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La proporción mayor de gente que entra al PAN es afecta a la democracia, a la transparencia, al gobierno que respeta las leyes, a la libre competencia con equidad para las empresas, a la educación de calidad para el ser humano, a la salud para todos, a los concursos limpios y honestos para contratar obra pública y a una actitud que premia los méritos y la capacidad real de los individuos, castigando la ineptitud, la irresponsabilidad, la ineficacia y la deshonestidad.
Eso deseaban en 1990 en Mérida las personas que salieron a las calles a votar por los candidatos del PAN. Y así eran los políticos que tratan de trabajar en el PAN. Eran tiempos en que los votos solo podían contarse si los ciudadanos salían y se quedaban en las puertas de las casillas esperando que el conteo se diera. Desde allí, afuera, estaban vigilando que sus votos se contaran.
Eran tiempos difíciles porque los gobiernos de todos los niveles eran prepotentes, autoritarios y solo reaccionaban cuando salíamos los ciudadanos a las calles a exigir que las leyes se respetaran. Pero eran leyes hechas por los mismos que después sabrían los subterfugios perfectos para no obedecerlas. Eso de los trucos en las leyes no ha cambiado: aún son mayoría en el congreso los herederos de los sistemas autoritarios. Hoy existen modificaciones a la Constitución que son una vergüenza y vivimos en silencio, como si no existieran esas aberraciones, sencillamente porque no sentimos que nos estén afectando en forma directa. Pero lo están: nos afecta como ciudadanos, como país y en alguna forma se convierte en obstáculo para el progreso del país.
Dentro del PRI también han militado personas que han abogado por métodos democrácticos para hacer las cosas. Muchos de ellos se han salido y han formado el PRD y otros se han ido al PAN. En el interior del PRI puede haber gente que con buenas intenciones cree que la idiosincracia mexicana es inamovible y que, por lo tanto, lo mejor que podemos hacer es vivir con esa convicción y solo hacer las cosas para que más o menos podamos convivir en paz.
Estas personas parecen tener razón a la luz de lo que está sucediendo dentro del PAN. Los amantes de los valores descritos en el primer párrafo de este artículo —repásalos si es que ya no los tienes frescos en tu memoria— parecen ser más escasos cada día. Por lo menos eso han demostrado personas que se han negado rotundamente a aceptar los métodos democráticos para llegar a ver "quién es el mejor", aplicando aquello de que vox populi, vox dei, o democracia simple.
Ana Rosa Payán Cervera es una persona que se ha convertido en una leyenda en nuestro medio. Ya ha sido presidenta municipal de Mérida en dos ocasiones, además de haber sido diputada y senadora, tanto local como federal. En la primera ocasión en la presidencia municipal de Mérida, ganó la elección de 1990 cuando era gobernador de Yucatán Víctor Manzanilla Schaffer. Cervera Pacheco se encontraba muy ocupado como Secretario de Reforma Agraria. Pero tenía un gran poder en Yucatán. Manzanilla Schaffer se caracterizó por ser un intelectual enamorado de la democracia. Él quería —entre trago y trago— ver a un México democrático. La victoria de la oposición y el respeto de esta dentro de su gobierno, fueron factores que le dieron al señor Manzanilla un gran gusto. Recordemos cómo acudió, orgulloso, a la toma de posesión de Ana Rosa. Dulce Sauri manifestó un descontento mayúsculo cuando estas cosas estaban sucediendo. Ella fue la que lidereó la protesta contra el Diario de Yucatán, quemando ejemplares en la Plaza Grande, en una tarima.
También fueron esas las épocas en que se estaba gestando el monstruo de la formación del Por Esto! para evitar que en Yucatán la sociedad pudiera vivir con una prensa libre e independiente. Había que colocarle en las narices a los yucatecos, a un mercenario de la palabra escrita para comenzar el proceso de la tergiversación de los hechos. Este proceso ha tenido grandes "éxitos", entre los cuales está incluida la destrucción progresiva de la imagen real de Patricio Patrón Laviada.
Patrón Laviada es el representante exacto del panista ideal. Contiene todos y cada uno de los elementos que he descrito en el primer párrafo. Es un convencido de cada uno de esos valores. Era absolutamente necesario, por lo tanto, destruir, a como diera lugar, la imagen de una persona que tenía las características exactas —y la congruencia— del panista. Era imposible dejarlo "vivo".
La destrucción de Patrón Laviada, además, ha permeado entre otros personajes de dentro y fuera del panismo. Tenemos el caso —según Patrón Laviada lo ha declarado a los medios— del hijo del prócer histórico del panismo yucateco, Víctor Manuel Correa Rachó, segundo o tercer presidente municipal panista en todo México. Luis Correa Mena acudió, cuando Patricio era gobernador y estaban próximas las elecciones internas del PAN, a solicitarle algo muy especial al gobernador: que ordenara, con el poder de gobernador que tenía, que él y solo él fuera el candidato del PAN a gobernador de Yucatán 2007-2012. Correa le pedía que le evitara el trabajo de la campaña interna. Patricio le ha de haber suplicado que se hiciera campaña. ¿Por qué? ¿Quería Patricio imponer a alguien? En todo caso, el candidato de Patricio era precisamente Correa Mena. Incluso dentro del gobierno se había creado un puesto especial para Luis Correa. Esto lo ha afirmado públicamente Patrón Laviada y no lo ha negado Corre Mena.
