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A confesión expresa, relevo de pruebas
De su ronco pecho, en entrevista concedida a una publicación local, cuyo director se caracteriza por el servilismo exhibido ante los poderosos, Renán Guillermo, director del Instituto de Cultura de Yucatán, realizó una serie de declaraciones de las que podemos sacar conclusiones sumamente interesantes. En primer lugar, admite que es generalizada y no de ahora, sino de muchísimo tiempo atrás, la mala práctica de que aquellos artistas que ocupen puestos directivos en el organigrama de la institución a su cargo, continúen presentándose a título personal, a pesar de fungir como funcionarios públicos, en eventos organizados por el propio instituto. Le concedemos la razón a Renán, no es de ahora, pero esta práctica viciada conduce a dos consecuencias: en primera instancia, a que en aras de cumplir compromisos privados, se descuide la labor institucional, y en segundo lugar, a que pueda sospecharse la existencia de favoritismos o de franco o soterrado tráfico de influencias para lograr la mayor cantidad de presentaciones posibles. Ejemplo claro de lo anterior, constituyen Maricarmen Pérez y el grupo Yahal Kab.
Debería establecerse en ley que si un artista accede a un cargo en la entidad gubernamental encargada de promover la cultura en el estado, se le impida presentarse con fines de lucro, a efecto de honrar el encargo conferido y en aras de la transparencia.
Renán manifiesta que el presupuesto institucional del ICY asciende a 82 millones de pesos, de los cuales 72 se destinan al pago de nómina. De ahí resulta que dispone de tan sólo diez millones de pesos para el verdadero trabajo cultural. Cantidad francamente risible si tomamos en cuenta que con ese dinero deberá promover investigación, estimular las artes, fomentar la lectura, adquirir acervo, instrumentos, otorgar becas y estímulos a la creación, preservar el patrimonio cultural, pagar la realización de eventos y artistas participantes y muchísimos etcéteras más. Lo anterior, sin mencionar que el desempeño de la abrumadora mayoría de los directivos del ICY, deja mucho que desear en cuanto calidad y eficiencia y resulta francamente oneroso.
Concluye Renán confesando —"a confesión expresa, relevo de pruebas", afirman los juristas haciendo de ésta la reina en materia probatoria— haber recibido cuarenta millones de pesos del gobierno federal durante su gestión. Debemos felicitar a nuestro amigo, el director del ICY, por su honestidad y su franqueza, porque de su aserto podemos fácilmente deducir que sin los recursos provenientes del gobierno federal, la cultura en Yucatán sería virtualmente inexistente, habida cuenta de lo raquítico de las ministraciones de origen estatal y toda vez que la gobernadora se obstina en dilapidarlos organizando sus mega vaquerías, la última de las cuales tuvo un costo aproximado de cerca de dos millones de pesos. A mayor abundamiento y el propio Renán no me dejará mentir, el pasado Otoño Cultural, mal llamado Festival de las Artes, no hubiera podido verificarse sin los recursos de origen federal. A efecto de no permitir que la memoria me traicione, invito a los lectores a solicitar la información correspondiente por la vía del Instituto de Acceso a la información.
De tal suerte, no podrán los artistas y el pueblo yucateco quejarse de falta de apoyo de la instancia federal de gobierno, toda vez que existen cualquier cantidad de mentirosos empeñados en hacer creer a la población de nuestro estado, que al gobierno federal la cultura en nuestra entidad y el apoyo a sus ejecutantes lo tiene sin cuidado. De lo anterior, podemos discurrir que quizá fuera conveniente que CONACULTA contara con una representación oficial, en vez de asignar el cumplimiento de semejantes tareas a funcionarios estatales que, créanme yo sé lo que les digo y porqué, lo hacen muy mal.
Felicitamos a nuestro amigo Renán Guillermo, por ese rasgo de honestidad que lo caracteriza y en el que lo reconocemos. Es una lástima que le haya tocado la mala suerte de ser director del ICY en un régimen que se distingue por su supina ignorancia y su notorio mal gusto y que lo hayan rodeado o le hayan impuesto una recua de ineptos e ignorantes como colaboradores, muchos de los cuales ni siquiera son yucatecos. Ya ni modo Renán, te tocó bailar con la más fea, pero gracias por revelarnos la realidad de la cultura en Yucatán...
Dios, Patriay Libertad