la mejor versión que se ha hecho de Hood. Estrenada en el Festival de Cannes, con declaraciones osadas, Scott se ha resbalado con su propia pretensión, pues hasta las tomas aéreas que hace tomando el punto de vista de una flecha en movimiento es un fusil de la versión que protagonizara Kevin Costner hace varios años.
"Robin Hood" es un precioso empaque que demuestra la maestría del director realizando cine de época, lamentablemente el argumento deja mucho que desear. ¿Dónde quedaron los deseos de innovar? ¿Se murieron con la juventud? Extrañaremos al cineasta arriesgado que revolucionó la ciencia ficción con "Alien. El octavo pasajero" o aquel que se atrevió a incorporar elementos de cine negro en una película futurista, "Blade runner". El próximo proyecto de Scott es una precuela de Alien. A ver si esa revisión del pasado le devuelve un poco la inspiración de antaño.
Lo mejor: el diseño de producción, el elenco de grandes actores, la edición y la precisión de sus tomas.
Lo peor: el ritmo es irregular, es un cinta predecible porque aplica todas las reglas ya vistas gracias a su guión tan mediocre.