No puedo criticar jamás a Patricio Patrón porque este haya tenido un "favorito". Y solo puedo reconocer como un acto democrático la actitud de Patricio al pedirle a Correa que se ciñera a los mecanismos democráticos del PAN y buscara la elección interna por los medios definidos para tales objetivos dentro del partido mismo.
Hoy sabemos ya muchos, porque Patricio nos lo ha venido recordando, que el PAN yucateco pagó una encuesta a la empresa Gea-Isa —una de las encuestadoras nacionales más profesionales en sus resultados y en su historial— para medir el nivel en que se encontraban Correa Mena, Abreu Sierra y Payán Cervera. Esa encuesta, la más objetivamente aplicada de todas las que se hicieron, demostró que los 3 estaban posicionados de tal manera que quien más apoyo tenía, estaba 1 punto porcentual arriba del más bajo. Estaban, prácticamente, empatados.
El acuerdo fue que solo si uno de los candidatos tenía 10 puntos porcentuales arriba de los otros dos se le consideraría el candidato y se ahorraría el PAN la elección interna. Por desgracia ese no fue el caso. Es lógico el resultado: la marca PAN medida por otras encuestas aparecía muy arriba. La ciudadanía no estaba interesada tanto en cuál sería el candidato, sino en que el PAN ganara las elecciones. Los humanos dentro del sistema de competencia, por desgracia, no escogieron el camino de la magnanimidad estoica, aceptando una rifa entre los 3 o, incluso, una renuncia de dos de ellos para dejarle al tercero o tercera la responsabilidad. Fue entonces que debió hacerse una campaña interna.
La gente iba y pedía línea: saben, todos ellos, los que fueron a pedir "línea", que Patricio siempre respondió que eso no era posible, que cada cual es libre de votar por quien le parezca.
En este tipo de contiendas resulta ganador el candidato que más labor de convencimiento hace. Todo parece indicar que quien más labor hizo fue Xavier Abreu. Quizás Ana Rosa Payán se confió de su popularidad en algunas encuestas externas, creyendo que entre los 12,000 miembros del PAN tendría las mismas proporciones. Pero no fue así.
Después de efectuarse la elección interna, el conteo de los votos arrojó que Xavier Abreu sería el ganador. Esto provocó que la gente de Ana Rosa se activara para encontrar la manera de denunciar algo —lo que fuere— con tal de tratar de anular la elección. Espino envió del centro gente para observar y analizar la situación. Esta gente llevó al CEN del PAN los datos que recogió. En una junta que se prolongó por más de 2.5 horas, Patricio Patrón y los candidatos, se sentaron a escuchar el veredicto de los que Espino había enviado para hacer el estudio. Uno por uno los casos —ninguno contra el gobierno del estado— fueron leídos. No hubo uno solo que tuviera posibilidades de probarse. Todas las acusaciones fueron consideradas infundadas.
El equipo de Espino terminó de leer, en 2.5 horas, el veredicto de sus investigaciones. El ganador era Xavier Abreu Sierra y no existía razón alguna para que la elección se cancelara.
Ya, a sabiendas de que los resultados de la investigación sostenían la validez de la elección, Espino, de todas maneras, procedió a solicitar del Comité la votación para ver si se anulaba la elección con todo y el hecho de que las investigación indicaban que la elección debería considerarse válida.
Se hizo la votación del Comité Central. El resultado fue contundente una vez más: la elección debería considerarse como válida.
Lo que sucedió después solo fue en detrimento del Partido Acción Nacional, y en forma bastante directa, en detrimento de la ciudadanía yucateca en general. Una marca con más de 30 puntos arriba de las otras marcas políticas en Yucatán, fue progresivamente destruida desde dentro y desde fuera. De hecho, los bombardeos desde fuera solo tenían que extender hacia el exterior lo que se estaba dando en el interior y amplificarlos. Así, en unos 7 meses, un partido político con 30 puntos porcentuales por encima del más alto, perdió la elección.
¿Cuál habría sido la historia de Yucatán y de Mérida en caso de que Ana Rosa Payán Cervera aceptara los resultados que todo mundo en su partido había investigado y concluido que eran correctos? La respuesta a esa pregunta la tienen todos ustedes, lectores y ciudadanos. La historia sigue hoy, se vuelve a contar el relato nuevamente, porque no está claro para la mayor parte de la ciudadanía. Se trata de ciudadanos que desean un gobierno con las cualidades que hemos descrito en el primer párrafo de este artículo. Saben que no abundan entre los grupos que se desenvuelven en la política. Pero saben que Mérida los ha disfrutado, lo mismo que Yucatán durante el periodo de Patrón Laviada.
