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Al comenzar 1991 el gobernador priista Víctor Manzanilla Schaffer asistió con interés a la toma de posesión de la alcaldesa Ana Rosa Payán Cervera. El PAN había derrotado al PRI por primera vez desde 1967, cuando Víctor Manuel Correa Rachó ganó la elección municipal, siendo gobernador de Yucatán Luis Torres Mesías y, Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México.
Entonces —dicen algunos, muy molestos y con la seguridad de que están diciendo algo “muy inteligente”— ¿sólo cuando gana el PAN hay democracia? Y aquí les decimos: no nos hagamos tontos ni juguemos a la tontería de los demás.
La “victoria” de Correa Rachó fue producto de 2 situaciones: 1) un gobierno estatal con un grado superlativo de desorden, con la consecuente corrupción que eso lleva y 2) un presidente serio, taciturno y fuertemente poderoso —Gustavo Díaz Ordaz— quien “ordenó” obedecer el “mandato popular”. La victoria de Ana Rosa Payán Cervera en 1990 —siendo presidente Carlos Salinas de Gortari— se consuma sólo gracias a la insistencia del gobernador Manzanilla Schaffer en hacer respetar los resultados. No sabía el señor que sus día estaban contados: el yucateco secretario de Reforma Agraria, Víctor Cervera Pacheco, se encargaría de mover las fichas para borrar el sacrilegio político priista cometido por el “enamorado de la democracia”, Manzanilla Schaffer.
En esos tiempos sucedía que: 1) la gente sólo salía a votar cuando ya estaba harta, 2) al hacerlo, tenía muy pocas esperanzas de que sirviera de algo, 3) el sistema electoral estaba totalmente bajo el control del gobierno 4) se daba por un hecho que las elecciones las ganaría el PRI, 5) había que salir a la calle a vigilar las casillas cuando de verdad se formaba el deseo de cambiar las cosas.
Parecía que hoy las cosas iban a ser diferentes. Por desgracia, están quedando igual que antes; de hecho, peor, porque ya vivimos la experiencia de creer haberlas resuelto. Antes sabíamos por qué no podíamos confiar; hoy desconfiamos de todo y estamos corriendo el papel de convertirnos en una sociedad cínica.
Un hecho es cierto e indiscutible y consiste en que hoy, como ayer, México está dividido en 2 tipos de gente: (1) los que creen en democracia, respeto a la ley, disciplina fiscal, transparencia política y administrativa y, (2) los que aceptan como un hecho y están dispuestos a practicar y a tolerar la simulación, el autoritarismo, la impunidad, la ilegalidad, la imposición y la compra de votos. Tú, ¿de qué lado estás?