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Las personas que prejuzgan corren el grave peligro de equivocarse en decisiones importantes. La alcaldesa Araujo prejuzgó a quienes se oponían a la construcción del paso a desnivel de la fuente de la prolongación del Montejo. Prejuzgó porque juzgó antes de aceptar —o de conocer— los hechos reales.
Una persona puede prejuzgar las veces que desee; no habrá problema en tanto el resultado de sus prejuicios no afecte a terceros. Los que tienen encargos públicos, por ende, no puede prejuzgar. Están obligados a aplicar una fuerte dosis de análisis a todos los hechos que generan sus acciones.
Araujo no aplicó una fuerte dosis de análisis cuando decidió dirigir un ataque simulado de ciudadanos contra ciudadanos. Su plan siempre fue —ahora ya lo sabemos— explicar cualquier acontecimiento violento como un enfrentamiento entre ciudadanos simpatizantes de dos partido políticos. La prensa sesgada —esa que insiste en hacer que siempre se vea "bien" todo lo que hacen políticos de cierto partido (sí, el PRI) en tanto que se esfuerzan por mostrar como malo todo lo que está vinculado a otro partido (sí, el PAN)— se encargó de "vender" esa versión a nivel nacional. ¿Se la habrán "tragado" todos?
A nadie se le olvida el acontecimiento. Si no se hacen más acciones es porque la muy pequeña minoría activista no solo vive de aplausos. Se trata de gente que trabaja, con obligaciones que debe cumplir, de las cuales se generan impuestos que llegan a los erarios de todos los niveles, incluyendo el nivel que sirve para los sueldos de Araujo y sus regidores, lo mismo que el dinero que fluye de esos niveles hacia esos medios que solo mienten, en forma descarada o en forma velada.
A nadie se le olvidará, jamás, la gravedad de los acontecimiento del 4 de julio de 2011 en Mérida de Yucatán. Fue un ataque deliberado dirigido a manifestantes plenamente protegidos por el artículo 9 constitucional mexicano. Los políticos que violan la constitución están sujetos a alguna forma de sanción porque se convierten en criminales. Lo que se hizo ese día fue un crimen. Se trató de un crimen en pandilla, porque hubo mucha gente —del régimen municipal y del estatal— involucrada para hacer posible la consumación del crimen.
El paso a desnivel siempre tendrá la negra historia del ataque a manifestantes que se opusieron a su construcción. Por más cómodo que resulte para conductores norte-sur, la historia quedará allí, plasmada, para siempre.
¿Por qué algunos sí pueden delinquir impunemente?