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WASHINGTON, D.C., EE.UU., 8 de junio.- El escándalo de la vigilancia electrónica de los servicios de inteligencia en Estados Unidos cobró más fuerza ayer al descubrirse que se aplica en varios niveles que abarcan la telefonía, los servicios de Internet y –según ex funcionarios de inteligencia– también las tarjetas de crédito. Esta revelación deja en evidencia que la dimensión de la información recabada por la poderosa Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por las siglas en inglés) representa una notable escala de control sobre millones de ciudadanos.
El escándalo de la vigilancia electrónica de los servicios de inteligencia en Estados Unidos del Gobierno de Obama, cobró más fuerza ayer al descubrirse que se aplica en varios niveles que abarcan la telefonía, los servicios de Internet y –según ex funcionarios de inteligencia– también las tarjetas de crédito.
El miércoles, el diario británico The Guardian difundió un informe secreto donde constaba que la compañía telefónica Verizon, que maneja unas 100 millones de líneas, brinda datos de sus clientes a los organismos de inteligencia. Pero ahora se supo que también aportan información AT&T y Sprint, dos grandes compañías de ese rubro que juntas cuentan con más de 160 millones de clientes.
Además, dos de los grandes diarios estadounidenses, Wall Street Journal y Washington Post, revelaron ayer que la NSA y el FBI recaban datos de Internet y lo hacen directamente de los servidores de nueve grandes compañías de la Web: Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, PalTalk, AOL, Skype, YouTube y Apple.
El orwelliano sistema de espionaje también se completa con el control de las compras que se realizan por tarjetas de crédito, según The Wall Street Journal, cuyo informe no fue negado ni confirmado por la Casa Blanca.
El acuerdo con las empresas de Internet tiene su base en un programa denominado PRISM, que permite rastrear datos de personas en la Web a través de los sistemas de audio, video, fotografías, correos electrónicos y registros de conexión. Se inició en 2007 y creció “exponencialmente”, tanto que actualmente es uno de los componentes más prolíficos del informe diario al Presidente Barack Obama. Es más, al parecer la NSA comparte datos extraídos de allí con sus socios británicos, la Government Communications Headquarters (GCHQ).
Estos programas, según revelan los diarios estadounidenses, comenzaron bajo el Gobierno de George W. Bush a raíz de los atentados del 11 de septiembre del 2001. En un principio lo hicieron sin base legal, pero luego el Congreso creó una estructura de apoyo a través de dos leyes sobre espionaje aprobadas en 2007 y 2008, que le dan un enorme poder el Ejecutivo.
Las normas, además, otorgan inmunidad a las compañías privadas que cooperan con las agencias de inteligencia. Las empresas están obligadas a aceptar una directiva del Fiscal General y del director nacional de Inteligencia para abrir sus propios servidores al FBI o a la NSA. Según The Washington Post, las compañías cooperaron de manera consciente en esta iniciativa, aunque las empresas citadas, tras la publicación de la información, emitieron comunicados negando tener conocimiento del programa de esta espionaje.
Las revelaciones impactaron muy fuerte en la sociedad estadounidense, muy estricta con las libertades y privacidad de sus ciudadanos, y afectaron la imagen de Obama. Si bien el Mandatario admitió la existencia del programa, buscó contrarrestar las críticas afirmando que “nadie escucha sus llamadas telefónicas. No es esto de lo que se trata el programa”.
A continuación explicó cómo actúan los servicios de inteligencia en estos casos: “Examinan los números de teléfono y la duración de las llamadas, pero no se fijan en el nombre de las personas. No examinan el contenido. Analizando los datos pueden dar con pistas sobre personas que podrían haber recurrido al terrorismo”.
Anoche surgió otro informe polémico que dio a conocer The Guardian. Allí se señala que Obama ordenó a los servicios de inteligencia que elaboren una lista de posibles objetivos de ciberataques por parte de equipos de EE.UU. Esto ocurre tras denuncias de Washington sobre ataques de hackers chinos y el mismo día en que el presidente estadounidense recibió a su par chino, XI Jinping, para hablar de este tema, entre otros.
El presidente de EE.UU., Barack Obama, defendió ayer que el equilibrio entre privacidad y seguridad en su país es el "correcto", ante las acusaciones de que su Gobierno ha favorecido un estado de "Gran Hermano" a través del acceso secreto a registros de llamadas y datos de Internet.
Obama se pronunció por primera vez sobre las prácticas de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) al tiempo que aumentan los detalles sobre los registros de inteligencia, que según diversos medios afectan a las 3 mayores compañías telefónicas del país, a nueve proveedores de Internet y a varias empresas de tarjetas de crédito.
"No se puede tener un 100 por ciento de seguridad y tener también un 100 por ciento de privacidad, y cero inconveniencias. Vamos a tener que tomar decisiones como sociedad", dijo Obama en una conferencia de prensa en California. "En términos abstractos, la gente puede quejarse de que esto es el Gran Hermano y de que este es un programa que se nos ha ido de las manos. Pero cuando miras de verdad a los detalles, creo que hemos alcanzado el equilibrio correcto", dijo.
El mandatario subrayó que "nadie está escuchando el contenido de las llamadas de la gente" ni "leyendo sus correos electrónicos", y aseguró que las actividades de la NSA cuentan con un "amplio apoyo bipartidista" en el Congreso y son continuamente supervisados.(Agencias)