1918 palabras
CHICHEN ITZA, Yucatán, 6 de junio.- El Presidente de México, Enrique Peña Nieto -"un hombre inteligente, pragmático y que tiene mucha prisa", a decir de uno de sus principalísimos colaboradores-, impuso serenidad a sus tratos con el Presidente Xi Jinping: "Me resisto a entrar en el terreno de las especulaciones", contuvo.
Concedió, en el corazón de la Cultura Maya que: "Al presidente Xi Jinping y a mí nos urge que los grupos de expertos trabajen y definan ¡ya! dónde, cómo y cuánto vamos -ambos- a invertir en nuestro mutuo desarrollo".
Con evidentes triunfos en la mano fijó: "En la competitividad, en la preparación está la capacidad de empresarios mexicanos para salir a surtir mercados tan grandes y atractivo como el de China". Y muy entusiasmado convidó: "¡Que venga el mundo a invertir en México!".
Bañado en sudor, en el centro de la enorme plaza donde los antiguos mayas adoraban deidades, discutían, planeaban -y perfeccionaban- trueque y otros modos de intercambio, el Presidente Enrique Peña Nieto hizo somero -pero muy vibrante- recuento de su profundo diálogo con el Presidente Xi Jinping.
Pleno tras compartir noticias de la Cultura Mayense con el presidente Xi Jinping y su esposa, el Presidente Enrique Peña Nieto conjugó la importancia que para el pueblo chino y el que aquí floreció tuvo -tiene- el Sol. Una cultura. Vida y muerte. Y la fertilidad. Los frutos de la Tierra. El del vientre de una mujer. Kukulkán. La Serpiente Emplumada. Ante la formidable pirámide -cuya formidable e imponente construcción obliga contemplarla a notable distancia- ambos presidentes concluyeron:
"En el Zodiaco chino -reveló el presidente Jinping- yo soy serpiente"...
Decidido a adquirir nuevos conocimientos Enrique Peña Neto tanteó:
"¿Sabe que soy yo en su Zodiaco, Presidente?".
"¡Sí! ¡Caballo!".
Ahí estaba el Presidente Enrique Peña Nieto en una mañana llena de sol, de humedad, de sonrisas y cantos de niños ingenuos y ecos de caracoles y vibrar de cascabeles y fugaces danzas y efímeras apariciones de calaveras -"pues que cada uno carga, tiene siempre la suya", dijo el bailarín-coreógrafo Uscanga- y volutas de copal que ardió y humeó para alejar malos espíritus y ruines intenciones a golpe y caricia de yerbas verdes y vigorosa advocación de respetables deidades.
Los dos poderosos -Xi Jinping y Peña Nieto- se prestaron a ser tocados -recorridos- de cabeza a pies por el oficiante que elevaba preces a un cielo sin nubes y luego rozó apenas a las esposas de ambos líderes.
El ritual estremeció a protagonistas y testigos. La esposa del Presidente Xi Jinping se prestó a su cumplimiento. La señora Angélica Rivera de Peña se despojó del discreto sombrero que la defendía del poderoso sol.
Emilio Chuayfett, Rafael Tovar y de Teresa -embajador de Cultura y Conaculta-, Sergio Raúl Arroyo, director del INAH, y el ameno y profundo sabedor José Huchim -"pues el otro día vino Bárbara Bush y también el príncipe Naruhito", reveló con discreta vanidad- mantuvieron el control de la visita a la imponente ciudad. Aunque ayer cumplió 58 años y hubiera preferido que no se supiera, el General Roberto Miranda Moreno procuraba menguar:
"Mire. ¿Qué más puedo pedir? Con buena salud y fibra para trabajar. ¡Esta canijo el calorcito! ¿eh?".
El presidente Enrique Peña Nieto decidió en un parpadeo platicar con decenas de reporteros apenas despidió a la pareja del poder en la distante República Popular China.
La visita del señor Xi Jinping metió en figurillas al profesor Néstor Rodríguez Silveira. Detrás de los anuncios de Umbrellas for Rent estaban -frescos, ingenuos, indiferentes casi- los niños Cantores de Yucatán. "Hoy hay en Yucatán, explicó el educador Rodríguez Silveira, el proyecto de hacer de cada niño un cantor".
"¿Qué cantarán, profesor Rodríguez Silveira?", se le reporteó.
"Los Xtoles... Algo así como Los Danzantes... Es un canto maya. Canto único, legendario... ¿Sabe? Dice: 'Ven... Ven a danzar... Ven... Danza... Ven a danzar... Antes de que se oculte el Sol... Kin-Soo".
Estaban los tambores cilíndricos. ¿Tunkul? Uno recordó el antiguo libro Introducción al Estudio de la Música del gran mexicano Luis Sandi Meneses. "Él, Sandi, canoso y de notable melena dirigió a los Niños de las Secundarias de México en el Zócalo allá por 1960". Ay, Punte, punte... Puente de Alambre... Dame Camino Puente de Alambre... Don Luis Sandi que vivió por años en la calle Progreso de la colonia Escandón. Su libro era el texto para los tres años de secundaria.
Y a las 10 con 12 minutos llegó el Presidente con su esposa. Esperaban a la pareja china. Miraban a los niños que agitaban banderitas mexicanas y chinas. Se las había repartido un hombre canoso que entre un pujido y un -me lleva Dios en un carrito- rechazó al reportero:
"Estoy tan ocupado que no puedo ni hablar con usted"...
