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Fue el más grande boxeador de su época en la división de los moscas del Consejo Mundial de Boxeo. Durante cuatro años puso en lo más alto el nombre del estado y de su país. Él es Miguel Angel Canto Solís, orgullo de Yucatán y México.
Hoy, a 31 años de haber perdido la corona mundial en polémica pelea en el continente asiático, la vida del ex campeón transcurre casi en el olvido. Lleno de amargos recuerdos y preguntándose por qué en su vida sentimental, familiar y de negocios no corrió con la misma suerte que lo acompañó en los cuadriláteros.
Las bolsas millonarias que obtuvo por defender en 15 ocasiones su título mundial le permitieron tener, entre otras cosas, negocios en Cancún y Mérida, coches y una lujosa casa en la colonia Alemán de esta ciudad, por la avenida que lleva su nombre. De todo eso nada le queda debido —según afirma— a personas que traicionaron o abusaron de su confianza, incluida su ex esposa e hijos.
Con 62 años de edad, el "Pequeño Maestro", conocido así en el mundo boxístico por su fino y depurado boxeo, con poco "punch" pero gran precisión en los golpes y habilidad para esquivar los del contrario, así como por su baja estatura —mide apenas 1.55 metros de estatura— vive ahora modestamente en el fraccionamiento Jardines Miraflores en compañía de Irma Josefina Rodríguez Lara, con quien está casado en segundas nupcias.
Miguel Canto nació el 30 de enero de 1948 en Mérida, hijo de Santiago Canto Gutiérrez y Zoila Elidé Solís Sierra; fue el cuarto de nueve hermanos (cuatro varones y cinco mujeres) y vivió por la colonia Industrial, cerca de la clínica del IMSS conocida como T-1.
En amable entrevista que nos concedió en la tranquilidad de su domicilio, el ex campeón relata que nunca pensó ser boxeador. Estudió hasta el primero de secundaria y luego entró a una conocida academia donde cursó estudios de contador privado, carrera que terminó siendo aún menor de edad.
Trabajó, de hecho, por un corto período, en los Almacenes Holliwood (frente al cine Cantarell) como auxiliar de contabilidad, lo mismo que en la ciudad de México. También atendió un puesto de golosinas y refrescos que su papá tenía en lo que fue el cine Alcázar, en el barrio de la Mejorada.
Fue a mediados de los años 60 cuando su hermano Carlos le pidió que lo acompañara a una función de box en la Plaza de Toros Mérida, para ver la pelea entre el "Chamaco" Ortiz (campeón) y el "Zurdo" Aparecido (retador).
—Fue un sábado... -recuerda- yo nunca había ido al box y aunque en ese entonces mucha gente decía que la pelea fue mala, a mí me pareció bonita, me motivó, me entusiasmé tanto que en ese momento le dije a mi hermano que yo también sería boxeador.
—A mí cuando se me mete algo en la cabeza no lo dejo hasta que lo logro y por eso al día siguiente me fui en mi coche a Progreso dispuesto a empezar a entrenar por mi cuenta. Corrí de ida y vuelta hasta Chicxulub, en la arena, y, cuando terminé, las piernas me dolían terriblemente, pero desde entonces agarré el hábito de correr todos los días en Mérida.
Asegura que diariamente corría 18 ó 20 kilómetros aproximadamente, desde el restaurante Los Tulipanes hasta las instalaciones de Cordemex, por la salida a Progreso, de ida y vuelta. También se inscribió en un gimnasio del centro de la ciudad, donde entrenaba solo.
La carrera boxística de Canto Solís comenzó en un campeonato amateur que duró alrededor de seis meses. En ese nivel sostuvo más de 30 peleas de las cuales salió invicto. Luego disputó y le ganó a Vicente Pool el campeonato del Estado que defendió con éxito una decena de veces.
Así, le llegó la oportunidad de disputar el campeonato nacional que le arrebató a Ricardo Delgado. Defendió ese título unas 13 veces. A estas alturas de su carrera, cuando ya era su manejador Jesús "Cholain" Rivero, le llegó la propuesta de pelear por el campeonato mundial contra el japonés Shoiji Oguma.
Esta primera pelea por el campeonato mundial se llevó a cabo en junio de 1975 en Sendai, Japón y fue a 15 asaltos. Al final, el yucateco se alzó con la victoria, lo que marcó su época de gloria.
