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Carlos Simón Heredia Vázquez
Desde el inicio del proceso electoral, el pasado mes de Octubre de 2009, he venido escuchando los diferentes slogans publicitarios con los cuales los partidos quieren manifestar alguna intención. Hoy quiero referirme a la manifestación publicitaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que a la voz dice: ¡Mérida cómo te quiero!
En ese sentido encuentro dos significados que me parecen interesantes: mi primera interpretación y con la cual coincido plenamente, la refiero a la manifestación tácita de la aprobación del partido político, el Partido Revolucionario Institucional, respecto a lo que es Mérida en la actualidad y cómo la ven ellos, que finalmente es lo que vemos todos los meridanos, una ciudad próspera, segura, limpia con todos los servicios y en el que el esmero de la atención a la ciudadanía se hace evidente y todo ello como fruto de un trabajo arduo y asiduo de 20 años de administración honesta. La frase, que no es menor por supuesto, viene enmarcada en signos de admiración que hace elocuente lo que sienten quienes la diseñaron y que seguro pusieron todo su corazón para ello. Al respecto, gracias al PRI por reconocer lo que es Mérida actualmente.
En segundo término está mi otra interpretación que es la de un partido político que usará de todos los ardides publicitarios y de todo el aparato gubernamental, perturbado de querer la toma de la ciudad para hacerse de ella y alcanzar sus fines pocos claros, tal como ha sido la administración del actual gobierno estatal; sólo falta ver cómo lo logrado en el gobierno anterior lo han convertido, con “sortilegios”, en “un mundo de caramelo”, de “corazones salvajes”, de “hasta que el dinero los separe” (del puesto), de “lagrimas de cocodrilo”, un mundo de ficción con el que nos quieren dar atole con el dedo, en fin toda una antología de sucesos televisivos que ocultan hábilmente lo intrascendente de esta administración pública. Miro y me estremezco pensando en una analogía de fábula y es que veo y oigo la imagen sutil de un lobo quien disfrazado de cordero y frotándose las manos se manifiesta diciendo al unísono de una risa misteriosa y ansiosa:
¡Mérida cómo te quiero! ¡muajajajajaja!