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Lo sucedido en Paseo de Montejo revela la realidad de los acontecimientos y los verdaderos responsables de los hechos: confirma que hubo un lazo tendido por integrantes del gabinete estatal, allegados a Rolando Zapata Bello, para meter una zancadilla a Angélica Araujo y de paso sacarla de la competencia por la nominación por la gubernatura del estado, abanderando al Partido Revolucionario Institucional.
Sergio Cuevas, autor intelectual de un complot político contra Angélica Araujo
Fuentes de palacio que solicitaron el anonimato, indicaron que la trampa se urdió entre Víctor Sánchez Álvarez y Sergio Cuevas González, conocidos operadores políticos del zapatismo. Refuerza esta tesis la certeza de que es el secretario de gobierno quien controla los organismos de seguridad y merced a la vinculación existente entre el titular de la fiscalía general del estado, Hector Cabrera Rivero y el coordinador de los diputados federales priistas yucatecos, Rolando Zapata Bello.
Cuevas González y Sánchez Álvarez discurrieron vender a la titular del ejecutivo la versión de que no realizar la obra del distribuidor vial de Montejo implicaba una muestra de debilidad, inconveniente para el ayuntamiento de Mérida, que debía dar una muestra de firmeza y cumplir los compromisos ya contraidos con diversos empresarios.
Para ello, discurrieron nos indican nuestras fuentes palaciegas, reventar la manifestación infiltrando grupos de choque que disolvieran el plantón a golpes, haciendo parecer la refriega un conflicto entre dos grupos diferentes de manifestantes.
Víctor Sánchez, maniobró para librar de una competidora a su jefe político
Para ello, convencieron nos indican al titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Luis Felipe Saidén Ojeda, de instruir a los elementos policiacos a su mando, de mantenerse al margen de los acontecimientos que presenciaran y no intervenir en ellos, bajo ningún concepto. Lo anterior fue completamente notorio, máxime tratándose de una zona de nuestra ciudad profusamente patrullada.
Asimismo, lograron la aquiescencia del titular de la Fiscalía General del Estado, para garantizar la impunidad de quienes participaran en la zacapela y la intimidación de quienes se atrevieran a denunciar, tal y como ocurrió con Salvador Vitelli Macías, que tardó una eternidad en poner su denuncia, pero que fue citado con sospechosa celeridad a declarar cuando alguna persona allegada al régimen procedió legalmente.
Asimismo, propiciaron que la titular del ejecutivo, hiciera ver a Araujo Lara, la necesidad de proceder con firmeza en el caso de la fuente de Montejo, esperando que dada la inexperiencia política de ésta, se viera forzada a consultarlo con su principal asesor en la materia, Gaspar Quintal Parra. El lazo estaba tendido.
Gaspar Quintal movido por su radicalismo, cayó en la trampa que le tendieron por los operadores de su adversario
Cuando Araujo Lara hizo el planteamiento a Quintal, éste reaccionó con el radicalismo que lo caracteriza y decidió recurrir a los buenos oficios de dos personajes cercanos a él: Mariel Flota Alcocer, con quien se vínculó en la época en que ambos ejercían liderazgos estudiantiles y protagonizaron incidentes al respecto y Carlos Herrera Chalé, ligado estrechamente a su jefe político, Felipe Cervera Hernández.
Cabe destacar que desde la época de su liderazgo universitario, Quintal Parra mostró siempre proclividad a recurrir a los servicios de grupos de choque, como es sabido al mantener cerca de sí a Javier Vera, figura a la que recurría para intimidar a sus adversarios políticos.
Cuando Quintal Parra ordena a los grupos de choque intervenir, la presencia del coordinador del C4, Ingeniero Raúl Baeza Sánchez y la actividad de su chofer coordinando el quehacer de Herrera Chalé, son prueba fehaciente de que lo sucedido no fue casual, sino que fue algo perfectamente orquestado y planeado, para golpear mediáticamente la imagen de Angélica Araujo, presentańdola como represiva e intolerante y principalmente enemistándola con la ciudadanía, especialmente con la de Mérida.
Angélica Araujo, su falta de oficio político le costará perder la candidatura a la gubernatura
Lo anterior, como consecuencia del desgaste de la imagen de quien se consideraba la persona más cercana a los afectos de Ivonne Ortega, traería como consecuencia un fuerte posicionamiento de la imagen de Rolando Zapata Bello, quien hábilmente se había mantenido al margen de los acontecimientos y al ser Araujo Lara, víctima del repudio generalizado de la sociedad, ello calcularon los operadores zapatistas, posicionaba a su jefe político como candidato casi seguro a la gubernatura del estado por el PRI.
Al parecer, a Rolando Zapata y sus allegados, el ardid les funcionó a la perfección y demuestra cabalmente que la táctica política preferida del coordinador de los diputados federales priistas es la no competencia, sino que prefiere exterminar al adversario, a través de recurrir a las malas artes políticas que junto con sus allegados, practica a la perfección.