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Telegramas confidenciales que la cancillería brasileña acaba de desclasificar y que se refieren básicamente al período comprendido entre 1973 y 1976, refuerzan la participación de la dictadura militar de Brasil en el golpe de Estado contra Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973. Publicados por el diario Folha de Sao Paulo, los documentos indican además el nivel de compromiso ideológico y práctico del ex general Emilio Garrastazu Medici, que a la sazón ejercía la presidencia del país, con el fallecido dictador chileno Augusto Pinochet.
En una síntesis, el diario paulista señala que Brasil dio facilidades crediticias al régimen militar chileno. Fueron líneas de financiación a través del Banco de Brasil, lo que permitió la venta de fragatas de guerra, de azúcar y camiones. Al mismo tiempo, el gobierno brasileño se convirtió en el principal importador del cobre chileno, empresa que Pinochet no privatizó. La aspiración geoestratégica de Brasil era aumentar su ascendencia sobre Chile. Comprar el cobre le permitiría al régimen brasileño “una influencia desvinculada de quién gobierne el país” sostuvo entonces el embajador Cándido de Cámara Canto, el redactor de los mensajes a Itamaraty.
El general Augusto Pinochet, quien, tras derrocar a Salvador Allende, fue presidente de Chile de 1973 a 1990.
Ese mismo diplomático describía, el 22 de agosto de 1973, el ambiente fúnebre y violento que se vivía en Santiago los días previos al golpe. De la ciudad decía que “puede considerarse abandonada, con el comercio local cerrado” por orden de las agremiaciones patronales. En ese despacho, el embajador contaba que un grupo de mujeres, esposas de oficiales del Ejército, se agruparon frente a la residencia del general Carlos Prats, entonces ministro de Defensa de Allende, para demandarle a su mujer por las actividades de su marido, al que consideraban un servil del régimen democrático. El diplomático brasileño describió entonces, con indignación, que la protesta fue disuelta por “un grupo de choque de carabineros con gases lacrimógenos y empujones”. Prats fue asesinado el 30 de septiembre de 1974 en Buenos Aires por los esbirros de Pinochet.
El gobierno del dictador Emilio Garrastazú Médici (1969-1974) liberó 50 millones de dólares del Banco Central de Brasil para dárselos a Chile y se convirtió en el principal comprador del cobre chileno apenas asumió Pinochet tras el golpe del 11 de setiembre de 1973. En la foto, el brasileño con Richard Nixon, entonces presidente de Estados Unidos.
El tenor de los telegramas brasileños revela hasta qué punto la embajada de este país en Santiago estaba consustanciada con la ideología y la política del régimen pinochetista. Este embajador, Cámara Canto, llegó a ensañarse con la Argentina democrática al hacerse eco de denuncias que jamás fueron probadas. El diplomático le transmitió a su gobierno que “existirían 2000 guerrilleros chilenos entrenados en territorio argentino para su eventual retorno a Chile”.
Cámara Canto no claudicaba en su cruzada anticomunista. Criticaba hasta a la Iglesia Católica por las “relaciones siempre difíciles” con Pinochet. Introducía elementos que apuntaban a vigorizar el conflicto Occidente versus Unión Soviética en la región al afirmar que armas provistas por Rusia formarían parte de los arsenales subversivos “descubiertos” por la dictadura pinochetista en 1975. El embajador concluía: “La acción subversiva está bien lejos de ser yugulada”. Y como si fuera poco, agregaba: “Es omnímoda y caracteriza las profundas dificultades que marcan la existencia de Chile”.
En todos estos relatos reside el enorme valor de los documentos que están en poder de Folha de Sao Paulo y que llegaron a manos de este diario por un acuerdo realizado con la actual cancillería de Brasil. Fue el ministro Antonio Patriota quien abrió ese archivo para que ese medio realizara el proyecto Folha Transparencia. En un país en que la historia dictatorial resulta aún poco discutida, la documentación que se ofrece tiene un indiscutible valor social. Sirve, además, para blanquear la época más siniestra del continente.