Realizó 15 defensas de su título mundial. Los retadores que fracasaron en su intento de destronar a Canto fueron: el venezolano Betulio González (dos veces); Ignacio Espinal; Jiro Takada; Susumo Hanagata; Orlando Javierto; Reyes Arnal, en Caracas; Kimio Furezawa, en Tokio; Martín Vargas (dos veces), en Mérida y en Chile; Shojio Oguma, en Japón (dos veces); Tacomron Viboochei, en Houston, Texas; y Antonio "El Poema" Avelar.
La última defensa del título fue ante Chan-Hee Park, en Corea del Sur, el 18 de marzo de 1979, donde perdió la corona por decisión dividida, pero dejando un récord aún no superado.
Tras perder su cinturón de monarca universal de los moscas, Miguel Canto anunció su retiro de los encordados. En 1980 regresó y logró dos triunfos sobre Alfredo "Cachorro" Hernández y Orlando Maldonado, demostrando que, por su vida disciplinada, tenía la condición física necesaria para obtener otras buenas bolsas de dinero.
En 1981, cuando tenía 33 años de edad, tuvo otras cinco peleas, de las cuales ganó dos y perdió tres. El 24 de julio de 1982 se enfrentó en Yucatán al prospecto Rodolfo Ortega y recibió fea golpiza, cayendo por nocaut en el séptimo asalto. El réferi intervino para que el ex campeón nacional y mundial no recibiera más castigo.
La H. Comisión de Boxeo de Yucatán decidió no autorizarle más peleas y Canto aceptó, reconociendo que su mejor época había pasado, dejando un récord impresionante, además, considerado el mejor peso mosca de todos los tiempos. Tenía ya 34 años de edad.
En sus épocas de gloria, Miguel Canto destinó gran parte de su fortuna a establecer negocios: en Cancún invirtió casi $15 millones en la construcción de un hotel que lleva su nombre. También puso un restaurante y una tienda de importaciones.
El hotel y la tienda eran administrados por Elías García Madáhuar, a quien Miguel Canto señala como "un bandido de lo peor", que traicionó su confianza y quien, -asegura- le robó muchos millones de pesos y lo dejó prácticamente en bancarrota, con deudas millonarias ante Hacienda. Los negocios fueron malvendidos por el ex campeón tiempo después.
En Mérida, Canto Solís fue propietario de Almacenes Canto que, al igual que los otros negocios, lo perdió.
Vestido de short y playera y con la mirada llena de tristeza, Miguel Canto dice ahora: "Estoy decepcionado de mucha gente que traicionó mi confianza. Cuando eres famoso, los vivos y los malos son los primeros que se te acercan y, si caes, ya te fregaste... Desgraciadamente yo caí".
—A ese tal Elías, no recuerdo cómo lo conocí ni quiero acordarme, pero lo cierto es que, un día, llegó a mi vida, me lavó el coco, me sugirió que pusiera negocios en Cancún. Le hice caso y lo puse como administrador mientras yo peleaba. Mi error fue nunca pedirle cuentas de lo que hacía —comenta.
En el campo sentimental, Canto Solís recuerda que en 1970 se casó con Guadalupe del Rocío Sosa, con quien procreó cuatro hijos. Ese matrimonio duró casi tres décadas y terminó en divorcio.
—Mi mujer anterior se portó muy mal conmigo. No hubo ni el mínimo entendimiento de su parte. Todo el tiempo me hacía reproches injustificados hasta que me cansé. Nos divorciamos. A ella y a mis hijos les dejé todo: casa, coche, dinero.
—Luego me casé con Irma Josefina, quien ya tenía varios hijos y el colmo es que ellos se llevan mejor conmigo que mis propios hijos, quienes se han olvidado de mí. De los míos, sólo mi hijo David, que durante un tiempo se dedicó al boxeo, me venía a ver a mi casa en la Miraflores para que yo lo entrenara. Pero entiendo que ya se retiró y aquí tiene más de un año que dejó de venir.
Sin vicios —pero afecto a las bebidas embotelladas, así como a comidas típicas como el frijol con puerco, el puchero, el bistek y el puerco frito, el jugo de naranja, el agua de coco y mango— el ex campeón mundial dice que ya no espera nada de la vida.
—Creo en Dios, le doy gracias porque me cuidó y nunca me lastimaron en este deporte tan duro. Estoy pleno de mis facultades; no le temo a la muerte. Todos los domingos voy a misa con mi esposa y espero terminar con ella hasta el fin de mis días.
Miguel Canto dice tener desde hace varios años un empleo en una dependencia del gobierno del Estado relacionada con el deporte y hasta hace año y medio hacía exhibiciones.
Le gusta leer y todavía sale a correr a las cinco de la mañana de ida y vuelta hasta el estadio Kukulcán. JGCU