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Con mi guitarra cantando me paso noches enteras, comiendo en los arrabales y durmiendo en las praderas, soy un cantor peregrino; mi voz vuela con el viento, soy piedra de algún camino que se ha quedado en el tiempo... Así se refiere Coki Navarro en su libro, La Aventura Musical de Coki Navarro a lo que entraña la naturaleza del trovador, del artista que anda en movimiento constante, de un lugar a otro, visitando generalmente bares, con un estómago por regla general vacío y en el mejor de los casos, a medio llenar, al que se le ofrecen constantemente tragos pero no alimentos con que saciar su hambre y que tiene que aprender a sonreir, aunque se esté llorando por dentro y que cuando se interna en su arte, goza, vibra, se sublima, se recrea y se evade durante ese tiempo, de la realidad y de cuanto acontece a su alrededor.
Víctor Tec: la vida del trovador es pródiga en anécdotas
Dice Ramón Triay que para los trovadores, la idea del romanticismo de la trova, no es la misma que para el resto de la gente, el ambiente puede tornarse hostil y en muchas ocasiones resulta complicado. Empero, solo se dedica a esto, asume, quien tiene una sensibilidad muy especial y siente como las aves, la necesidad natural e imperiosa de cantar.
La trova es un canto típico que abunda en muchas regiones del mundo. Cada comarca expresa sentires populares de su región, y en general este tipo de cantar se apoya en todas partes en una música a veces sencilla, a veces muy artistica contrapunteando, la cual lo importante son la letra, su contenido y la musica.
La trova nació de los cantos que difundieron los caballeros medievales a través de los juglares. Los ibéricos recibieron de los franceses el canto de los juglares hasta 1400, cuando la burguesía toma la iniciativa cultural, y ya no compone música sino que agrega diferentes textos a las mismas melodías.Son suaves melodias medievales.
La trova es una de las facetas más interesantes de la cultura musical cubana, de la cual Silvio Rodríguez es el máximo exponente. En su contexto creativo surgieron unos y se desarrollaron otros de los géneros de la cancionística popular más desarrollada. Principalmente la guitarra y también otros cordófonos son el ámbito instrumental en que la voz, el canto y la poesía, encuentran sustento y entornos tímbricos y armónicos. La trova entronca con la tradición repentísta del trovo, poesía musical improvisada que, originada en la Edad Media, se mantiene viva en la Cuba rural.
En Colombia, este arte de improvisar recibe diferentes nombres según la región: en Antioquia y Viejo Caldas conservan el nombre de trova, en los Llanos Orientales se conoce como contrapunteo, en los Santanderes le llaman torbellinos, en Boyacá, lo nombran guabinas, en la Costa Atlántica, se denomina piquerías y en el Huila y Tolima, le dicen rajaleñas.
En alguna ocasión, durante una semana, investigadores, musicólogos, músicos y amantes del género, cubanos y extranjeros, se dieron cita en la Universidad de La Habana para, al decir de Silvio Rodríguez, principal organizador del evento, de ser posible, averiguar el sortilegio que conduce el hilo de la canción trovadoresca a través de tres siglos.
El vocablo trova o trovador también se utiliza en otros países como México, o Chile, pero se refiere a estilos de música que nada tienen qué ver con las características de la trova colombiana. En otros lugares, la trova es música de protesta, incluso en género rock.
En México la trova sufrió un fuerte impulso derivado de la influencia de la trova cubana como respuesta al régimen político surgiendo en un primer momento como canción de protesta, unos de los exponentes principales es Oscar Chávez considerado la voz de México y el verdadero principe de la canción.
Los trovadores a veces deben trabajar en las condiciones más complejas
Con el nombre de trova yucateca se denomina a ciertos aires musicales mestizos típicos de Yucatán, México, cuyo origen se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX. Los géneros propios de la trova yucateca son básicamente tres: el bambuco, de origen colombiano; el bolero, de ascendencia cubana y la clave, que es una reelaboración del pasillo colombiano. Los compositores de este género incluyen en ocasiones valses, pasillos propiamente dichos, habaneras e incluso jaranas (un género musical nativo de Yucatán, pero relacionado con los pueblos mayas de la región). Los principales exponentes de la trova yucateca fueron Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas y otros muchos, que difundieron la música de la península yucateca en los núcleos urbanos del México desde principios del siglo XX.
En Mérida la de Yucatán, contamos con un interesante museo de la canción yucateca.
Con el paso de los años la trova yucateca derivó en una serie de corrientes que abordan temáticas variadas, desde lo cotidiano, pasando por el amor, el odio, la muerte y otros mas.
Víctor, trovador errante acantonado por espacio de muchos años en conocido restaurante que estuviera ubicado en el suburbio de Santa Ana, nos menciona que a lo largo de su experiencia en el oficio, ha podido recopilar toda clase de anécdotas: Nos cuenta que cierta vez, lo llamó a su mesa una persona que bebía sibaríticamente para que entonara canciones que tenían como temática recurrente el amor no correspondido y el despecho, a ciertas alturas del partido (o más bien de la noche), cuando el aludido cliente ya tenía más alcohol que sangre en el cuerpo, le confesó a Víctor que se había peleado con la novia y que el conflicto revestía gravedad.
