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Mi abuela empleaba la expresión: ve la tempestad y no se hinca, aludiendo a las personas que percatándose de sus errores, persistían en ellos. Gente de acusada miopía no visual, sino de criterio. Incapaz de rectificar.
Pues tal es el caso de los actuales inquilinos del ayuntamiento de Mérida. En vez de usar los recursos disponibles, que ya de por sí no son muchos en beneficio de la población, alguien tuvo la peregrina idea, apoyada por los devotos del amor que no se atreve a decir su nombre, encabezados por Roger Metri, que ha de estar recordando venturosos ayeres en la época que hacía mancuerna con Cecilia Flores, para abanicar el planteamiento y aprovechar la cercanía que tanto ha blasonado con Angélica, para convencerla de la idoneidad de realizar un concierto masivo con el colombiano Juanes, con lo que de hecho se estará anticipando el carnaval.
Lo anterior sería de risa, si esta no fuera una ciudad con ingentes necesidades y grandes carencias. Una urbe que aún no encuentra como resolver el problema de su basura, que mantiene inconcluso su parque zoológico, que conjunta cantidad de unidades deportivas necesitadas de mantenimiento, que posee unas finanzas que se encuentran a un tris de ser deficitarias tras veinte prolongados años de ser modelo de salud administrativa y lo que es peor, con una gran cantidad de empleados laborando bajo el régimen de honorarios, carentes de toda prestación y seguridad social. Para morirse francamente.
El problema radica en que Angélica está cortada por la misma tijera que su jefa la gobernadora y como la dzemuleña, la tixkokobense ha hecho siempre gala de suprema irresponsabilidad y supina ignorancia a la hora de tratar los asuntos de índole pública, aunque a los ojos de tirios y troyanos sean capaces de soltarse a llorar a moco tendido, en aras de exhibir una muy supuesta y cuestionable sensibilidad.
Los regidores panistas se han apurado a hacer esto del dominio público, en aras de que el pueblo secunde y apoye su punto de vista, pero esto no ocurrirá. Las masas ignorantes y manipulables se irán con la finta, con la vieja receta de pan y circo y serán incapaces de percatarse del perjuicio que dilapidar de esta manera el capital social representa. Por supuesto, lo anterior no quiere decir que los regidores de oposición abominen de las capacidades del colombiano, sino que entienden que tirar a la basura más de seis millones de pesos en unas horas, habiendo tantos asuntos pendientes, es una calamidad.
La ciudad de Mérida es una nave que de manera lenta pero segura, se está yendo a pique. Lo más triste del caso es que sus ciudadanos pensantes en su inmensa mayoría reprueban en su fuero interno cuanto se está haciendo en perjuicio de su patria chica y distraídos con el linchamiento público que se hace a la otra figura femenina fuente de excesos más antiguos y de mayor envergadura, pierden completamente de vista, que se está echando a perder en unos cuantos meses, lo logrado durante muchos años de disciplina y trabajo tesonero.
Los mismos males presentes en la estructura del gobierno del estado, afectan ahora al ayuntamiento, nada más que como en este último caso se maneja un perfil un poco más discreto y se utiliza con igual efectividad la técnica del maiceo mediático, los efectos no son tan espectaculares.
A los meridanos corresponde rechazar una administración que en nada los ha beneficiado y que representa una involución de cuarto de siglo en el devenir político social de su localidad. El proyecto del despilfarro debe rechazarse en todos los ámbitos, no solo a nivel estatal, sino también a escala municipal. No bajemos la guardia.
Dios, Patria y Libertad