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Enmedio de esta noche que me encierra,
tan negra que no hay luz que sea visible,
agradezco a los dioses, quienes sean,
el alma que me dieron, invencible...
En la guerra feroz y los ataques,
yo jamás me lamento ni me rindo,
nunca inclino la frente, ni que sangre,
ante todos los golpes que he sufrido...
Frente a este lugar de ira y llanto,
se perfilan las sombras, los horrores,
más todos los dolores de estos años,
me han visto y me verán sin resquemores.
Por escollos que encuentre en el camino,
por ardua que parezca la jornada,
yo soy el capitán de mi destino,
soy el único dueño de mi alma...
William Henley
(traducción y adaptación de Guillermo Barrera)