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La ilusión es algo intangible, el ideal de muchas cosas, lo que nos gustaría que pasara pero que finalmente no pasa de ser una imagen positiva que muchas veces dista de la cruda realidad.
En este contexto, el PRI siempre se ha caracterizado por ser un buen vendedor de ilusiones. Tal vez sus manuales internos subrayen que a la hora de hacer política lo primero que se debe de hacer es vender el mayor número de ilusiones posibles, eso sí, con dosis de credibilidad.
Cada tres o cada seis años, esa gran fábrica de ilusiones que es la marca PRI promete de todo: ¡Ahora sí, los que menos tienen van a tener más! ¡Los olvidados serán escuchados! ¡Vamos hacer que ésta ciudad sea la número uno! y como buenos alquimistas, crean toda una parafernalia —o más bien trampa— en donde hace que un pueblo hambriento de una mejor calidad de vida caigan una y otra vez en el mismo garlito.
Esto crea un círculo vicioso, perverso, en donde el PRI, con todas sus artimañas ya conocidas, va por su víctima predilecta: la gente de escasos recursos que se conforma con muy poco, por muy miserable que sea la dádiva.
El chiste radica en saber vender las ilusiones. Te doy poco, y sé que como nunca has tenido nada, ese poco representa mucho para ti y entonces, como los demás no te dan nada, ya tengo tu afecto y de paso tu voto.
El PRI da migajas ya como gobierno y paradójicamente de lo poco recoge grandes frutos, o por lo menos eso entiendo cuando las encuestas siempre lo ponen como una aplanadora en la preferencia popular.
Pienso en los miles de yucatecos que por más que hagan sencillamente no pueden cambiar su futuro. Hagan lo que hagan no pueden aspirar a otras cosas que no sea subsistir la próxima semana. A esa gente Ivonne Ortega Pacheco le mintió cuando les prometió mejorar sus vidas.
Pienso en la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, mujer dicharachera, carismática, buena para el relajo —hasta podría decir que como amiga debe ser “buena onda”— que día a día se dedica a vender ilusiones a la gente. Trae cantantes internacionales para que se presenten en Chichén Itzá a precios que muchos yucatecos no pueden pagar ni en el mejor de sus sueños. Te dice que estas acciones van a detonar al turismo, y la verdad no pasa nada, y no pasa nada en el campo, en la industria, pero eso sí, con la mano en la cintura se endeuda por cientos de millones de pesos y paga a una empresa privada, del conocido colaborador de Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe, cerca de 10 millones de pesos porque le gestionó el crédito ante los bancos.
De qué sirve entonces tener en el gobierno del Estado un titular de Finanzas y otro de Hacienda, si no tienen la capacidad, ni ellos, ni al parecer sus equipos de trabajo, para poder gestionar créditos ante los bancos. ¿Por qué se le tiene que pagar una millonada a terceros por hacer la chamba de los burócratas de la gobernadora? Esos funcionarios no ganan tres pesos y sus sueldos son para que den resultados, no para que “otros” hagan su trabajo. A lo mejor yo estoy mal y esta clase de pagos es lo más normal del mundo, pero creo que este punto se manejó en los oscurito, como para que nadie se diera cuenta de nada.
Sin embargo, la realidad es contundente, a veces cruel, y no entiende de mercadotecnia política, ni de lágrimas, ni de muchas cosas que por el estilo hace la gobernadora, y basta con analizar fríamente las cifras para darse cuenta que como gobierno, la administración actual es un verdadero desastre y sus actos no dejan duda alguna.
Esa es nuestra realidad por más que lo quieran maquillar trayendo actores, mandando tamales a programas de televisión o siendo la locación de la telenovela de moda. ¿La señora gobernadora tendrá claro que el carisma no da de comer a la gente?
Uno se pregunta de qué han servido todos sus viajes fuera del Estado, además de ir a bodas o fiestas de gobernadores priístas, programas de radio y televisión en la capital del país, etc. Díganme el nombre de una sola empresa que en los últimos años haya llegado a Yucatán y sea referente de empleos y desarrollo.
Muchos dirán que en mis palabras hay mala voluntad en contra del gobierno del Estado, que no veo lo bueno de esta administración, que por algo la gente califica positivamente a la gobernadora. A esas personas les digo que revisen los indicadores de pobreza y productividad del Estado y se darán cuenta que en Yucatán se vive una gran burbuja de simulación que cuando se rompa se darán cuenta de las verdaderas capacidades que como gobernante lamentablemente Ortega Pacheco no tiene, a diferencia de esa gran vocación para vender ilusiones que posee. ¿Hasta cuándo se las seguiremos "comprando"?