Preguntó a nuestro amigo, si consideraba que una serenata pudiera poner en su novia una mejor disposición de ánimo, que la hiciera más proclive a encontrar una solución favorable a sus pretensiones de zanjar las diferencias existentes. Víctor le respondió afirmativamente y le sugirió algunas canciones al efecto...
Al llegar al lugar de la serenata, tras interpretar tres canciones, el novio empezó un prolongado discurso sobre la autenticidad e intensidad de sus sentimientos, en el que hizo numerosos circunloquios y referencias y que era manifiesto, no sabía como concluir.
Ante ello, nos cuenta Víctor, se aproximó y musitó a su oido: descansa... dándole a entender que terminara invitándola a tener dulces sueños y a reposar plácidamente.
No bien hubo concluido de decir aquello, cuando el oferente de la serenata expresó: ah si, descansa en paz...
Por supuesto, la novia nunca lo perdonó...
Ramón Triay, un trovador de los de antaño
Por alguna razón se resiste a dar su nombre, pero su acento jarocho es inconfundible, lo mismo que sus rasgos que lo denuncian como inconfundible mulato.
Dice admirar a un jefe yaqui al que denominaban Almagrande y del que tomó su nom de guerre. Tiene una bien timbrada voz de barítono y admite que la vida del trovador errabundo es azarosa, nos dice que todo puede suceder entre ese tránsito entre cantina y cantina, donde todo es susceptible de ocurrir.
La comedia que se representa en el mundo, es muy variada, expresa. Me ha pasado de todo en este oficio, subraya. Menciona que lo más curioso que le ha ocurrido, como cosa digna de reseñar, fue algo que le sucedió en una cantina de los suburbios de esta ciudad, donde estuvo tocando y cantando para un grupo de muchachos, por espacio de cerca de dos horas.
Ya próximo a cerrar el negocio, me despedí cuando uno de ellos me preguntó si podía acompañarlo a darle serenata a su novia, pues en unos días la muchacha se iría a vivir a Acapulco y en razón de sus estudios y trabajo, el aún tardaría dos años en poder ir a buscarla. Por supuesto, accedí y en compañía de aquella tropa, nos dirigimos a nuestro objetivo.
Me llamó la atención refiere, que en el camino, uno de sus amigos le preguntó: ¿pues que tienes otra novia? a lo que le respondieron que simplemente la chica se había cambiado de casa.
Uno da por descontado que un novio conoce bien la casa de su enamorada, asi que deseché mis temores. Al fin, llegamos a un predio al poniente de la ciudad y tras dos canciones, salió un señor a preguntar muy correctamente: ¿Jóvenes es aqui la serenata? En efecto, respondió uno de los camaradas del que me contrató. Sin perder la flema, el hombre replicó: pues que raro, aquí nomás vivimos mi mujer y yo...
Muerto de verguenza y ofreciendo mil excusas, uno de los compañeros del frustrado galán cuestionó: ¿y no sabe donde vive la señorita fulana? si como no, aquí a cinco casas...
No bien nos despedimos con la cola entre las patas, los muchachos dieron pamba salvaje a su compañero...
Refiere Coki (y ello consta en su obra La Aventura Musical de Coki Navarro) que su vida como trovador de cantina fue pródiga en sucesos. Menciona que en ciertos momentos tuvo que comer sobras, como le aconteció en la ciudad de México, cuando probaba suerte, tocando puertas en diversas radiodifusoras capitalinas y lamentablemente el dinero escaseaba.
Coki Navarro
Dice Coki que había una señora que se paraba con cacharros en el zócalo y que vendía por unos centavos de entonces, las sobras de diferentes restaurantes capitalinos. Lo mismo podías encontrarte un hueso de pollo con carne, espaguetti, chicle masticado, colillas de cigarros... Era el mas cosmopolita de los menús, afirma.
Comenta que tuvo por necesidad, que ganarse la vida en los bares, en diferentes momentos tanto en la capital como en Tijuana y en esos ambientes todo era susceptible de pasar.
Cierta vez en Tijuana, estaba cantando y Coki remarca este concepto, porque debido a una pleuresia perdió la voz casi completamente para efectos del canto, se entiende y surgió en el bar, el borracho que con cierta cantidad de copas entre pecho y espalda, quiso jugar al mago y aventó al aire mi guitarra, asegurando que flotaría en el aire, pero además tenía complejo de vaquero y sacó la pistola y disparó en varias ocasiones.
No recuerdo si alcanzó a acertar algún disparo, solo se que la guitarra, que ya tenía sus horitas de vuelo, se despanzurró estrepitosamente al estrellarse contra el suelo. Uno de sus acompañantes le reprochó su conducta y comenzó a reprenderlo y el muchacho, que era alocado pero no de mal corazón, me ofreció disculpas y me dió su tarjeta, pidiéndome verme al día siguiente para reparar el daño.
Me compró una guitarra valenciana bellísima, comenta Coki, pero ciertamente el mundo del trovador que se desenvuelve en bares y cantinas para ganarse la vida, es sumamente complejo. Solamente el amor a la bohemia, a esa fuga inigualable de la realidad, que te transforma y modifica tu entorno, es capaz de hacer que alguien persista en este complicado quehacer.
Por eso decía Oscar Wilde, que las canciones más bellas se hacen rizando rayos de luna, cantando con el corazón y firmando con sangre, concluye.