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Casualmente el mismo día en que nos llegó el recibo de la luz dando cuenta de nuestro consumo de kilowatts según los nuevos y modernos medidores digitales, de nueva cuenta los vecinos de la calle 43 de la colonia Benito Juárez Norte sufrimos a eso de las once y media de la noche de un apagón, de ésos que hace unos dos meses la Comisión Federal de Electricidad nos dijo ya no sufriríamos reiteradamente por las reparaciones que llevaron al cabo en la zona y que implicaron unas 16 horas sin energía eléctrica, en dos días diferentes.
Inmediatamente mi esposa se dio a la tarea de reportar el apagón, siendo su reporte el primero en entrar en el sistema de la empresa paraestatal. A las dos horas sin que llegara alguna cuadrilla a la zona para atender el apagón, de nueva cuenta mi cónyuge habló a la CFE. La persona al otro lado del auricular le indicó que estaban tardando entre una y cuatro horas en atender los reportes, dada la gran cantidad de ellos por la "temporada de calor". Mi esposa le hizo ver que su empresa nos había indicado que con las reparaciones que se efectuaron recientemente debían cesar esos apagones, a lo que el empleado le dijo que "éso no podía ser", pues durante esta época es prácticamente imposible que no se susciten por el gran consumo conjunto de energía de los vecinos. Entre enojada e incrédula mi esposa colgó justo en el momento en que una cuadrilla de la CFE llegaba.
Después de unos diez minutos de recorrer nuestra calle alumbrando el tendido eléctrico, postes y transformadores, la cuadrilla por fin dio con el poste en donde está la "cuchilla" y el transformador que históricamente —al menos desde hace unos 8 años— han dado problemas. Después de algún intercambio de palabras entre los operarios —a la una y pico de la madrugada el silencio del ambiente permite escuchar una conversación a buena distancia—, bajaron una pieza del tendido eléctrico, "la trabajaron" durante unos tres minutos, la volvieron a subir y subieron la "cuchilla" para que regresara la luz en la calle. Unos cuatro o cinco minutos en total antes de que se retiraran.
Entre las palabras que cruzaron los empleados de la CFE y que el que esto escribe alcanzó a escuchar estuvieron más o menos las siguientes:
—Todo esta es nuevo, no?
—Eso parece...
—¿Y entonces?
—Pues ya ves...
—De "estas" no traigo...
—Pon la misma "a ver si jala"...
No hay que ser técnicos electricistas para darse cuenta cuál es el problema. No se trata de si vivimos en un lugar muy cálido y consumimos mucha energía eléctrica, pues si no, sólo habría que preguntarnos cómo lo hacen en Dubai o Phoenix, ciudades donde las temperaturas pueden llegar hasta los 50 grados centígrados y donde difícilmente los ciudadanos acepten un apagón "por el clima".
Es más bien un problema estructural de la empresa, ésa que se dice "de clase mundial". Un problema que pasa por los materiales y equipos utilizados, el "creativo" personal con el que cuenta y que tiene que lidiar con numerosas limitaciones para realizar su trabajo y, por último, pero no menos importante, de actitud.
Hacemos votos porque algún día el eslogan corporativo no pareza sólo una lejana aspiración de la Comisión Federal de Electricidad, sino una orgullosa realidad. Al tiempo. JECM