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Criticar la vida privada del monarca, Mswati III, es delito en Sualizandia, señala The Times.
La imagen de cientos de jóvenes vírgenes bailando la «danza de los juncos» bajo la atenta mirada de su rey, que de entre todas elegirá a la que será su decimocuarta mujer, podría tener su punto de exotismo tribal si no fuese porque detrás se esconde una realidad terrible.
Mientras Mswati III elige nueva esposa, su país se consume.
Cerca del 40% de la población de Suazilandia padece sida, la esperanza de vida no supera los cuarenta años y los huérfanos son legión.
Pero su monarca se gasta en su avión privado el doble del presupuesto que destina a Sanidad mientras atiende a una tradición que acabará por enterrar a su pueblo, sentencia Periodista Digital.
"La danza del junco" está calificada como un canto a la virginidad. Pero para las miles de muchachas que se preparan para bailar delante del rey Mswati III de Suazilandia, las semanas de preparación de este baile suponen un auténtico desenfreno.
Entre los lugares especialmente apreciados por los hombres, hay un río cercano, donde las niñas se bañan desnudas durante la madrugada, y una fuente termal famosa por sus orgías, el bien llamado "lago de los abrazos".
El comportamiento de las jovencitas "debe ser ejemplar. No queremos oír hablar de embarazos relacionados con la danza de los juncos", advirtió el gobernador de la región en un anuncio de radio.
Para las ONG que trabajan en la prevención del SIDA, la danza de los juncos es una ocasión ideal para intentar sensibilizar a una población muy vulnerable a la epidemia: el 30% de las mujeres entre 15 y 49 años padece la enfermedad, frente al 20% de los hombres.
Pero los preservativos están prohibidos, el evento está dedicado por completo a la virginidad... Las ONG informan a las muchachas de que el objetivo de la fiesta no es tener relaciones sexuales, las previenen y advierten de los riesgos relacionados con acostarse con múltiples parejas.
Este año, oficialmente danzarán 60,000 muchachas. Una cifra más que suficiente para atraer a un gran número de hombres excitados ante la presencia de las jóvenes que llegan a la capital, Mbabane, para cortar sus juncos.
Primero se presentan ante la reina madre, y luego bailarán con los senos desnudos ante el rey, que tiene derecho a elegir de entre las jóvenes a una nueva esposa.
"Aquí tenemos muchas opciones donde elegir", indica Sifiso Ngomane, uno de los numerosos hombres que acude al lugar donde se alojan las jóvenes en la semana de preparación que parece un campamento de verano lleno de risas y gritos.
Como paso previo, el último monarca absoluto de África ha mandando a sus actuales esposas favoritas de compras por varios países europeos, Oriente Medio y Asia mientras la mayoría de sus súbditos viven en la pobreza más extrema, con menos de 0.60 euros al día y con el mayor índice de infección de SIDA del mundo.
Así lo denunciaba el pasado 21 de agosto de 2011 el diario británico The Times, según el cual el rey Mswati III dispone de una fortuna personal de unos 168 millones de euros gracias a dos fondos creados por su padre, Sobhuza II, en beneficio de la nación.
El monarca recibe también dinero del presupuesto nacional del país para el mantenimiento de su numerosa familia: el año pasado fueron 14 millones de euros, más de los fondos destinados a educación.
Suazilandia tiene una población de 1.2 millones de personas, más de dos tercios de las cuales se ven obligadas a subsistir con menos de 0.60 euros al día. Más de una cuarta parte de la población adulta tiene sida, lo que supone el mayor índice de infección del mundo, y la esperanza media de vida es de sólo 31.9 años, según un manual de la CIA.
Las organizaciones no gubernamentales acusan al Gobierno británico de doble moral por denunciar a Zimbabue y callarse ante lo que ocurre en Suazilandia.
"Gritan sobre Zimbabue, pero no dicen nada de Suazilandia, aunque el Reino Unido es uno de los mayores donantes de ayuda. Están derrochando en ese tirano el dinero de los contribuyentes británicos", se quejó al citado diario Lucky Lukhele, de la Swaziland Solidarity Network (Red de Solidaridad con Suazilandia).
Según The Times, en medio de esa pobreza general, el rey ha enviado secretamente a al menos cinco de sus trece esposas y a docenas de servidores a Francia, Italia, Dubai y Taiwán, utilizando 4.64 millones de euros del presupuesto estatal.
Suazilandia depende en buena medida de la ayuda internacional: según la Red de Solidaridad de Suazilandia, la Unión Europea dona a ese país anualmente unos 75.4 millones de euros y la contribución de Estados Unidos llega a los 200 millones de dólares.
El rey Mswati, que se educó en una escuela privada británica, es ajeno a la polémica: en mayo compró una veintena de Mercedes acorazados a 174,000 euros la unidad y el año pasado celebró por todo lo alto simultáneamente su 40 cumpleaños y el 40 aniversario de la independencia del país.
¿Qué dicen ellas? "Soy virgen y estoy orgullosa. Amo mi cultura", explica Tsabile Dlamini, de 18 años, que ha acudido en múltiples ocasiones a la fiesta y ahora trabaja en la ONG Population Services International.
La chica lleva una camiseta que pone "soy una chica, puedo proteger mi flor", lo que pretende animar a las demás mujeres a hablar de su cuerpo y de sexo, temas tabú en la Suazilandia rural. Entre las preguntas que se repiten: "Si te has acostado con alguien una vez, ¿es posible volver a ser virgen de nuevo?".