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Cada año, cientos de agrónomos mexicanos celebran este 22 febrero, su día. Seguramente es una fecha especial, por haber elegido una carrera profesional que está estrechamente vinculada con la cultura de la región y una forma diferente de ver la vida y de trabajar la tierra.
En cada agrónomo mexicano, de primera instancia, se encuentra la apuesta de ser promotor para generar los alimentos y una forma de incidir para que México cultive la esperanza de mantener no sólo la autonomía alimentaria, sino el interés por hacer producir la tierra.
Sin embargo, el hecho de incursionar en la producción de los alimentos, significa estar cerca de quien hace producir la tierra: el productor. Ser su acompañante, no es una tarea fácil, pero es gratificante cuando se logra el objetivo: llegar a la cosecha.
¿Cómo se obtienen estos enormes frutos papá? Le pregunta a un agrónomo su hija.
Llegar a la cosecha, es tener claro desde un inicio, que se va a sembrar, saber las necesidades de los cultivos en agua y en nutrientes.
La lluvia hace lo suyo, cuando llueve, trae en sus gotas, el preciado elemento que es el oxigeno, que da vida a la tierra, y ésta a las plantas.
Intercambios de experiencias, como en este caso, muestran el enorme trabajo de cada uno de los agrónomos, al empezar en casa y con sus hijos.
Tener abundantes frutos de chile habanero, papaya, naranjas de china o ver colgadas las mazorcas y chayotes, significa de primera instancia, haber planeado lo que hay que hacer para llegar a este momento: de ver nuestra cosecha.
Hacer producir la tierra, significa estar asimilando las experiencias que vamos obteniendo día a día, misma que empleamos para complementar las necesidades de las plantas y los animales, para producir. Cuando no hay la experiencia, no fácil llegar a esta última parte y es cuando cunde la desesperanza, que lleva incluso a la conclusión de que la tierra no produce.
El hecho de que la tierra no sea fértil, es porque no la conocemos. La tierra tiene vida y los mayas lo saben y le dicen, in na' (es mi madre). Eso significa que hay que conocerla para cuidarla y si uno la conoce, con suma facilidad combina sabiamente todos los elementos de la naturaleza y se obtiene lo más preciado: la cosecha.
Eso aclara entonces que hay que saber, como las culturas del mundo, conceptualizan la vida, la tierra y la naturaleza y tal vez el simbolismo de la cosecha, que es la meta más preciada para cualquier productor.
Hoy es un día especial y con un enorme significado para todos los productores y agrónomos y sobre todo, para que no se olviden los ideales que tuvieron en un inicio: hacer producir la tierra.