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Recientemente se dieron a conocer datos sobre el turismo en la entidad. Los mismos arrojan de manera contundente que la política en la materia ha fallado sin lugar a dudas y que de muy poco —casi nada— han servido los grandes y fastuosos conciertos que se han llevado al cabo en Chichén Itzá supuestamente para promover la "industria sin chimeneas" yucateca.
La frialdad de esos datos también son un serio cuestionamiento al gobierno del estado por el escandaloso gasto, que so pretexto del turismo, ha hecho con las televisoras nacionales para la transmisión de comerciales, programas, y hasta telenovelas, mediante contratos discrecionales y poco claros suscritos con ellas.
Estas pesadas losas esculpidas con los maltrechos resultados alcanzados en los últimos años también desnudan la demagogia del discurso oficialista que exalta que los gastos millonarios en materia de difusión han logrado una mayor promoción de la entidad, pero no precisa —porque no existen— los beneficios que, al menos hasta ahora, eso ha arrojado a Yucatán.
Este asunto cobra especial relevancia en Mérida, pues deja ver que no obstante la parafernalia de éxito creado por la administración de Ortega Pacheco (por la tentadora pero insostenible premisa que muchas veces percepción es realidad), la gestión estatal tiene omisiones insoslayables y una de ellas ha sido el olvido de la ciudad capital, castigada por el sólo hecho de que sus autoridades no fueron emanadas del partido de la gobernadora.
Sin embargo, este desdén y desprecio que por tres años mostró la titular del Ejecutivo por Mérida no fue un factor decisivo a la hora de las votaciones. Poco importó el trabajo que a todas luces se hizo a favor de la ciudad y sus habitantes. Algunos meridanos —por qué no decirlo, un tanto ingratos— prefirieron irse con una candidata inflada por un gasto excesivo en materia de publicidad, en lugar de votar por ideas reales que aseguraban una continuidad con el desarrollo de la ciudad.
Pero todo eso tiende a cambiar. Famosa por su postura de no recibir en audiencia al aún presidente municipal, César Bojórquez, la gobernadora yucateca cambiará de actitud una vez que suba Angélica Araujo a la silla municipal.
No serán pocas las ocasiones en que las veremos juntas en todo momento. Ahora sí habrá tiempo, y ánimo, de sentarse junto al representante municipal, sobre todo para hablar de tantos temas concernientes a la ciudad. Ahora sí habrá, por lo menos eso dirán las notas de periódicos, la deseada colaboración que no le merecieron los panistas por el sólo hecho de ser eso, panistas.
Y sin duda habrá grandes anuncios para decir que ahora sí Mérida será ejemplo de todo: turismo, administración, policía, etc.
Pero al igual que otros grandes anuncios que se han lanzado bajo la sombra Ortega Pacheco, se corre el riesgo de que los mismos no pasen de energéticos discursos —con lágrimas probablemente incluídas. Si este fuera el caso, ojalá al menos que esos ciudadanos que pensaron encontrar en el PRI una buena opción de gobierno, puedan darse cuenta que el partido tricolor no ha cambiado —ni cambiará— y que su accionar está lejos de crear bienestar para los ciudadanos. Ojalá y también se den cuenta que no es lo mismo botar el dinero en campañas y salir bien en la foto, que saber llevar a buen puerto a una ciudad que es reconocida a nivel nacional por su calidad de vida. Al tiempo.