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Doña Cayetana, duquesa de Alba, cuenta el paso de los días, pues en octubre se casa a los 85 años con Alfonso Díez, de tan sólo 61. Tal vez adopten a un niño. Puede ser que se case de verde o malva. Cada vez se presta más atención a todo lo relacionado con la dama de mayor alcurnia en el mundo entero, como certifica el Guinness y, sin duda, el Gotha.
La Duquesa de Alba hace lo que le da la gana y le resbala lo que diga la gente.
Hoy, en el Diario Bahía de Cádiz, publica Ramón Reig, periodista y maestro de Comunicación en la Universidad de Sevilla, un artículo titulado "Se casa la duquesa: la revolución de los viejos".
Escribe el autoproclamado izquierdista: ...'Pero volvamos a Cayetana. Si la duquesa tuviera a bien invitarme unos días a su Palacio de las Dueñas, en Sevilla, donde nació Antonio Machado, me levantara (yo) una noche lluviosa, de truenos y relámpagos, a mear, y me la encontrara en camisón y con un candelabro con velas por uno de los pasillos del palacio, ya puedo ir donando mi corazón a la ciencia a ver si es capaz de hacerlo funcionar de nuevo en otro cuerpo. Para mí, la existencia habría terminado allí mismo, en tan noble lugar. Sin embargo, por otro lado, me cae bien esta mujer en su vertiente iconoclasta. Y es que hay otra revolución a la que estamos asistiendo: la de los viejos y viejas.
Keith Richards, de los Rolling Stones, subía palmeras en Fiji a los años 63 años. Abandonó la actividad en 2006, tras caer y sufrir conmoción cerebral.
'Ya que la juventud tiene –o ha tenido, hasta ahora- un sentido paroxístico de la desinhibición o se dedica a cultivarla por otros derroteros menos rompedores, ante un exagerado sentimiento contra el ridículo, los viejos se han tirado a la calle a dar lecciones de transgresión. Keith Richards se sube a una palmera y se da el hocicazo pero ahí sigue, ya mismo lo tenemos otra vez con el cigarro en la boca acompañando al morritos de Jagger. El Papa sale de su palacio y se expone a vientos y tempestades hasta el punto de que para que el negocio no se le vaya a pique no le importa que una tormenta tal vez diabólica le vuele el gorrito en el aeródromo Cuatro Vientos que por algo se llama aeródromo y encima Cuatro Vientos...
Doña Cayetana junto al retrato de su tatarabuela. El cuadro, llamado ‘La Duquesa de Alba de blanco’, es de Goya (1799) y está entre las joyas del Palacio de Liria, casa de Cayetana en Madrid.
'...Otro viejo, Hobsbawn, nunca se anduvo por las ramas, nos ofrece los análisis, las críticas y las alternativas muy concretas, por eso tal vez no lo promocionen tanto, porque se juega a la progresía desde el grupo Planeta (dueño de las editoriales Destino y Crítica, donde han publicado todos ellos) pero dentro de un orden y siempre controlando...
'La que pone la guinda cañí (la cerexza gitana) y la salsa española y olé es Cayetana que, dicen, siempre hace lo que quiere. Es más fácil hacer lo que quieres si no tienes que trabajar, tu cuenta corriente está muy saneada y encima te pagan por tener tierras sin cultivar, por ejemplo. La duquesa se casa –según me han dicho- con un plebeyo y como no puede faltar un torero en la boda, ha invitado a su ex yerno, que para ella no es ex. Si no recuerdo mal, cuando estaba casada con su segundo marido, Jesús Aguirre, declaró que hacía el amor todas las noches.
'Sé que...a los del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), en general, no les debe ser simpática la Cayetana, pero no me digan que no tiene su gracia la anciana, de unos 85 años, diciendo aquí estoy yo, me pongo en biquini y me dejo ver sin pudor, mando al carajo tanto deseo de cuerpo 10, me cago en el Plan Pond's Belleza en Siete Días, en los yogures sin yogur, en los complejos de jovencitas, jovencitos y menos jóvenes de derecha, centro e izquierda, “este es mi cuerpo serrano que será entregado en santo matrimonio y será engalanado por Vittorio y Lucchino (es una firma de moda española). Y que salga el sol por Antequera...
(El refrán es 'Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera. Acorde a José Mª Iribarren, En El porqué de los dichos, equivale a decir que "a uno le es indiferente que resulte una cosa u otra. Demuestra la mayor despreocupación sobre el resultado de una resolución". Se dice que esta frase tuvo su origen durante la conquista de Granada, en el campamento de los Reyes Católicos. Así quedaba explicado en la revista Alrededor del Mundo por Luis de Granada (21 de diciembre de 1899): "Lo curioso es que Antequera está al oeste de Granada, o sea al poniente, no al levante. La frase es, pues, irónica, y equivale a: Salga el sol por donde quiera).