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En momentos en que las tropas internacionales aceleran la salida de Afganistán, los talibanes ejecutaron ayer sábado uno de los más sangrientos atentados contra las fuerzas de Estados Unidos desplegadas en el país. Un atacante suicida hizo estallar un coche-bomba contra un convoy en Kabul y mató al menos a 13 soldados de la OTAN, un policía y tres civiles que se encontraban en el lugar.
El atentado tuvo lugar pocos minutos después de las 11 en la plaza de Darul Aman. El convoy transportaba a militares estadounidenses encargados de formar a las tropas afganas, quienes se están encargando de reemplazarlos en las tareas de control.
Cuando el grupo de vehículos de la OTAN atravesó un cruce, una camioneta Toyota Surf todo terreno –cargada de 700 kg de explosivos y conducida por un terrorista suicida– embistió uno de los autobuses de la caravana. Este vehículo de transporte de tropas estadounidenses es conocido como “rinoceronte” por la pesada armadura que tiene, con varias capas de blindaje. Sin embargo, la explosión fue de tal magnitud que arrojó el autobús varios metros y aplastó gran parte de su estructura.
El autobús de la caravana militar voló varios metros. (Foto OMAR SOBHANI / REUTERS)
El niño afgano Ali Ahmad, de nueve años, resultó herido en el atentado. / Muhammed Muheisen (AP)
Dos helicópteros de la OTAN aterrizaron en la zona y se llevaron a los cuerpos de las víctimas fatales. Varios heridos fueron atendidos en camillas colocadas sobre el pavimento. El presidente afgano, Hamid Karzai, informó a través de un comunicado que dos de los muertos civiles eran estudiantes. Karzai condenó el ataque, pero no se refirió a las bajas norteamericanas, sino sólo a los cuatro fallecidos afganos. “Los enemigos de Afganistán han cometido un ataque ruin y cobarde que ha causado el dolor en algunas familias afganas”, ha señalado. La semana entrante Karzai anunciará, en una cumbre que se celebrará en Estambul, que su Gobierno tomará el relevo de la seguridad a las tropas de la OTAN en 17 provincias, siguiendo adelante con el plan de transición a la soberanía en 2014.
A las pocas horas, un grupo talibán se adjudicó el atentado con mensajes enviados a las redacciones de los principales medios.
En forma paralela, tres soldados australianos integrantes de las fuerzas de la OTAN y un intérprete afgano fueron asesinados por otro atacante suicida (un soldado afgano) que abrió fuego contra ellos en Kandahar, en el sur del país.
El de ayer en Kabul fue el ataque más mortífero contra las tropas extranjeras desde la muerte de 30 soldados estadounidenses, incluyendo 25 efectivos de fuerzas especiales, cuyo helicóptero fue derribado a mediados de agosto al sur de Kabul, en la provincia de Wardak.
El país se encuentra en una encrucijada política: las tropas extranjeras tienen previsto culminar su retirada en el año 2014 y transferir la responsabilidad de la seguridad a las fuerzas afganas, pero el diálogo con los insurgentes no está dando frutos.
Cuando se cumple una década desde la invasión del país, Afganistán sigue sufriendo la violencia a diario.