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Juro solemnemente que había hecho el propósito de no practicar de nueva cuenta el noble arte del cotilleo, ni desenvainar la espada de la ironía al aludir hechos o acontecimientos atribuibles al gobierno del estado, a los titulares de sus diferentes dependencias o al ejecutivo; y como nosotros los caballeros andantes cumplimos todas nuestras promesas (menos las de amor), honrando la palabra empeñada, no lo haré. Me limitaré tan sólo a realizar una simple reseña de ciertos sucedidos, en los que brilla por su ausencia el perverso hábito de verter vitriolo, limitándome, por tanto, a asumir oficiosamente el humilde papel de relator. Aprovecho manifestar que mis limitaciones me llevan a echar mano del recurso de evocar citas hechas célebres por la sabiduría popular, como aquella de origen francés que consigna: cherchez la femme. Consecuentemente, todo cuanto se narre en estas líneas es producto del limitadísimo discurrir del autor que saca conclusiones desmesuradas, consideran los entendidos. Pues resulta que la titular del ejecutivo, que según mencionan algunas lenguas viperinas de la especie crótalus cafetus, siente, cree o piensa que está más allá del bien y del mal y más alto que cualquiera de los simples mortales, con la mano en la cintura dejó plantados a todos los comunicadores y periodistas del estado (hasta a los integrantes de la abigarrada lista de los cercanos al afecto de la dirección de comunicación social, que son bastantes. No en balde el estigma, perdón quise decir el emblema, de su administración es un inmenso corazón), merced a estar en la heroica Puebla de los Ángeles, echándole porras al ungido por la sacrosanta e infalible voluntad de las fuerzas vivas (y hasta de las que no lo son tanto), encarnadas en la epónima figura del "gober precioso", Mario Marín, finísima persona que habitúa obsequiar a sus amigos enviándoles botellas de Cognac —según menciona Lydia Cacho en su obra Los Demonios del Edén, en que nos narra las peripecias de este simpático personaje y de sus más íntimos allegados.El plantón a no dudar, reiteran los insidiosos, constituyó un desaire mayúsculo a la prensa, motivado sin duda alguna por la inquebrantable convicción de juzgar tenerla comiendo de su mano (metafóricamente hablando), denotando la poca importancia que la titular del ejecutivo concede a la labor desarrollada por los comunicadores en la entidad y al ínfimo valor que su régimen otorga a la libertad de expresión, consignada por cierto en el ARTÍCULO SIETE de nuestra Carta Magna. A mayor abundamiento, el descolón, comentan, reviste ribetes de escándalo, dada la negativa a nombrar algún representante que encabezara el ágape en sustitución del ejecutivo (pues el problema que esto representaba es que aquel que tuviera en suerte encabezar el convite, iba a tener que dar razón y motivo de la ausencia y ni modo de decir la verdad), porque entonces alguna mente perversa (mire que abundan en estos lares) podría inferir que la actitud reacia a designar suplente para presidir el desayuno, es consecuencia de una infinita soberbia, rayana en la megalomanía. Por fortuna aquí nadie está discurriendo infundio semejante, ¿verdad?
Pero el colofón de todo este sainete, cuentan, (si no tomamos con humor estas cosas, podríamos morir víctimas de un infarto), fue que con todo desparpajo el gobierno del estado pretendió hacer suyo el desayuno convocado ex profeso por el Instituto de Cultura, para agasajar (en el buen sentido, conste) a los chicos de la prensa, evento en el que se dieron a conocer los premios que dicha entidad otorga en las categorías de periodismo cultural y de espectáculos y que quisieron hacer pasar como la conmemoración oficial. (Por cierto, ignoro porque motivo fui excluido de compartir el pan y la sal con mi buen amigo Renán. Quizá esto fue fruto de algún imperdonable e involuntario olvido de su siempre capaz, eficiente, sonriente, simpática y amable encargada de (in)comunicación social, Dorquitas Mijangos, que es público y notorio, me dispensa particular estima. Nota bene: Dorquitas: ¿aún funciona (¿?) el área con las computadoras artríticas de siempre?, ¿Todavía mantienes las máquinas sin Internet debido a tu pavor a que el personal escriba textos subversivos o visite sitios donde se ejerza la crítica sin cortapisas?, ¿A cuánta gente más ya despediste o propiciaste que despidan? Te envío cariñosos recuerdos).
Pero indudablemente la cereza del pastel, refieren, fue que la recipiendaria de la presea al periodismo de espectáculos lanzó de su ronco pecho la declaración de que en vez del reconocimiento a recibir (no entiendo aún esto, dado que lleva aunada una buena lana), prefería hacerse acreedora a una base laboral y a un aumento de sueldo, toda vez que en su empleo actual (que hago votos para que conserve largo tiempo, a raíz de lo externado), carecía de la certeza de su permanencia y devengaba tan sólo mil doscientos pesos, sin aclarar si quincenales o mensuales (en todo caso es una bagatela, NOTISURESTE dixit). La espontánea confesión (y también el monto de su estipendio y la carencia de base), me llevaron a suponer (torpe que es uno) que la abnegada periodista era integrante de la plantilla del ICY a la que la titular del ejecutivo prometió basificar en su totalidad (aunque hasta ahora nadie ve claro), desde hace ya como dos años. Grande fue mi estupor al percatarme que no era así, que la galardonada labora (perdón por el irrefrenable e ignoto impulso de poner el verbo en pretérito, que por fortuna pude contener. Desconozco el motivo por el que me siento atraído a hacerlo) en la Secretaría de Salud (¿de manera que existen en el organigrama del gobierno del estado otras dependencias donde la mayoría del personal aun está pendiente de basificar además del Instituto de Cultura?, ¡Qué sorpresa!), donde tirios y troyanos le han prometido el oro y el moro (pero hasta ahora nada). Un servidor, que según revelan mis malquerientes (que son muchos), ignora por completo los detalles relativos a la administración pública a la alta escuela, se pregunta: ¿será que los mil ochocientos millones (o al menos una parte) del tan cacareado préstamo no hubieran podido emplearse con este fin? Reniego de mi paupérrimo conocimiento en materia de finanzas...
El amable y paciente lector sin duda cuestionará por qué tanta alharaca ante la inasistencia del ejecutivo a un simple desayuno, se romperá la cabeza dilucidando dónde radica el ultraje infligido a la grey de comunicólogos de la localidad. La respuesta, advierten los perennes inconformes con las bondades del régimen de la nueva mayoría, es sumamente elemental, simple y sencilla: en política (bien lo decía Reyes Heroles) la forma es fondo. Y lo más importante: que alguna de esas mentes malignas que nunca faltan en los medios, podría suponer que si al ejecutivo le tienen sin cuidado los periodistas, a lo mejor también el pueblo. Por fortuna, no es este el caso...
Dios, Patria y Libertad