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Estamos en 2010, ya entrado el siglo 21. Estamos en Yucatán, gobernados por un grupo de personas que han tenido grandes oportunidades de lucirse como gobernantes honestos, demócratas, respetuosos de la ley, honrados, buenos administradores, cuidadosos con los recursos que la sociedad les ha confiado. ¿Han aprovechado esa oportunidad que el electorado les obsequió el 20 de mayo de 2007? De hecho, en 2009 los electores les obsequiaron, nuevamente, los 5 distritos federales en que Yucatán está dividido. Y en 2010 —siendo del conocimiento de la ciudadanía que muchas cosas no estaban siendo hechas como mejor le convenía a nuestra sociedad— el electorado de la ciudad de Mérida, en una estrecha contienda, les entregó el último reducto que aún no estaba bajo su control: la alcaldía de Mérida.
Uno diría que esos hechos electorales deben ser producto de un electorado “sabio”, es decir, lleno de sabiduría, esa misma del personaje bíblico Rey Salomón. Y, sobre todo, porque habían notado algo sucio y pernicioso en los gobiernos que ejercieron en Yucatán de 2001 a 2007 y de 1991 a 2010 en Mérida. Se esperaría que gobiernos que hacen las cosas financiera y administrativamente correctamente ¡les gustarán al electorado!
Esta semana, Artículo 7 ha sido el medio confiado por un humilde artesano de Valladolid —trabajador de la madera— para denunciar abiertamente los hechos de que fue víctima. Su victimario es un alto funcionario del gobierno del estado de Yucatán, nombrado por la gobernadora y sostenido por ella en su puesto. Es un personaje acerca del cual, quien esto escribe, ha recibido múltiples comunicados —desde 2007— que lo ubican como una persona de honorabilidad y ética dudosas.
En diciembre de 2008 circuló un pasquín apócrifo con el logotipo de este semanario. En su interior, el sucio pasquín contenía “artículos” que representaban el más sucio, calumnioso y difamante lenguaje contra personajes y familias decentes de nuestra sociedad. Pusimos una demanda ante la PGR, misma que, hasta el día de hoy, no ha tenido un solo movimiento. Recibimos una llamada telefónica de quien nos pidió respetar su anonimato para informarnos que, el mismo personaje que agredió al artesano de Valladolid, fue también quien extrajo del cajón de su escritorio el efectivo para financiar el pasquín apócrifo de 2008. ¿Qué sigue?