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Comenzó como un chisme en las cantinas de Mérida, muchos vieron una confirmación en la exclusiva cena que se llevó a cabo en la no menos exclusiva Quinta "Montes Molina", en pleno Paseo de Montejo, lo cierto es que todos conocemos la vocación farandulera de Ivonne Ortega Pacheco, Gobernadora constitucional de Yucatán y presidenta del club "William Levy pensamos en ti con mucha cabeza".
Hay quien jura que los han visto intercambiando confiancitas en los restaurantes más caros de la Ciudad de México, otros lo manejan a manera de rumor de foro mediático, los más méndigos se preguntan si la doña le paga por hora o por centímetro.
Lo cierto es que no pasa de ser un rumor mal intencionado, a final de cuentas, ¿Cuántas señoras no tienen fantasías eróticas con el actor cubano mientras están pegadas a la TV en el horario estelar del canal de las estrellas? Muy por el contrario, un romance de este tipo podría levantar algo de la maltrecha popularidad de la mandataria estatal, sin importar que fuera real o una mera estrategia publicitaria.
Alguna vez un grupo editorial regional pero con aspiraciones nacionales se aventó la puntada de publicar extractos de una conversación privada en una fiesta, el único que autorizó que publicaran su nombre fue un servidor (ni modo que mis amigos priistas lo hicieran), al salir la nota mereció de mi parte una carta aclaratoria que fue publicada de manera íntegra en ese y otros medios. Mi opinión de entonces sigue siendo la misma: La gober puede hacer en su cama, o en este caso en su hamaca, lo que le venga en gana con los únicos límites que marca la ley, lo demás es su asunto. Todavía no se había divorciado y la verdad es que a la sociedad yucateca le han importado menos las aficiones sexuales de Ivonne Ortega que el pésimo gobierno que encabeza, el peor en casi treinta años.
De confirmarse una relación sentimental con el actor, Ivonne recuperaría algo de su imagen aspiracional, volvería a causar una pizca de envidia y hasta admiración entre algunas mujeres que hoy solo cuentan los días para que su gestión termine. Claro que un romance televisivo por sí mismo no necesariamente da votos, pero seguro su patrón Peña Nieto no lo vería con malos ojos.