Y guardó sus fibras y energías para repartir banderitas...
"Vean ustedes bajo qué pasado -tan presente- sellamos nuestros tratos con la República Popular China": Presidente Peña Nieto
Bajo un penacho de plumas de faisán y con una apantallante -impresionante, estremecedora- calavera gris en el centro de su rostro cuidadosamente cruzado por poderosas líneas negras -ya zigzagueantes, ya rectas, ya oblicuas, pero siempre negras, serpenteantes- estaba Armando Osorio Uscanga.
¿Algo de César Uscanga Uscanga?, preguntó el reportero. Por años fue tenido por el hombre de mayor peso en la Secretaría de Educación con don Víctor Bravo Ahuja. Era de Veracruz el ingeniero Uscanga... Ya se murió- redondeo el relator. ¿Era algo de usted?
"Pues todos los Uscanga son de Veracruz -dijo el coreógrafo-danzante- Armando Osorio Uscanga. El Uscanga es ¿sabe usted? Africano. Negros traídos a Nueva España. Uscanga.
Armando Osorio Uscanga trabaja con sus danzantes en hoteles de la Riviera Maya. Radica en Quintana Roo. Compra, vende, cambalacha, plumas de guacamaya. "Mudan. Me las venden. Para usted no tendrá mucho sentido gastarse 50 mil pesos en plumas. Yo voy por el país mudándolas por artículos para danzar. Esta piel de jaguar. Estos cascabeles.
"Llevo años con los ojos puestos en nuestros códices... Conocí a Alicia Alonso, la gran cubana. Y también a Rodolfo Cortés. La Universidad de Puebla ayuda. Y él se la pasa viaja que viaja entre compañías de danza del continente"...
Y sin mudar jamás su expresión llegó el señor Presidente de la República Popular China, Xi Jinping. Y los Niños Cantores del profesor Néstor Rodríguez Silveira produjeron un coro estremecedor:
"Conesh... Conesh Paleshen Xicuubin... Xicubin... Yokolkin... Konesh... Konesh... Paleshen... Xicubin... Xicubin... Yokolkin"...
Canto, coro, canción que aprendían los aspirantes a profesores de enseñanza normal. Como Alberto Manzo Valenzuela. Como los discípulos del profesor Jesús Sotelo Inclán -autor de la gran obra Raíz y Razón de Zapata- en la Normal de profesores "Licenciado Miguel Serrano". Vueltas del tiempo... Sandi. El Konesh-Konesh...
Y el tunkul. Un tambor cilíndrico. Y los niños que producían el gran tibio. Dulce canto. Los gobernantes y estremecidos, complacidos. Enrique Peña Nieto es el primero en aplaudir.
El Presidente de la República Popular de China acaricia niños. Pequeñuelos. Ninguno tiene 9 años. La señora Peng Liyuan decide su protocolo. Se despoja de su sombrero de fina palma. Convierte su teléfono celular en cámara fotográfica.
En su comitiva de prensa todavía están aquí 37 de los ochenta y tantos que los acompañaron en el viaje de venida. La señora Liyuan no se queda con las ganas: Toma sus propias fotos. Y hace que la fotografíen, una y otra vez junto a su esposo. Una, dos, tres. Y luego que el Presidente don Enrique y su señora doña Angélica se les reúnan. Y así foto a foto la señora Peng Liyuan hace, sobre el prado y la enorme plaza de Chichén Itzá su álbum. ¡Ya!
-- "Es que si China va a invertir montañas de dinero... ¡Pues que invierta fuerte en México!": Presidente Peña Nieto
Y la Pirámide de Kukulkán. Y el castillo. Y el Juego de Pelota. Y el Templo de los Guerreros. Y el pavor de las calaveras. Y la vida de los Mayas. Su comercio. Su elite. Sus residencias... Vestigios del Chac-Mool. Ese que tanto trastornó a Carlos Fuentes. Y las Columnas del Templo de los Guerreros. Sus zonas residenciales. Y Emilio Gamboa se pone ancho, ancho. No más que don Jorge Carlos Ramírez Marín. Y uno. El que cuenta se estremece. Y José Huchim que narra sin cesar.
"¡Hasta pronto, señora!", despide el Presidente a la señora Liyuan. Su esposo está bañado en sudor. Pero sonríe. Como el canciller Meade Kuribreña. A decir verdad el presidente Enrique Peña Nieto y su equipo dan la impresión de que su trabajo va; marcha; es. Sin aspavientos. Sin gritos. Sin sombrerazos.
"Que venga la inversión. Que haya trabajo en México. China va a invertir cantidades fabulosas en los años por venir. ¡Pues que invierta en México!, decide el presidente Enrique Peña Nieto. Y van a viajar 400 millones de chinos en el 2020. ¡Pues que vengan a México! Y vamos a producir. Y vamos a exportar. Y China ve que México es la plataforma. Y que de aquí para el mundo. Y que China invierta en México. Y que el mundo entero venga e invierta en México".
"¿Diría usted que este fue un viaje redondo, señor Presidente?", sondeó este informador.
"Pues mejor dímelo tú, Miguel. Que ya has visto mucho", replicó amable.
Pero no podía -ni quería- ocultar su contento.
Ya no hay nada más que decir. (El Sol de México)