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CHICHÉN ITZÁ, Yucatán, 7 de junio.- Entre ritos mayas y buenos augurios para la renaciente relación bilateral, el Presidente de China, Xi Jinping, se despidió este jueves de México con un paseo junto a su esposa, Peng Liyuan, y la pareja presidencial mexicana por las majestuosas ruinas de Chichén Itzá.
Entre ritos mayas y buenos augurios para la renaciente relación China-México, el Presidente chino, Xi Jinping, se despidió ayer de México con un paseo junto a su esposa, Peng Liyuan, y la pareja presidencial mexicana por las majestuosas ruinas de Chichén Itzá.
El Juego de Pelota despertó la admiración de los Mandatarios.
Durante el recorrido, Jinping fue agasajado con danzas, como la de las cintas, y música precolombina.
Imagen del recorrido.
Visitar esta turística zona arqueológica maya, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, fue un deseo expreso del líder asiático que, tras dos ajetreados días de reuniones con autoridades y empresarios en la Ciudad de México, finalmente pudo cumplir.
"¡Qué mejor lugar para cerrar este encuentro que en esta belleza de México, una de las maravillas del mundo moderno, Chichén Itzá!", expresó el Presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
Ni el sol inclemente ni la humedad extrema que había este jueves en este paraje de la caribeña Península de Yucatán impidieron que las parejas presidenciales se tomaran fotos junto a monumentos prehispánicos emblemáticos como el Palacio de los Guerreros o el Juego de Pelota, ni que grupos locales bailaran y cantaran para ellos.
Durante la visita, Xi fue agasajado con danzas y música precolombina y el canto en lengua maya de un coro infantil, pero, sin duda, uno de los momentos cumbres de la jornada llegó con los rituales sagrados.
Ataviados con ropa tradicional, hierbas e incienso, dignatarios mayas ofrecieron un ritual de buenos augurios a los mandatarios llamado Tiburcio Can May (Serpiente de la garra), una limpia en la que los religiosos rociaron con incienso los cuatro puntos cardinales de sus cuerpos.
Peña Nieto aprovechó este momento espiritual, que contaba con el sonido de los caracoles de los altares mayas, para compartir algunas reflexiones con su par chino aludiendo al simbolismo del lugar.
"Es un excelente augurio pues en el calendario chino, él (Xi Jinping) es serpiente y la deidad principal aquí es precisamente Kukulcán, una serpiente", comentó el Mandatario mexicano.
"Considero que es una señal del buen futuro promisorio y próspero en nuestra relación con China", auguró.
Durante el ritual, el Presidente chino mostró especial interés por las guacamayas, los coloridos loros que habitan en la selva mexicana y otras partes de América Latina, una especie que se está tratando de repoblar en esta zona costeña del país.
Desde ese paraje turístico que cerró la visita de tres días de Xi a México, Peña Nieto se mostró convencido de que este encuentro -el segundo de los mandatarios en los últimos dos meses- alienta la posibilidad de "lograr un mayor equilibrio" en las relaciones comerciales con la segunda economía del mundo.
Con México, el gigante asiático tiene una balanza comercial altamente desequilibrada, con una proporción de casi 10 productos exportados por China a México por 1 haciendo el camino inverso el año pasado.
Peña Nieto dijo a periodistas que en estos tres días hizo "especial énfasis para que de las muchas inversiones que China hace en el mundo, vea en México una oportunidad de inversiones" y aseguró que existe un grupo de funcionarios chinos de primer nivel que estarán en contacto permanente con funcionarios mexicanos y en breve se evidenciarán "pasos seguros a la concreción de estos objetivos".
"Hay disposición de China para que así sea", aseguró Peña Nieto al apuntar que el gobierno de Pekín está interesado especialmente en la carne de cerdo, el tequila y los textiles mexicanos.
Otro de los objetivos de la relación bilateral, manifestó Peña Nieto, es fomentar inversiones de China en México, una cuestión para la que dijo que ya se ha establecido un "diálogo constante".
Con buenas palabras y augurios para la relación bilateral concluyó la visita presidencial de poco más de una hora a Chichén Itzá que, por primera vez en mucho tiempo, quedó cerrado al público y sin puestos artesanales desde primera hora de la mañana.
De hecho, el cierre momentáneo de la zona arqueológica molestó a algunos visitantes del recinto, que fue reabierto alrededor del mediodía cuando el Presidente de la segunda potencia del mundo pudo dar por cumplido su deseo. (AFP)