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Se dicen sorprendidos los dirigentes del PRI por la monumental chifliza que recibió la Gobernadora y por el eco que alcanzó su difusión al través del internet. Y ellos que pensaban que con maicear a la prensa (a la impresa y a la electrónica) podían mantener a los yucatecos sumisos y engañados.
Como parte de la estrategia de control de daños diseñada y decidida por el fantasmal Ulises y por el compadre Jelipe, tuvieron que enfrentar a la prensa Gasparín el Pillín, Alainne el Adorno Más Caro del PRI y un tal Ven Tata. Hablaron de "guerra sucia", de conspiración derechista, de ardidez panista... hablaron de babosada y media pero lo único que en verdad les interesaba era sembrar la idea de que la Gobernadora ES VÍCTIMA -oooooootra veeeeeez- de los ataques de las fuerzas del mal. Que la chifliza no corresponde al estado de ánimo de la sociedad y, menos aún, a una opinión reprobatoria de lo que hace La Pequeña Lulú. Noooooooo, que todo estuvo perfectamente orquestado y que, todavía más grave, es apenas el inicio de una compaña feroz en contra de Nuestra Señora de Dzemul a quien obstinadamente se le presenta y se le presentará como vulgar pecadora...
¿Y a quién creían los priyístas que se iba a denunciar o cuestionar si es Ibóm de Corazón la que hace campaña, la que manda, la que financia y la que impuso candidatos? ¿Tendría algún sentido pedirle a Angélica Rivera de Araujo, solicitarle que nos haga saber sus planes como posible alcaldesa si todos sabemos que, en el remoto caso de una pérdida de presión en la cabina, ella sería una figura decorativa, incondicional de su Hada Madrina?
Como parte del batallón de brujas que soy, seguidores de Cacle Cacle que atacan a La Pequeña Lulú, me siento profundamente consternado por las angustias de personajes de tanta valía como Gasparín, Alaine y la partida de juniors en campaña. Pero, ni maneras, chavos, como dice el dicho "el que se lleva se aguanta", así que le caímos a La Jefa por andar de metiche y de caliente, por no saber cuál es su lugar, por no asumir que es Gobernadora, por comportarse como vulgar matraquera. En pocas palabras, le caímos por pendeja. ¿así o más claro, mis queridos priyístas?