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La unión de Jerry Bruckheimer con Disney en la superproducción "El príncipe de Persia. Las arenas del tiempo" no presagiaba nada bueno. Bruckheimer es un productor de cintas espectaculares, llenas de efectos especiales y secuencias vertiginosas pero con guiones que dejan mucho que desear. Sin embargo, este señor se ha vuelto muy exitoso en Hollywood y sus productos funcionan y encantan a miles de espectadores. Un especialista del blockbuster que lleva un buen tiempo haciendo fortuna. Casi lo mismo podríamos decir de Disney, que se ha vuelto un corporativo voraz y ha devorado a compañías como Marvel y Miramax.
La fórmula del entretenimiento vacío de Bruckheimer-Disney se aplica perfectamente en "El príncipe de Persia". Una adaptación del famoso videojuego —la falta de ideas hace que se tomen argumentos de donde se pueda. La peor osadía de esta película es pretender —con gran descaro— imitar a la saga "Los piratas del Caribe". Una cosa es que trabajen sobre el mismo género —magia y espada— y otra que intente ser una copia de la misma.
La historia de Dastan, un huérfano adoptado por el rey que se convierte en príncipe. Por un complot en contra del trono, Dastan acaba convirtiéndose en el salvador del reino persa. La aventura en un contexto exótico, las persecuciones, personajes simples, trama predecible y una historia de amor al estilo Disney es la agotada receta que ofrece "El príncipe de Persia".
Desafortunadamente la receta no funciona como en las películas de Jack Sparrow y se queda como un intento fallido por copiarle. Los problemas del filme son muchos pero entre los más importantes y notorios está su vergonzoso guión de trama simplona y ritmo irregular, un suplicio para quien pide aunque sea un par de neuronas en una superproducción de verano. Sé que no vamos a ver cine de autor pero ¡caramba!, que al menos contraten a un guionista con experiencia.
Jake Gyllenhaal dando vida a Dastan es un de los pocos aciertos de la película. Hay que reconocer que es un gran actor, lo que no le ayuda del todo es la mala dirección que no sabe sacarle provecho a sus capacidades. El mayor tropiezo en el casting es su protagonista, Gemma Arterton, una pésima actriz que solo llena de muecas la pantalla, no transmite más que irritación ante su falta de talento. No le llega ni a los talones a Keira Knightley (protagonista de "Los piratas del Caribe"). Ben Kingsley, gran figurón pero encasillado en papeles de villano, hace lo que puede ante un personaje simplón. Quien se lleva la película es Alfred Molina, quien explota su faceta cómica con asombrosos resultados.
Lo mejor: Alfred Molina.
Lo peor: su guión tan simple y predecible, Gemma Arterton y que el filme intente ser una copia de "Los piratas del Caribe".