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Siempre vale la pena, en el análisis de la información, llevar un buen archivo cronológico. Hoy hay muchos que siguen con la cantaleta de que la recuperación de la economía mundial es extremadamente débil, es mucho menor de lo que se esperaba y, por lo tanto, es preciso no sólo sostener por mucho más tiempo los estímulos fiscales y monetarios, sino incrementar los primeros (los estímulos monetarios en economías como la de Estados Unidos ya no pueden ir más lejos de las tasas casi al cero por ciento y de las facilidades cuantitativas con las multimillonarias compras de bonos privados por parte de la Reserva Federal; el famoso "quantitative easing").
No es así: la economía se ha recuperado con más vigor del que se preveía. Bastaría con que repasen, como lo hace hoy Martin Wolf en The Financial Times, cómo han ido evolucionando los pronósticos de crecimiento de la economía mundial en los últimos meses: En abril de 2009 al término de reunión cumbre del G-20 en Londres el pronóstico era que la economía mundial crecería en 2010 sólo 1.9 por ciento anual. En septiembre de 2009 ese pronóstico se elevó a 2.6 por ciento anual. En junio de 2010, el mismo G-20 subió aún más su pronósitico para 2010 a 3.3 por ciento anual.
Para la Eurozona, el pronóstco se movió de 0.3 por ciento en abril de 2009 a 1.0 por ciento en septiembre de 2009 y a 1.1 por ciento en junio pasado (¡y eso con la crisis de la deuda soberana de Grecia y compañía en el medio!). Los números no mienten y cualquiera, con un poquito de profesionalismo, puede consultar los archivos hemerográficos con esos y otros pronósticos. Comprobará que la evolución de la economía ha sido mucho mejor o mucho menos mala de lo que los "expertos" vaticinaban. Esto no excluye que se reconozca la persistencia de problemas y, sobre todo, de contrastes: En general las economías emergentes muestran mucho mejor semblante (y muchas menos presiones por déficit fiscales abultados) que las economías desarrolladas.
Otra forma de verlo, interesante, es que en promedio al hemisferio sur del planeta (países exportadores de materias primas con economías muy orientadas al exterior; el mejor ejemplo es China, pero pensemos también en Australia, Nueva Zelanda o hasta Brasil) le pintan mejor las cosas que al hemisferio norte, encabezado por Europa y los Estados Unidos. Sobre todo, después de la crisis global, persiste - agravado- el gran problema del que se hablaba desde antes de la misma crisis: la inviabilidad fiscal de su sistema de bienestar y de pensiones ante un alarmante envejecimiento de su población.
La discusión pertinente es, como dice Wolf, si ya es tiempo de levantar los estímulos fiscales y monetarios y empezar a poner las cuentas en orden, o si hacerlo frenará, para esos países, su recuperación. Wolf deja la pregunta abierta. En lo personal, estoy convencido de que desde hace meses llegó el momento de recoger las varas en lugar de seguir echando cuetes. Ya veremos.