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Uno de los objetivos de "Espacio Interior" es encontrar la unidad en la diversidad. En todos los libros sagrados, en todos los credos orientales y occidentales, encontramos la necesidad de mirar al interior de uno mismo y acceder al silencio interior como fundamento de la comunicación íntima y profunda con la Divinidad.
El sacerdote Español, Católico Romano Ignacio Larrañaga, quien ha tenido un gran éxito para motivar e inspirar al contacto con Dios en el mundo de habla hispana, principalmente en América Latina, hace énfasis en esta necesidad de silenciar el espacio interior como soporte de la intimidad con Dios. Con sus Encuentros de Experiencia de Dios, Talleres de Oración y libros sobre la "conexión con Dios", este místico moderno católico comparte e invita a la oración profunda, a la comunicación con un Dios nuevo, un "Dios libertador", y nos dice:
"En adelante, la fe y la vida con Dios serán una aventura llena de riesgos que consistirá en quemar las naves, dejar a un lado todas las reglas de sentido común y todos los cálculos de probabilidad, como lo hizo Abraham, hacer caso omiso de los raciocinios, explicaciones y demostraciones; hay que descolgarse de todos los asideros razonables y, atados de pies y manos, dar el gran salto en el vacío en la noche obscura abandonándose en Él."
"Los hombres que regresen de esta aventura serán figuras cinceladas por la pureza, la fuerza, y el fuego. Habrán sido purificados en la proximidad arrebatadora de Dios, y sobre ellos aparecerá patente y deslumbrante la imagen de Su Hijo. Serán testigos y transparencia de Dios."
Dar ese gran salto es la tarea de todo creyente sediento de Dios. La herramienta con la que se dispone es la oración, que el padre Larrañaga define como "Un trato afectuoso a solas con Dios". Orar es entrar en contacto con la Divinidad que Jesús nos presentó con la introducción de su Padre. Esto supone una transformación evolutiva en la historia de la humanidad que invita a la intimidad con Dios, en el intercambio amoroso y afectuoso de Padre a Hijo. Esta intimidad, este contacto directo, se logra con la profundización en la oración, en lo que el padre Larrañaga describe como la oración contemplativa, o el desierto.
Para reconocer que alguien ha entrado en la oración contemplativa —nos explica— los signos son los siguientes: cuando el alma se siente a gusto a solas con la atención amorosa fija en Dios, cuando el alma siente quietud, sosiego y paz interior con la atención puesta en Dios, cuando se dejan de lado las preocupaciones y pensamientos y solamente se mantiene la atención en Dios.
"El desierto" es disponer un día entero en silencio y soledad dedicado a Dios. Es un "tiempo fuerte" para vivificar el corazón con la compañía de Dios. Los "tiempos fuertes" no son solamente para orar sino que también son un espacio de tiempo para recuperar la unidad interior, el equilibrio emocional, la serenidad y la Paz, es decir, es un tiempo en el que tomamos de Dios y Él nos da con su infinita capacidad.
En su libro Muéstrame tu rostro el padre Larrañaga desvela todo el itinerario hacia Dios, desde los primeros pasos hasta las últimas profundidades de la contemplación y el silencio interior. Aborda y analiza las etapas y dificultades que surgen en este itinerario: dispersión y concentración; el silencio de Dios y la certeza de la fe; las pruebas purificadoras; la devoción y la aridez; las distracciones, la sequedad y la consolación; en fin, toda la ruta desconcertante de la Gracia hasta la transformación cristificante.
(Estimado lector(a): esta sección dejará de imprimirse, a menos que tú solicites que continúe, escribiendo a a7@coinsuy.com. Gracias por tu interés.)
Shakti
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