La victoria de Ana Rosa Payán en 1990 le costó el gobierno de Yucatán a Víctor Manzanilla Schaffer. Fue "cesado" por su jefe político de facto, Víctor Cervera Pacheco. En su informe de gobierno, Manzanilla había acusado a Cervera de hacer "política rupestre" en Yucatán, en su contra. La derrota electoral interna de Ana Rosa Payán en 2006, le costó a Yucatán el regreso a una política rupestre pero generalizada, en contra de la ciudadanía yucateca y meridana.
Hoy las mismas voces de 2006 están pidiendo que el PAN se convierta en un partido de unidad, exactamente igual a como lo es el PRI, que amalgama gente de las más variadas posturas ideológicas y las "une" en una forma de "disciplina de partido" que solo soportó la cosa hasta 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas y otros "tronaron" y se separaron de esa "unidad", para formar el Partido de la Revolución Democrática o PRD. Dulce Sauri tiene el mérito de haber mencionado varias veces a lo largo de sus inteligentes participaciones públicas en la vida de México, el hecho de que el PRI presenta la estructura más apegada a la idiosincracia del mexicano; por lo tanto, la opción que más paz duradera ofrece.
La paz a base de disciplina ideológica, de límites en la libertad de expresión, de "turnos" para acceder al gobierno —en vez de procesos democráticos— quizás sea lo que México necesitaría. Pero algunos de nosotros somos testarudos y queremos ver a más mexicanos, cada día, más anhelantes del valor de un país democrático, transparente e incluyente con respecto a las minorías ideológicas.
Por desgracia, México no se está convirtiendo en un país democrático cada día, sino todo lo contrario: en México, la última encuesta que mide la actitud de los ciudadanos hacia la democracia arrojó que solo 40% de los mexicanos quieren, desean y consideran conveniente que el país sea democrático. 60% estaría por otras formas de gobierno, no democráticas, llegando 17% a desear una dictadura absolutista.
La democracia en México está identificada con el concepto de "elecciones limpias". Este concepto, a su vez, está identificado con que "gana el PAN en 2000". Y allí viene la desgracia histórica: que gane el PAN en 2000 significa la entrada de México a una situación de caos político —pero de orden financiero y administrativo impecables— porque los suspirantes a puestos políticos quieren tener "su turno"; no les interesa competir. Quieren, como Correa Mena, que su "amigo", el gobernador, el presidente, el diputado o el senador, los "coloque" en sus puestos. En esa forma, a final de cuentas, estando ya en el puesto, lo último que les puede importar es el electorado, dado que este no reciben sino el voto personal, en tanto que el puesto se lo deben al "manager político" que les haya tocado.
¿Han sido los años de gobierno panista malos? Los números no indican eso. Sí indican crecimiento lento, pero también indican aumento de reservas, aumento de casas a favor de mexicanos, aumento de seguridad social. Faltan reformas: fiscal, política, laboral, energética, educativa. Y estas no se han dado porque el PRI las ha negado. Las ha negado para que el caos que ahora estamos viendo, se pueda achacar a la "ineficiencia" del PAN. Entonces la propaganda del PRI dice ahora que ellos "sí saben gobernar". Y los que no vivieron o ya han olvidado los quiebres financieros totales de México cada 6 años desde 1970 —a manos de gobiernos priistas— se compran la píldora que les entrega el PRI.
Cuando el PRI gobernadaba, los errores e irresponsabilidades de los gobiernos priistas no se conocían sino cuando México quebraba al final de cada sexenio, dándose una estruendosa devaluación. Durante todo el tiempo que duraban en el poder, los medios masivos de comunicación se dedicaban a ensalzar, con mentiras fehacientes, la "labor" que supuestamente estaban desempeñando los políticos.
Desde 2000 hasta hoy, jamás se ha vuelto a dar una crisis que se le pueda adjudicar al gobierno federal. Las cosas, efectivamente, cambiaron para bien del país. Pero eso no es lo que se percibe. Se percibe todo lo contrario: que el país va mal. La realidad es que solo no va mejor por las reformas legales que el PRI les ha negado a los mexicanos con tal de que la mejoría del país no pueda ser identificada como labor del gobierno en el poder, o sea, del panismo.
Los más profundamente responsables de la catástrofe informativa de México son los medios masivos de comunicación. Con el afán de sonar que son bravos y valientes, se la pasan todos los días criticando la labor de políticos panistas que no conocen el embute o chayote, como se le llamó en el priismo al pago de periodistas para que ellos hablen siempre a favor de los políticos. Los que no lo hacían, de todas maneras, corrían serios riesgos de desaparecer de la escena informativa o de la vida, para acabar pronto.
¿Hay tiempo? Lo hay solo si los que saben la realidad, salen a predicarla para tratar de evitar que la estupidez mediática continúe haciendo la devastación histórica que está provocando en México. "No tengo tiempo" es una excusa válida, pero te puede costar más, a la larga, no invertir bien organizadamente algo de tu tiempo ahora en promover la verdad política de México, en vez de hacer nada y esperar a que caiga encima de ti y de los tuyos el asteroide fulminante de gobiernos autocráticos. (Libro de todos estos artículos en: http://goo.gl/duw9P).