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Indigna verdaderamente lo que ocurre en el Instituto de Procedimientos Electorales y Participación ciudadana, pero no sorprende.
La actitud cobarde y entreguista de su titular de aceptar línea de palacio de gobierno, no es en absoluto novedosa. Es por el contrario, conducta harto común y frecuente entre quienes tienen en sus manos el timón institucional. Así ha ocurrido desde que la entidad recibía el nombre de Comisión Electoral y era encabezada repetidamente por personeros del sistema, así ocurrió desde que en el ya lejano 1995 estaba a cargo de una ex reina de belleza y desde entonces, sufrió la intromisión del Partido Revolucionario Institucional, que colocó a piezas claves del organigrama, a través de la operación de su entonces secretario técnico.
Es público y notorio que el otrora responsable de la actividad operativa del hoy IPEPAC y entonces Instituto Electoral del Estado, es hermano del hoy diputado federal Rolando Zapata Bello, como también lo es que se encargó de incrustar en la estructura operativa a sus más cercanos allegados. No es ningún invento, en el IEE figuraron Carlos Pacheco, quien llegara a ser secretario de Luis Saidèn en la SPV, Carlos Zapata Cocom, que fue director jurídico de la COUSEY, Víctor Sánchez Alvarez, actual secretario de gobierno, Mauricio Sahuí, hoy presidente de la junta de coordinación política del congreso, Javier León, actual subprocurador de la PGJE, Ariel Aldecua, hoy consejero en funciones y Alejandro Góngora, hoy Secretario ejecutivo del organismo, todos unidos por un común denominador: su amistad y cercanía con Rolando Zapata Bello, situación innegable desde añejas épocas estudiantiles, en los casos de Aldecua y León, que estuvieron incluso toda la carrera compartiendo el mismo salón de clases con el hoy legislador priista. Huelga decir que se trata únicamente de algunos casos paradigmáticos y de solo una mínima parte de los infiltrados en el órgano electoral, con la complacencia o tolerancia del presidente en funciones.
Es claro pues, que el árbitro electoral nunca ha sido imparcial y que los dados siempre han estado cargados a favor de uno de los contendientes. Lo anterior pone en tela de juicio la totalidad del proceso electoral y nos hace abrigar las peores sospechas respecto al respeto al sufragio y a que los resultados plasmados en las urnas no vayan a pretender ser alterados o manipulados, métodos a los que la gente de Zapata Bello son muy afectos, a imitación de su jefe político, reputado por pretender alterar los paquetes electorales en el caso del distrito electoral correspondiente a Tizimín, a lo que se negó gallardamente el entonces presidente del consejo distrital de dicha demarcación, Luis Manuel Mena Godoy.
Queda perfectamente claro con lo ocurrido, que en palacio avizoran un horizonte electoral negro, motivado por el rechazo ciudadano al régimen de derroche y despotismo que padecemos y que se disponen a hacer cuanto les sea posible para retener el poder a toda costa, contando con el auxilio de los personeros que desde hace mucho han enquistado en el instituto electoral. Es inevitable cuestionarse que intereses servirán gente como el consejero y el secretario ejecutivo actuales, citados con antelación, ¿los de la ciudadanía o los de la persona a la que deben el puesto? La respuesta es más que obvia y no hay que ser un genio para conocerla.
Es preciso sanear inmediatamente el IPEPAC, la conducta sumisa, facciosa, parcial y entreguista de Fernando Bolio Vales, da pie, reitero a las peores expectativas y conjeturas en las cercanas elecciones de 2012. Los ciudadanos debemos exigir que se depure el organismo institucional, procediendo de inmediato a su destitución, no solo como presidente, sino hasta como consejero, llamando en el acto a su suplente. Si bien es menester dejar perfectamente claro que esto no garantiza que las cosas vayan a tomar el correcto derrotero de honestidad y decoro, toda vez que es de sobra conocido que el PRI controla el consejo de la institución y por nada del mundo se avendrá a perder el control. Se trata simplemente de sentar un precedente aleccionador para que los titulares aprendan a refrenar su servilismo, si bien cualquiera que llegue al puesto tendría la mácula de estar al servicio del régimen en turno.
La única alternativa que nos queda a los ciudadanos para evitar un fraude electoral es participar activamente en los comicios, acudiendo copiosamente a las urnas. Se sabe sobradamente que la participación ciudadana es el más eficaz antídoto contra las malas artes electorales priistas. Apresurémonos a ponerlo en práctica, para bien del estado y nuestros hijos.
Dios, Patria y Libertad
Guillermo de Jesús Barrera Fernández