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La fibra soluble o pectina, ayuda al proceso digestivo al mejorar la motilidad intestinal, además de que atrapa las grasas y azúcares que no necesita el organismo y las arrastra para expulsarlas.
Es muy importante, añadieron, que antes de consumirlas se extremen cuidados en su limpieza, ya que con frecuencia, un inadecuado lavado es causa de enfermedades gastrointestinales.
Explicaron que en el caso de la fresa, primero debe lavarse al chorro del agua y después quitarle el rabito con las hojas, ya que por lo común se hace al revés, y eso ocasiona que penetren a la pulpa de la fruta los microorganismos, principalmente amibas, que causan enfermedades. Después de lavarse es necesario también desinfectarlas sumergiéndolas en agua con cloro durante quince a veinte minutos.
Añadieron que el consumo ideal debe ser una taza, de ocho a diez piezas, una o dos veces por semana. Hay que evitar el exceso, advirtieron, pues puede generar la elevación de triglicéridos o una hipermotilidad intestinal, la cual se manifiesta con eventos diarreicos.
Junto con una alimentación equilibrada, precisaron, hay que practicar ejercicio y consumir agua, cuando menos dos litros al día, y llevar un estilo de vida saludable. La fresa no se recomienda a quienes tienen divertículos en el tubo digestivo, ya que las semillitas quedan atrapadas en éstos y pueden causar complicaciones.
Otra propiedad de la fresa es su riqueza en vitamina "C", la cual facilita una mejor absorción del hierro. Recomienda que se consuman frescas y no congeladas o deshidratadas, ya que con estos procesos pierde o disminuyen sus nutrimientos.
Puntualizaron que al ser un antioxidante ayuda a detener o inactivar los radicales libres, lo cual previene el envejecimiento prematuro y disminuye algunos tipos de cáncer, como el de estómago. Boletín de la delegación del IMSS en Yucatán.