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No sorprende a nadie que el Comité Nacional del PAN negara a Ana Rosa Payán su reingreso a sus filas. Ciertamente la sonada renuncia al PAN de Ana Rosa Payán Cervera en 2007 no fue el único factor que llevó a que Xavier Abreu Sierra fuese derrotado por el PRI. La campaña de Abreu estuvo conducida con exceso de confianza y derivó en una estrategia fallida que subestimó el embeleso mediático y de imagen que se le construyó a Ivonne Ortega, quien vendió a los yucatecos las lentejuelas y los espejitos de una inexistente "nueva mayoría ciudadana". Lo ciudadano nunca existió: era el viejo PRI barnizado con rostros jóvenes. Y no se necesitaba ser un genio para ver que en el fondo eran los mismos actores que mantuvieron el poder en Yucatán durante la dictadura de partido que nos gobernó sin interrupción de 1929 a 2000.
Pero también es cierto que no se puede entender el triunfo del PRI sin el factor Ana Rosa. En 2007 la ex panista impugnó el resultado de la elección interna de su partido, a pesar de que no perdió por medio punto como López Obrador, sino que Abreu Sierra le aventajó por más de una decena de puntos porcentuales. Entonces el CEN del PAN que conducía Manuel Espino -íntimo amigo y apoyador de la causa de la ex senadora y dos veces alcaldesa de Mérida- determinó que no había elementos en las pruebas que presentó Ana Rosa para anular la elección de Abreu.
Ana Rosa buscó ser candidata del PRD. No contó con que López Obrador no diera su anuencia. Entonces buscó y consiguió ser candidata del PT y Convergencia, que curiosamente son hoy los partidos de izquierda que siguen sosteniendo a Andrés Manuel, ante la brecha que ha abierto éste con la dirigencia perredista de Jesús Ortega. En esa campaña de 2007 Ana Rosa sabía que sin el cobijo del PAN no tenía posibilidades. Pero jugó para hacer perder a Acción Nacional y a Xavier Abreu. En los debates fue aliada de Ivonne Ortega Pacheco. Sobre todo en Mérida, el anarrosismo restó votos al PAN. Fueron decisivos para que el PRI sumara suficientes para obtener la gubernatura. No, no fue el único factor, ya lo señalamos, pero sí fue un elemento determinante. La fractura que generó en el interior del PAN fue irreparable.
El daño a la credibilidad en la democracia interna de ese partido fue profundo. Tan es así que la gobernadora la premió haciéndola consejera del Instituto de Acceso a la Información Pública. Durante tres años, ese Instituto no ha hecho un análisis serio de por qué Yucatán cayó en picada de un séptimo lugar a los últimos lugares nacionales en las mediciones de transparencia. Es hasta ahora tres años después cuando Ana Rosa solicita su readmisión al PAN, que descubre tímidamente que el gobierno de Ivonne Ortega es "derrochador".
Hace casi 20 años, en 1991, Ana Rosa contendió con Xavier Abreu para ser candidata del PAN a la alcaldía de Mérida. Por menos de 10 votos Payán Cervera aventajó a Abreu Sierra en cerrada convención. Xavier sin dudarlo, levantó generosamente la mano de Payán Cervera renunciando a una nueva ronda de votación a la que Abreu tenía derecho. Si en 2007 Ana Rosa le hubiese levantado la mano a quien le aventajó por mucho más, el PAN hubiese retenido sin duda el gobierno del Estado. Xavier Abreu había sido, como Ana Rosa, un buen alcalde de Mérida. Merecía mejor trato de su ex compañera. No tuvo ella esa generosidad.
Pero el daño causado por el egoísmo de Ana Rosa -"o yo o nadie"- no fue infligido a Xavier o al PAN, eso es secundario. El berrinche de la hoy consejera del Inaip condenó a Yucatán a un gobierno que nos ha llevado de nuevo al atraso, a la negación de la modernidad y las antípodas de la transparencia. La escaramuza anarrosista hizo gobernadora a Ivonne Ortega cuyo sello ha sido la turbiedad, el atraso económico y político, la represión a los comunicadores independientes y la detención absoluta de toda obra pública trascendente. Cinco años de oportunidades de progreso idas. Ése es el verdadero costo, la verdadera deuda histórica. No, Ana Rosa no es la única responsable, pero sin ella no puede entenderse lo que hoy padece Yucatán entero.- Mérida, Yucatán.