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Fotografías: Mauricio Marat (INAH)
El fotógrafo Tomás Casademunt en la exposición de su serie fotográfica Maya Puuc en el Museo Nacional de Antropología |
Durante tres años, el fotógrafo Tomás Casademunt emprendió un viaje por la región Puuc llevando a cuestas su cámara de gran formato con que la que recorrió desde los lugares abiertos al público como aquellos diseminados en la selva de difícil acceso, con el fin de hacer el registro de los palacios mayas iluminados únicamente por la luz de la luna.
Con el título Maya Puuc, la serie fotográfica completa —conformada por 32 fotografías, ocho de ellas de gran formato— fue inaugurada el martes 16 de febrero por Alfonso de María y Campos, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y Diana Magaloni, directora del Museo Nacional de Antropología, recinto donde permanecerá vigente esta muestra hasta el 10 de abril, cuyo montaje es posible al apoyo del INAH y la Fundación Televisa.
La exposición está conformada por 32 fotografías de edificaciones mayas de la región Puuc tomadas a la luz de la luna |
De María y Campos señaló que se trata de una exposición de primer orden, en la que Tomás Casademunt recrea, a través de sus inquietantes fotografías, algunos de los momentos más emblemáticos de la región Puuc. “Nos descubre cómo las estrellas en su movimiento por la bóveda celeste, están íntimamente relacionadas con las formas arquitectónicas”.
Inspirado en las expediciones que muchos años antes hicieron fotógrafos como el francés Désiré Charnay y el alemán Teobert Maler, de quienes admira su proeza y señala que fueron “fotógrafos tenaces como las mulas que cargaban sus pesadas cámaras de madera”, Tomás Casademunt —nacido en España, pero con residencia en México desde 1995— llevó a cabo su propio periplo por la zona maya.
Arco, zona arqueológica de Kabah, una de los fotografías de Casademunt que forman parte de la exposición |
A manera de diario de viaje, Casademunt captura edificios representativos de sitios arqueológicos como Uxmal, Kabah, Xlapak, Sayil, Labná, Sierra del Puuc, Oxkintok y Koom. “Me interesa mucho la zona Puuc, no hay nada similar en otro lugar del mundo, me encanta su arquitectura. Imagino que ahí habitaba gente muy vital y creativa, visionaria. Los mayas del Puuc llegaron a ese territorio agreste, sin agua, pero supieron resolver ese problema por medio de los chultunes o receptáculos construidos bajo tierra para recoger el agua de la lluvia”.
Comentó que durante el primer año hizo varios viajes en busca de las locaciones precisas para sus fotos. “No son imágenes abiertas, son miradas muy acotadas. Aprovechaba dos noches previas a la luna llena y dos posteriores para la toma de fotografías, de tal forma que en cada viaje trabajaba en los sitios durante cinco jornadas nocturnas. Las dificultades mayores las tuve en los lugares perdidos en la selva, repletos de árboles y en los que la posibilidad de que la luz de la luna entre es mucho más improbable”.
A decir de Tomás Casademunt, la realización de esta serie fue un proceso bastante angustioso, más intuitivo que racional, “porque cuando me asomaba a la cámara no veía nada, todo era negro. Con la ayuda de mis asistentes lograba enfocar un puntito iluminado por una linterna, pero nunca tenía una visión de conjunto. La certeza nunca estaba de mi lado. Pero ya cuando revelaba las placas me quedaba sorprendido del resultado, las imágenes eran increíbles”.
La exposición fotográfica Maya Puuc está complementada con hermosas piezas ornamentales o arquitectónicas mayas como esta vasija de arcilla |
El proyecto surgido de una beca otorgada por el Sistema Nacional de Creadores de Arte, de 2006 a 2009, generó la publicación del libro Maya Puuc, editado por el sello RM. En algunos textos, el artista escribe: “Permanezco horas sin moverme, paralizado en la noche cerrada y sus sonidos antiguos. Las sombras son demasiado profundas para alcanzarlas con la propia mirada. Confío en el rigor inquebrantable de mi cámara, ante una luna que asciende rápido en el cielo… Este libro será un consuelo”.
Casademunt considera que su trabajo complementa la mirada que sobre estos sitios depositaron los primeros expedicionarios. “Sentía un vínculo muy fuerte con los mayas que idearon y construyeron estos edificios, y con los pioneros que los retrataron 130 años atrás, ellos sí que eran unos locos entusiastas, fue una gran proeza lo que hicieron”.
Palacio Gobernador (zona arqueológica de Uxmal) es otra de las fotografías nocturnas de Casademunt que forma parte de la exposición |
En opinión del artista —quien comenzó su actividad fotográfica como reportero gráfico en el diario El Punt, de Gerona, España—, lo principal de estas imágenes es haberlas hecho al abrigo de la noche, que era el medio natural en que los mayas desarrollaban sus actividades, “cuando hacía menos calor y podían ver las estrellas”.
Añadió que las estructuras de piedra calcárea, a la luz de este astro, hacen ver como si emanaran una luz interior que las dota de un nuevo significado. “Creo que la piedra es depositaria de una energía latente”.
Para Casademunt, haber tenido el privilegio de vivir una experiencia tan profunda como ésta, y pasar cada noche en un territorio y en una cultura como la maya, ha sido un proceso que lo ha marcado. “Noche tras noche sentí una presencia muy fuerte de la muerte, la de los mayas que levantaron estos palacios, la de los pioneros facinerosos, como algo que estuviera al acecho. La muerte es el eje fundamental en mi trabajo y esta experiencia fue contundente a nivel personal”.
A finales de la década de los 80, Tomás Casademunt viajó extensamente por Centroamérica, realizando reportajes y fotografías para diversas revistas españolas. “Aprendí el oficio, más que en la universidad, en un periódico donde trabajé cinco años, haciendo muchas notas al día e imprimiendo en el laboratorio".
La exposición estará abierta hasta el 10 de abril en el Museo Nacional de Antropología |
“Eso me dio una gran destreza, pero también me frustraba mucho la incapacidad de profundizar en los temas porque todo tenía que ser demasiado rápido. Por ello, cuando dejé el periódico, quise hacer un trabajo más personal”.
En 1989 residió durante seis meses en La Habana donde produjo una serie de retratos de soneros cubanos, publicada en su libro Son de Cuba. Desde 1995 vive en México, donde trabaja como fotógrafo independiente. Ha incursionado en los ámbitos del fotoperiodismo, la publicidad, la arquitectura, la foto industrial y la editorial.