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De todas las cintas de miedo que ha producido Guillermo del Toro, "No temas a la oscuridad" (Don't be afraid of the dark) es quizá la menos lograda. Mi favorita sigue siendo "El orfanato" por su brillante guión que ofrece una doble lectura —fantástica y realista— y por la dirección de Juan Antonio Bayona, un cineasta que hasta dirigiendo videoclips ("El aleph" de Nena Daconte) es excelente.
"Los ojos de Julia" es muy interesante en su propuesta visual (tomas difuminadas y elementos fuera del encuadre) para representar el mundo de la ceguera. Sin embargo creo que, en un afán de sorprender una y otra vez al espectador, el guión realiza algunos giros narrativos innecesarios, especialmente durante los últimos minutos de la película.
Pero vamos, me gusta mucho el estilo de Guillermo del Toro porque su cine es honesto y lúdico. Hay un interés de hacer películas por gozo y no tanto por compromiso. Le aplaudo además sus influencias: Taboada, Bava, Cronenbergh y Hitchcock. Es un estilo de deleite, remembranzas y búsqueda, que ha encontrado nicho entre miles de cinéfilos.
Sin embargo "No temas a la oscuridad" se queda por debajo de los dos filmes antes mencionados. Si bien logra momentos satisfactorios en cuanto a suspenso y miedo, hay muchas situaciones que caen en lugares comunes.
Una familia llega a habitar una antigua casa en remodelación. Alex (Guy Pearce) es un arquitecto; su nueva novia, Kim (Katie Holmes), es diseñadora de interiores. Con ellos llega la pequeña Sally (Bailee Madison) hija del primer matrimonio de Alex.
La vieja mansión es un proyecto de restauración importante para Alex y Kim. Pero al descubrir un viejo sótano que años atrás fue sellado, se abrirán fuerzas sobrenaturales y peligrosas. Una vieja chimenea es la puerta de extraños y diminutos seres que podrían venir del mismo infierno y que están muy interesados en Sally.
Se trata del remake de una cinta homónima estrenada en 1973. Sin embargo esta nueva versión —como pocas veces ocurre— es mucho mejor que la primera. Por encima de Guy Pearce y de la actoralmente estéril Katie Holmes, quien verdaderamente se luce es la locación. Sí, la casa es un escenario tan bien diseñado que consigue la atmósfera correcta para la historia. Largos pasillos, puertas secretas y una decoración minuciosa y cargada de detalles que termina formando parte fundamental del relato.
Por otra parte, el guión copia situaciones de otras películas: la escena de la sábana está tomada de "La maldición" y el ataque en la bañera —con todo y cortina blanca— es de "Psicosis". Sin olvidarnos de otras que nos recuerdan a "Terror en Amityville", "Juegos diabólicos" y un sinfín de títulos sobre casas embrujadas. La parte creativa está más que nada en la atmósfera, no solo por la ya mencionada dirección de arte, también por la música de Marco Beltrami.
Hay unas tomas exteriores de la casa que recuerdan mucho el estilo visual de Mario Bava. Sobre todo en escenas nocturnas cargadas de neblina. La secuencia de apertura, con el desquiciado Sr. Blackwood, es un espléndido homenaje al cine de horror italiano de los años 70.
Considero que uno de los tropiezos más fuertes de "No temas a la oscuridad" es romper con el efecto sugestivo una vez que se muestra a detalle la apariencia de los duendecillos que habitan la casa. Hubiese funcionado mejor emplear imágenes sugerentes que motivaran más a la imaginación y el miedo individual. No hay mayor pavor que hacerle creer al espectador que algo espeluznante se esconde entre las sombras y que en cualquier momento puede aparecer ante sus ojos.
Lo mejor: la atmósfera del filme, el escenario donde se desarrolla la historia y la manera en que trastocan el mito de "El hada de los dientes" (aunque en México es "El ratón de los dientes").
Lo peor: el guión cae en muchos lugares comunes.