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El brasier-máscara antigás y la investigación que prueba que tronar los nudillos no causa artritis, estuvieron entre los galardonados este año con los premios Ig Nobel que otorgan respetables profesores de la Universidad de Harvard a los inventos y estudios más ridículos e inútiles.
Este año los galardones conferidos provocaron más de una carcajada. Entre ellos estuvo el trabajo encabezado por la ingeniera Elena Bodnar que diseñó y patentó un brasier que se convierte en un par de máscaras de gas —uno para la portadora y otra para quien así lo requiera.
El californiando Donald Unger fue honrado por su experimento de hacer tronar los nudillos de su mano izquierda por más de 60 años —y nunca los de su derecha— para demostrar que no produce artritis.
Por su parte, el patólogo Stephan Bolliger y sus colegas de la universidad de Berna fueron reconocidos por su estudio para determinar si una botella vacía de cerveza hace más o menos daño al cráneo humano que una llena. "Ambas son suficientes para romper el cráneo humano. Sin embargo, las vacías son más solidas", dijo Bolliger en un correo electrónico. Esto se debe a que la presión de la cerveza, ayudada por la carbonación, permite que una botella llena explote más rápido.
Mientras el premio de Literatura fue concedido a la policía irlandesa que reportó más de 50 multas de tráfico a un presuto infractor llamado "Prawo Jazdy", que en polaco significa "licencia de conducir", en Economía lo obtuvieron funcionarios de los bancos Kaupthing, Landsbanki, Glitnir y del Banco Central de Islandia, "por demostrar que los bancos pequeños se pueden convertir rápidamente en enormes y viceversa".
Otros ganadores fueron unos granjeros que demostraron que poner nombre a las vacas las hace producir más leche, unos investigadores que usaron excremento de panda para descomponer basura y un científico que calculó porqué no se caen las mujeres embarazadas.