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Si callamos hoy, no podemos esperar que alguien nos defienda mañana...
Son diversas las tentaciones que pueden hacer presa del comunicador: omitir dar a conocer algún hecho que pudiera incomodar a alguien, deformar la realidad para satisfacer intereses facciosos y desde luego, corromperse y amafiarse con diversas instancias de poder, contribuyendo a lograr objetivos de manipulación y de dominio.
Propiciar la desinformación y medrar a partir de la connivencia con los poderosos, es una alternativa para hombres carentes de moral y de principios. Quienes se corrompen, se convierten en mercaderes de la dignidad, en lenones de la mentira. Como dijera Antonio Plaza, destacado poeta mexicano decimonónico, al que se podía acusar de todo, menos de conservador: en estos tiempos alabar sin mesura a un gobierno, que se asume como la única salvación para los malestares que aquejan a la patria, equivale a afeitar a un cadáver: se mella la navaja y se desprestigia el barbero.
Evidentemente tampoco se trata de criticar sin ton ni son, ni de plasmar panoramas de catástrofe, buscando con ello generar el pánico de la sociedad o bien en contrario sensu, acallar la denuncia a base de dádivas. El periodismo implica un fiel reflejo de la imagen social, tan obvio como mirarse al espejo o tan nítido como una fotografía.
Ciertamente pocos son los medios que cumplen con los requisitos de la objetividad e imparcialidad y propician un verdadero equilibrio informativo. Es precisamente por ello, que me congratulo en formar parte del equipo editorial de ARTÍCULO SIETE y me complace por tanto, externar este día mi felicitación a su Director Franz Fortuny Loret de Mola y hacerla extensiva al equipo periodístico, técnico y editorial que labora en esta casa, exhortándolos a perseverar en la búsqueda de la verdad sin adjetivos y en la ruta de la obediencia a los valores de la honestidad, la claridad y el trabajo. Hago votos para que no existan tormentas capaces de amedrentarlos ni amenazas susceptibles de quebrantar su vocación y voluntad. Me siento orgulloso de ser su amigo y de la oportunidad que me han brindado de conocerles y convivir con todos y cada uno de ustedes. Mando en consecuencia, un fuerte abrazo para Franz, Luis Jorge, Javier, Hugo, Juan, Lois, Perla, Ángel, Ana María, Cinthya y Luis. Reciban sinceramente mi humilde reconocimiento.
Hoy como nunca, nuestra patria, nuestro estado y nuestra ciudad, requieren el concurso de sus mejores hijos, a través de medios de comunicación honrados y verticales. Que la libertad consignada en el artículo séptimo de nuestra Carta Magna se convierta en código invariable para el proceder responsable de aquellos que ejercemos la sagrada profesión del periodismo.
Dios, Patria y Libertad