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En febrero de 2008 el inglés Alan Hind sufrió una caída desde una altura de 8 metros cuando trabajaba en la demolición de un edificio en Carlisle, Inglaterra. Por no usar ningún tipo de protección, el accidente le generó lesiones masivas en la cabeza, pérdida de la visión en un ojo, daño cerebral irreparable, malfuncionamiento renal y sordera en un oído.
Después de seis meses y tres complejas operaciones, su cerebro seguía tan destrozado que los médicos tuvieron que quitarle una parte del mismo y le adaptaron una placa de titanio para sustituir una importante parte del cráneo.
Hind trabajaba habitualmente en un matadero y, por tanto, carecía de experiencia en demoliciones. Por ello, por hacerle trabajar sin equipo de seguridad ni capacitación adecuados para esa labor, un jurado condenó a su empleador a sufragar los gastos médicos del accidente y la pensión por incapacidad.
Entre el accidente y el veredicto del juicio que derivó en la operación en donde le adaptaron la placa, Hind vivió sin mayor protección para su cerebro que su propia piel. Dada su terrible experiencia, el inglés recomienda a otros jóvenes trabajadores que "si no es seguro, no vale la pena". Información de The Scottish Sun.